LA PATRIA | Manizales
Monseñor Alonso Llano Ruiz falleció hoy en Medellín, luego de padecer una leucemia y ser intervenido quirúrgicamente.
El sacerdote era oriundo de Marulanda (Caldas), murió a la edad de 84 años. Era obispo emérito de Istmina-Tadó (Chocó).
En su adolescencia se unió a los Hermanos de la Salle, estuvo 14 años en Chile como misionero, aunque su sueño siempre fue ir a África.
Realizó un doctorado en teología en Roma. La tesis fue Orientación de la religiosidad popular en Colombia, así publicó un libro.
Hermano del rector del Seminario Mayor, Fernán Llano.
Mañana se oficiará una misa Parroquia de Belén, de Medellín, y luego traerán su cuerpo a Manizales. Lo velarán en Jardines de La Esperanza. La misa será mañana en la Catedral Basílica de Manizales, a las 10:00 a.m. y la inhumación en el cementerio San Esteban.
Su vida
*Recibió la ordenación sacerdotal el 7 de enero de 1973.
*En 1993 recibió la ordenación episcopal como obispo de Istmina-Tadó.
*Es el autor de la letra del Himno de Marulanda.
*Escribió el libro de poesías Espigas del camino.
*Autor de la novela Landa Marú.
Lea la entrevista que LA PATRIA le hizo a monseñor Llano en el 2011 cuando asistió a la misa crisma en compañía de los 170 sacerdotes de la Arquiódesis de Manizales.
Los días parecen igual de ajetreados como cuando dirigía la diócesis de Istmina-Tadó. La semana pasada monseñor Alonso Llano Ruiz, Obispo emérito de Istmina-Tadó, llegó para asistir a la misa crismal en compañía de los 170 sacerdotes de la Arquidiócesis de Manizales. En la tarde participó en la marcha de los niños y al culminar la jornada disfrutó del concierto de Isadora, en compañía de su hermano el sacerdote Fernán, rector del Seminario Mayor y de monseñor Gonzalo Restrepo Restrepo, Arzobispo de Manizales.
Aprovechando un corto receso durante el concierto, LA PATRIA quiso entrevistar al sacerdote, pero el ruido en la Catedral Basílica lo hizo imposible, por eso acordó una cita para la mañana siguiente, aunque con su rostro manifestó un poco de incomodidad.
Ya en el Seminario, habló sin titubeos: "Es que a mí no me gusta dar entrevistas, ya me ha pasado dos veces que malinterpretan lo que digo", dijo con tono serio refiriéndose a dos declaraciones que hizo cuando era Obispo de Istmina-Tadó. Luego con un rostro más amable contó que una periodista de El Colombiano también le hizo una entrevista y aunque le dijo que se la enviara para revisarla, nunca lo hizo "y esa sí salió muy buena", dijo sonriendo. A partir de ese momento monseñor Alonso no paró de hablar.
Misionero
¿Le ha costado adaptarse a esta nueva etapa como obispo emérito?
Ahora tengo más tiempo de reflexionar y colaborar en muchas actividades de tipo apostólico, sobre todo yo que he tenido una vida de caminos muy diferentes, pero siempre en el campo de la apostolado de la Iglesia.
¿Cómo fue esa primera etapa como educador religioso?
Yo salí de Marulanda a los 11 años. Fue un hermano de La Salle buscando vocaciones y nos habló de ser educadores, algo que yo quería hacer desde niño, por eso me fui con mi hermano Alejandro, un año mayor que yo, a estudiar a Medellín.
¿Por qué tan temprano?
A los ocho años me contaron una historia de un niño que jugaba con sus compañeritos en el patio de la casa a las canicas. Pero al sacar las bolitas de los huequitos él oyó las voces de unos niños del África que le decían que fuera a evangelizar y efectivamente luego entró a un seminario y se hizo misionero. Esa historia también la quise vivir (risas), me fui corriendo a la casa e hice lo mismo, pero al pegar la oreja a la tierra no escuché nada; sin embargo, en el momento en que me puse de pie estaba convencido de que tenía que ser misionero en el África y ahí fue cuando apareció el hermano de La Salle.
Pero, no eran sacerdotes, sino religiosos educadores...
Sí, pero cuando yo hice el año de noviciado mandé una carta al Superior General en Roma para que me aceptara como misionero y me mandara para África. Luego recibí una respuesta muy bonita en la que me decía que me aceptaba como misionero, pero que a mí no me tocaba escoger ni el lugar ni el país. Él había determinado enviarme a Chile.
Cuenta que le dio muy duro, pero obedeció. Tenía 17 años y allá estuvo 14 años como misionero. Después regresó a la Provincia de Medellín, siempre con la misma intensión, por eso tenía pensado decirle al Provincial que lo enviara a la comunidad más pobre de la Provincia. No obstante, él ya tenía destinado enviarlo al Noviciado como formador y luego como maestro de novicios. "Entonces no me quedó más que decir: hagamos la voluntad de Dios".
Monseñor Llano dice que en todas esas decisiones veía cómo Dios le iba preparando su camino. Luego fue a estudiar teología a Roma y pidió que le dieran dos años más para hacer el doctorado, pero solo le dieron uno. Hizo una especialización en catequesis, sagrada escritura e historia de la Iglesia. Y al regresar fue rector en el Colegio Nacional de Pensilvania. Luego volvió a ser maestro de novicios
De hermano a sacerdote
¿Cuándo se decide por el sacerdocio?
