MARTHA LUCÍA GÓMEZ G.
LA PATRIA MANIZALES
Que fue doña Pepa de Cuartas. Nooo, fue doña Fabiola de Echeverri. Sobre ambas familias se pone en disputa el inicio de la venta de obleas. Un producto que volvió famoso al barrio Chipre de Manizales.
Y es que quién no ha subido a la llamada Fábrica de Atardeceres, bautizado así por el poeta Pablo Neruda cuando estuvo en la capital de Caldas, a comer este dulce para el paladar que consiste en dos tapas de una delgada y crocante galleta circular, rellena con arequipe.
Las casas en donde se iniciaron estos negocios, hacia el año 1955, continúan paradas sobre la Avenida 12 de Octubre con calle 7, entre Las Colinas y Palitos, como testimonios de lo que ocurrió hace unos 60 años.
La familia Echeverri o la Cuartas compró pequeñas máquinas eléctricas de hacer obleas, destinó una ventana de la vivienda para poner un aviso que diría algo así como: Obleas a 20 centavos, y se puso manos a la obra a mezclar harina de trigo con agua. Esa es la receta.
Debían revolver hasta que estuviera lista la mezcla, y con una cuchara depositarla en la máquina caliente para que hiciera chchch… al caer en el aluminio; estar preparados a quitar el producto que rebasara el aparato, y sin dejar quemar, sacar la oblea lista para seguir haciendo muchas más.
“Eran jornadas de horas”, recuerda Rosa Inés Castillo, quien asegura que a los 7 años ya estaba haciendo y vendiendo obleas en casa de los Echeverri. Le tocó manipular hasta seis máquinas a la vez, y era tan pequeñita que le pusieron una banca para que alcanzara a atender público.
Por la ventana
En medio de las dos casas en cuestión está la heladería Melocotón, a la que en 1957 llegó don Manuel Hoyos a ocupar, con su familia, una vivienda otorgada por lo que fue el Instituto de Crédito Territorial. Vio que a sus vecinos les iba bien con las obleas y montó venta dos años después.
En una pequeña ventana, como los otros, don Manuel, de delantal de drill caqui, también se hizo famoso. Para llegar a todos los locales había que subir escalas o una pequeña manguita, recuerdan Clementina, Tinita, Hoyos, y su hermana Nelly. Ellas son las que dicen que los primeros en vender obleas fueron los Cuartas y que luego en la casa de los Echeverri. Rosa, en cambio, reclama el liderato para estos últimos.
Quien hubiera iniciado el negocio visionó un producto que sigue siendo de los más apetecidos en Chipre, aunque con variaciones. Lefueron agregando crema de leche, coco, maní, crema de mora, frutas y hasta queso para convertirse en las llamadas especiales.
Nelly, Tinita y su esposo Reinaldo Hoyos hablan de las filas de gente que se formaban los domingos para comprar obleas, casi siempre acompañadas por helados de coco, maní, pasas o frutas. Debían tener listos por lo menos 25 o 30 tarros vacíos de galletas, cada uno queconservaba unas 100 obleas individuales, y de allí vender entre 1.250 y 1.300 pares. “Eran los buenos tiempos, pues ya se consiguen obleas en toda parte, hasta en una mesa en la calle", afirma Tinita.
Hasta el pegado
Actualmente las obleas que venden en Chipre las distribuyen por paquetes y el arequipe también lo venden listo. Nelly ya no tiene que estar parada durante horas para hacer este dulce. “Se llenaban, desde por la mañana, unas ollas de 15 litros con leche y azúcar. Cuando ya la leche calaba, se le echaba la harina. De ahí en adelante era revolver y revolver. Por la noche ya estaba listo. No sé cómo no se aplastó la estufa con tanto peso. Ahhh, y nunca me quemé, eso era muy jarto”, describe Nelly.
La cosa era tan próspera que las hermanas se acuerdan de unos muchachos del barrio que se sentaban en el muro de la casa para pedirle a don Manuel el pegado de la olla del arequipe. También, que llegaron a tener una habitación llena de máquinas, arrobas de harina y gente haciendo obleas para atender a manizaleños y turistas, pues desde el Valle del Cauca, Risaralda, Cundinamarca, Tolima y del extranjero acudían a Chipre a comprar obleas.
La rabia de las familias Cuartas y Echeverri porque don Manuel les había abierto competencia tuvo que ser superada años después. El negocio se extendió a la mayoría de casas en el carril de subida a lo que es el Monumento a Los Colonizadores y que fue el estadero Torres de Chipre y antes el Lago de Aranguito.
Citan nombres como don Tiberio Gómez, don Jorge Madrigal (que dio lugar a Palitos) y doña María Helena de Robledo (cuyos hijos crearon La Teja en 1978). Todos vendiendo obleas y helados por una ventana de las casas.
“En una Feria nos quedamos vendiendo obleas hasta las 2:00 de la mañana. Eratanta la gente que vino a Las Colinas, que se quedó esperando mesa afuera, y aprovechamos”, dice Tinita entre risas.
En otros puntos
Néstor Robledo, hijo de doña María Helena, también sonríe al recordar que su mamá les pagaba a él y a sus hermanos $20 por tarro de obleas que hicieran. “Cogíamos eso para parrandiar cada ocho días”.
Otoniel Cardona, dueño de uno de los 26 puestos informales que venden obleas al otro lado de donde se iniciaron los negocios, cuenta que ya son 40 años vendiendo en Chipre, pero obleas, hace 15. “Ese era el machete. Si se vende ahora la mitad de un paquete de 50 es mucho”.
La competencia pulula. Otoniel asegura que hace 15 años podíarecaudar $400 mil en obleas un domingo, y que ahora solo ingresan unos $30 mil o $40 mil.
“Dañaron la plaza”, reitera Tinita, para un negocio que gasta mucha energía eléctrica y requiere exceso de trabajo, pero que se convirtió, con el esfuerzo de todas estas personas, en el producto insignia por el que siguen reconociendo dulcemente a todo un barrio en Manizales.
Las nuevas
Pague 3 y lleve 4, pague 4 y lleve 5, pague 6 y lleve 8, pague 9 y lleve 12 anuncian en los puestos informales de venta de obleas, que llevan siete años y se volvieron competencia de las tradicionales: solo con arequipe por $1.500.
Las nuevas vienen con queso, cereza, fresa, durazno, breva, banano, arequipe, crema de leche, mora, lecherita, coco, maní y chispitas de colores. Algo que no se puede comer de un mordisco. Cada una vale $6 mil.
En Obleas Manizalitas dicen que venden a diario unas 100, que en semana requieren de dos empleados y los domingos de 5 para un solo puesto.
No es lo mismo
Rosa Inés Castillo no olvida que el técnico de fútbol Pecoso Castro viajaba a Manizales y no dejaba de subir a Chipre con su esposa a comer obleas especiales: arequipe y crema de leche. Ella vive ahora en La Linda, allí montó un pequeño negocio de obleas los fines de semana, pero asegura que el movimiento no es el mismo que el de Chipre.
Fotos Fredy Arango LA PATRIA
En estas tres casas de la Avenida 12 de Octubre se inició en Chipre la venta de obleas, hace por lo menos 60 años.
Las hermanas Clementina y Nelly Hoyos, y el esposo de la primera, Reinaldo Hoyos, recordando los tiempos en que les tocaba hacer las obleas y preparar el arequipe para rellenarlas. Fue la tercera casa que vendió este producto.
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