Luisa Hurtado y Adriana Osorio
LA PATRIA | MANIZALES
Carmen Osorio es una adulta mayor que vive en la carrera 15 con calle 15, en el Centro de Manizales. Aunque tiene cataratas, sale por esta época con su paraguas, que usa como bastón, a comprar un velón para que el párroco de la Iglesia Los Agustinos se lo bendiga el Jueves Santo.
"Esa veladora es para el Señor de La Misericordia y para la Virgen de La Candelaria porque todo lo que les pido me lo cumplen".
Como Carmen hay varios feligreses que desde el lunes pasado están comprando velones, láminas, santos, cuadros, escapularios y demás artículos para participar activamente de esta Semana Santa.
"La comunidad tiene sentido de pertenencia por esta Iglesia y hay buena colaboración", dice Liliana Montoya, habitante del barrio Alta Suiza y ayudante en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes. Según Liliana, todos los años ve una buena participación de los devotos porque asisten a las eucaristías y procesiones.
Cuenta que son muchas las personas que se ofrecen para ayudar y se dividen en grupos. Ella y otras dos compañeras venden durante esta semana, afuera de la Parroquia, productos y artículos relacionados con este tiempo. Asegura que las ventas son relativamente buenas porque los precios no son altos.
Sin embargo, para Jaime Gutiérrez y Marino Salazar, vendedores informales de artículos religiosos frente a este templo, el movimiento está duro este año. Dicen que ya no ven tantos católicos como en los anteriores y que los pocos que van, no compran.
Según vendedores del Centro de Manizales, el comercio religioso ha estado pasivo porque los turistas no han llegado. Pese a esto, ya hay varios locales comerciales ofreciendo diferentes productos de este tipo.
Es el caso de algunos locales por la carrera 23 con calles 28 y 29. Leidy Duque y Sandra Mosquera, administradoras de un establecimiento, dicen que cada año se activa el comercio religioso y por eso deben traer mercancía acorde.
Coinciden en que apenas se está iniciando la Semana Santa y que están pocas las ventas, comparadas con las del año pasado. Duque afirma que siempre trata de sacar la mejor oferta: "Este año toda la mercancía está a mitad de precio".
Manifiesta que los pascualitos, velones pequeños, son un éxito porque se venden como pan caliente.
Claudia Sánchez trabaja en un almacén de artículos religiosos. Dice que la fe no se ha perdido, pero las ventas sí han bajado notoriamente. Asegura que lo que más compran las personas es el Cirio Pascual, velón que se consagra y se enciende en la vigilia del Sábado Santo.
Otros administradores de locales comerciales y vendedores informales esperaban ayer vender lo que más pudieran, pues aseguran que desde hoy la mayoría de personas se van a rezar, o a descansar.
Desde hace casi 18 años Floro Gómez tiene su puesto de dulces a las afueras del templo Los Agustinos. Lo particular es que no solo vende mecato, sino que ofrece medallas y estampitas religiosas, además de camándulas, pequeñas imágenes de santos, oraciones y cuadritos.
Por eso, la Semana Mayor es clave para que él aumente sus ventas, aunque asegura que a diferencia de hace una década, cuando se doblaban, en los últimos años solo se incrementan en el 40%.
"Algunas cosas han influido, como la ida de la Terminal de Transportes, los cambios en las vías y la situación económica de la gente, que afectan las ventas".
Medallas y estampitas desde $500 hasta camándulas de $7000 es lo que los devotos católicos encuentran en el puesto de Floro, quien asegura que las oraciones y las veladoras son los artículos más demandados en esta época.
"Tengo varias cosas acá, me voy acomodando al cliente, dependiendo de lo que que van pidiendo voy trayendo más cositas", dice el señor.
Este vendedor esperaba que desde ayer y durante todo el puente festivo los feligreses lo tomen como opción para comprar sus artículos para las oraciones.
Restaurar obras de arte es la vocación de Jorge Carvajal, que durante 30 años se ha dedicado a esta labor en Manizales, y durante la Semana Santa el arreglo de santos, vírgenes y cristos se lleva toda su atención.
A su negocio, ubicado a un costado del templo de Los Agustinos, llegan imágenes de varias parroquias de Manizales o devotos de todo el departamento que quieren que sus santos estén en las mejores condiciones. "Estoy arreglando un santo que dañaron en medio del afán. Este oficio lo aprendí por gusto, pues nadie enseña a restaurar. Yo aprendí escultura y cerámica en Bellas Artes y descubrí que esto me gusta porque mi padre me pedía que le arreglara algunas cosas en la casa", cuenta Carvajal.
Enfatiza en que hay que tener muy presente el material de cada obra de arte, para que a la hora de restaurarla no pierda las características que le dan valor histórico. "Por ejemplo, este Cristo tiene apariencia antigua y no lo puedo restaurar con los mismos materiales que esta mano de un santo, pues pierden la calidad y la historia".
El costo de la restauración depende de varios factores. El primero es el material en el que está fabricada la obra de arte, pues algunas son de mayor cuidado. Además, Jorge tiene muy en cuenta la capacidad de pago del cliente. "No puedo pedirle a la gente grandes sumas si sé que no puede pagarlas, y yo necesito sostenerme. Por ejemplo, el arreglo de esta mano cuesta $70 mil pero el señor me pidió mucha rebaja, entonces se la hice. Eso sí, hay obras como cerámicas que cuestan $3 millones y la restauración puede llegar a $300 mil".
Aunque el trabajo para Carvajal ha decaído en Semana Santa él dice que seguirá con su labor, porque además de que es lo que le gusta, le ha dado para sobrevivir.
Su pensión como retirado de la Policía no es mucha, según dice José Montoya. Por esto, él se rebusca más dinero vendiendo cuadros cerca del Parque Olaya, sobre la carrera 23, de Manizales. Esta semana el fuerte son las imágenes religiosas, que consigue como láminas y enmarca para exhibirlas sobre el andén. "Las señoras de edad son las que más me compran, son como las más rezanderas", relata el señor.
El Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen de Guadalupe son las más demandadas por los compradores este año. Cada cuadro que vende José Montoya cuesta $30 mil y el martes esperaba que el resto de la semana se aumentaran las ventas. "Tengo otro compañero y los domingos nos vamos los dos para los pueblos a vender. Allá nos va mejor".
En un día el señor vende entre uno y tres cuadros, aunque reconoce que algunos días no vende ninguno. "De todas formas cualquier cosa que uno consiga es ganancia".
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