Había terminado el Concilio, en la Iglesia había crisis y muchos padres se retiraron. Ahí empecé a sentir la necesidad de pasarme al sacerdocio. Desde luego que estaba contento con la comunidad de La Salle, pero al mismo tiempo sentía ese llamado de Dios. Estando en Pereira llegó un Superior General de la comunidad y fue él después de dos horas de conversación, el que me dijo: "Alonso, a mí me da pesar por nosotros, pero yo creo Dios sí lo llama al sacerdocio".
¿Dónde estuvo en esa época?
Hablé con monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, obispo de Sonsón-Rionegro, que tiene un seminario de vocaciones para adultos. Allí estuve con los de cuarto de teología, pero al año siguiente fui profesor en el seminario. Nunca se me olvidarán las palabras de monseñor Uribe: "Estarás aquí dos años y luego te vas como misionero al África". Y yo feliz porque ese era mi sueño.
Entonces sí estuvo en África
Que va, al cumplir los dos años me mandó a decir que le aceptara la dirección de la filosofía en el Seminario. Fui a hablar con él y al recibirme me dijo: "Alonsito, te agradezco porque me aceptaste la filosofía". ¿Qué me tocó?, decirle al Señor: que se haga tu santa voluntad.
¿Desistió de su idea?
Con unos sacerdotes que no tenían diócesis comencé a formar un grupo misionero, en épocas especiales iba con ellos al Magdalena medio, al bajo Cauca, al Putumayo. Hasta formé una asociación sacerdotal misionera, una señora me regaló el terreno y hasta pedí dinero a la Santa Sede para construir la casa de los misioneros.
Fueron ocho años, tiempo que también aprovechó para hacer el doctorado en teología, en Roma. La tesis fue "Orientación de la religiosidad popular en Colombia", así publicó un libro.
Con base en ese texto el Celam le pidió ir a Cuba a dictar un curso sobre la religiosidad popular mariana. Dice que le fue muy bien, pero que tenía la sensación de que estaba en una cárcel. Después de tres semanas regresó a Colombia, volvió donde monseñor Uribe y le comentó que estaba listo para comenzar a hacer la casa. "Entonces me dijo: Hombre Alonsito... y empezó a hablarme como enredado, entendí lo que quería y le dije: monseñor, ¿lo que usted quiere es que suprima los Misioneros de Cristo Salvador? Y la respuesta fue: Alonsito piénsalo.
Para esa época ya tenía cuatro sacerdotes, ordenados por el papa Juan Pablo II cuando vino a Colombia. Cuenta monseñor que estuvo triste y hasta lloró, pero no se rebeló.
Después le entregó a monseñor Uribe el dinero que había recibido de Roma y nunca más habló del asunto. Eso sí, le pidió que lo enviara al lugar más lejano de la diócesis a hacer misiones y como si ya le tuviera trazado el camino, lo envió como párroco a La Ceja (Antioquia).
Un tiempo después lo envió por un año en la Guajira, solo que estuvo por cinco años. Lo más curioso es que al año y medio de estar en la Guajira monseñor Uribe fundó los Misioneros de San Pablo, la obra que comenzó el padre Llano.
A misionar
¿Cuándo recibió su nombramiento episcopal?
En Riohacha ya se escuchaban rumores de que me habían nombrado obispo. Luego recibí un cita del Nuncio Apostólico, monseñor Pablo Romeo, ese mismo día viajé, no sin antes encomendarme a Dios. Al llegar me entregó una carta donde el papa me nombraba como obispo de Istmina-Tadó para remplazar a monseñor Gustavo Posada Arbeláez, que había estado 40 años como vicario apostólico y luego como obispo.
Al decirle que aceptaba, monseñor Llano sonrió, cosa que le pareció extraña al Nuncio. Al notarlo, monseñor Alonso le dijo: "desde los ocho años de edad le he pedido a Dios ser misionero en el África y ahora me manda al África colombiana. Todo ese camino para llegar a lo que siempre había soñado".
Sobre la diócesis de Istmina dice que es una tierra de misión con una cultura muy diferente, el 85% son negros, el 10% indígenas y el 5% mestizos.
De esos 17 años que estuvo como obispo afirma que lo recuerda todo, entre dificultades y alegrías. "Al principio fue fácil, pero cuando llegaron los grupos alzados en armas la vida cambió".
Cuenta que cuando llegó había solo un sacerdote negro, los demás eran del interior del país, lo que cambió, pues durante sus 17 años de episcopado ordenó 10 sacerdotes negros.
Recuerda que para visitar parroquias debía caminar por la trocha de la selva hasta llegar al río Baudó donde tomaba una lancha para llegar a las parroquias. También utilizó avioneta, para ir a las parroquias que quedan en la costa del Pacífico, pues allí no hay carreteras.
"Allí se pudo hacer mucho. En el campo espiritual, social, educativo y hasta material. Con ayuda de unas instituciones de Alemania hicimos 29 casas curales nuevas y con ese ejemplo muchos negritos comenzaron a mejorar sus casas, ese es como un apostolado también".
"Ahora puedo decir que soy misionero, recibí esa vocación y la viví", concluye monseñor Llano Ruiz.
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