CARLOS ARTURO OLARTE*
Especial para LA PATRIA
La calle
Es el lugar del hermano pobre, del prójimo despojado, de la oveja perdida, del pecador y de la prostituta...
Es el lugar del camino, del encuentro, del conflicto, del sufrimiento y de la pobreza, de la solidaridad y la comunidad, de la palabra y de los “milagros”, de la lucha y del amor eficaz por la construcción del Reino, de la pasión y de la cruz...
Toda la vida de Jesús fue un camino hacia Jerusalén y hacia la cruz (Lc 19,28).
Por el camino encuentra y llama a sus discípulos y los hace caminantes (Mt. 4,18).
Por el camino anuncia la buena noticia del Reino y cura a la gente de todas sus enfermedades y dolencias (Mt 4, 23).
Por el camino se encuentra con el hombre despojado (Lc 10,30), con Zaqueo (Lc 19,1), con la samaritana (Jn 4,4)...
Por el camino entra en conflicto con los “judíos” (Jn 10,31-33), etc.
Prostitutas: son preferidas a los fariseos (Mt. 21,31-32; Lc 7,37-50).
Publicanos: tienen preferencia sobre los escribas (Lc 18,9-14; 19,1-10; Mc 2,14)
Leprosos: son acogidos y sanados (Mt 8,2-3; 11,5; Lc 17,12) y los sacerdotes son obligados a darles comprobante de su purificación (Lc 17,14; Mc 1,44; Mt 8,2-4)
Enfermos: son curados aún en día sábado, en contra de las costumbres de entonces (Mt 8,17; Mc 3,1-5; Lc 14,1-6; 13,10-13)
Mujeres: forman parte del grupo que acompaña a Jesús (Lc 8,1-3; 23,49-55)
Niños: son presentados como profesores de adultos (Mt 18,1-4; 19,13-15; Lc 9,47-48)
El pueblo sencillo: entiende el misterio del Reino mejor que los sabios prudentes (Mt 11, 25-26)
Los samaritanos, considerados enemigos políticos y religiosos: son presentados como modelo a los judíos (Lc 10,33; 17,16)
La adúltera: es acogida y defendida en contra de la ley y de la tradición (Jn 8, 2-11)
La anciana: es defendida dentro de la sinagoga contra el coordinador de la sinagoga (Lc 13,10-17)
Los pobres: dice que el Reino de Dios es de ellos (Mt. 5, 3; Lc. 6, 20) y no de los ricos (Lc. 6, 24).
Los mendigos: en la parábola, ellos reciben la vida eterna y el rico Epulón va al infierno (Lc. 16, 19-31).
Los pescadores: los llama para que sean sus discípulos (Mc. 1, 16-20), pero no llama a ningún doctor de la ley.
Un ladrón: es condenado por el sistema y Jesús lo recibe en su Reino (Lc. 23, 40-43).
Guerrilleros zelotes: algunos de ellos están en el grupo de Jesús (Mt. 10, 4; Mc. 3, 18).
Los poseídos: la expulsión de los demonios es señal de que llegó el Reino de Dios (Lc. 11, 14-20).
Los extranjeros: son acogidos y atendidos (Lc. 7, 2-10). Una cananea hasta consigue cambiar los planes de Jesús (Mt. 15, 22).
Los hambrientos: son acogidos como rebaño sin pastor (Mc. 6, 34; Mt. 9, 36; 15, 32). Les da de comer (Jn 6, 5-11) y anima en ellos la solidaridad de compartir (Jn. 6, 9).
Los ciegos: les devuelve la vista (Mc. 8, 22-26; 10, 46-52; Jn. 9, 6-7). En cambio, los fariseos son declarados ciegos (Mt. 23, 16).
Los rengos: su curación es señal de que Jesús puede perdonar pecados sin blasfemar (Mc. 2, 1-12; Mt. 11, 15).
El desierto
Es el lugar del Padre.
Es el lugar de la oración y de la contemplación y de la celebración, de la intimidad y de la gratuidad, de la “tentación” y del discernimiento de la Voluntad de Dios, de la búsqueda y de la opción por el Reino, de la búsqueda de Dios – el Padre – como el sentido último de todo el camino, de la experiencia del amor gratuito de Dios, de la alegría y del agradecimiento...
En el desierto Jesús es “tentado” y opta por Dios y su Reino (Lc 4, 1); en el desierto provoca a la confesión de fe a sus discípulos (Lc 9,18); en el desierto se retira a orar y enseña a orar a sus discípulos (Lc 11,1); en desierto reconoce con alegría y agradecimiento la presencia del Reino (Lc 10,17); al desierto invita a sus apóstoles a “descansar” (Mc 6,31); en el desierto hace su opción definitiva por la Voluntad del Padre y su Reino (Lc 22,41) etc...
Estos dos “lugares misioneros” tienen espacios y tiempos distintos, pero son también dos “dimensiones” del mismo compromiso de vida.
Fidelidad al Padre y fidelidad al hermano pobre.
Ni calle sin desierto, ni desierto sin calle. Dios y el pobre.
La lucha y la contemplación: La eficacia y la gratuidad.
Lucha para construir el Reino. Contemplación para discernir y celebrar los caminos del Reino, gracia y don del amor del Padre.
Lucha para hacer presente el Resucitado. Contemplación para reconocerlo ycelebrarlo presente.
El Reino de Dios, hecho presente en el Crucificado-Resucitado, es el centro, la síntesis y dinamismo de los “lugares misioneros.”
Mis lugares misioneros
¿Cuáles son mis “lugares misioneros”?
No todo lugar es misionero. No son misioneros los lugares de evasión, de egoísmo y egocentrismo, de capricho y de compensación, de idolatría...
¿La “calle” ha sido para mí un lugar misionero? ¿Por qué?
¿El “desierto” ha sido para mí un lugar misionero? ¿Por qué?
No siempre la “calle” es el lugar misionero. No siempre el “desierto” es el lugar misionero.
¿He logrado una síntesis entre calle y desierto? ¿Cómo?
La calle sin desierto se hace activismo vacío, lugar de distracción. El desierto sin calle se hace espiritualismo vacío.
¿Qué es lo que me falta y qué debo hacer para ser “caminante en contemplación” – “contemplativo en el camino”?
*Párroco del Santuario Nuestra Señora de Fátima. Manizales.
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