El médico Carlos Alberto Osorio al lado del atleta norteamericano Carl Lewis.
Osvaldo Hernańdez
LA PATRIA | Manizales
Se sienten privilegiados. Muestran con orgullo y emoción los recuerdos, y cuentan con nostalgia las anécdotas que vivieron cuando participaron. Los cuatro coinciden en que es una fiesta inolvidable.
Hoy empezarán los Juegos Olímpicos en Londres y nadie más indicado en Caldas para contar su significado que los cuatro caldenses que han participado en las máximas justas deportivas del mundo al lado del Mundial de fútbol y el Tour de Francia, según los especialistas.
El tirador Jorge Enrique Henao estuvo en "Múnich 72", y el médico Carlos Alberto Osorio con los los ciclistas Julio César Rodríguez y Nelson Cacaíto Rodríguez actuaron en "Seúl 88". Cada uno tiene una historia que contar, pero todos reconocen los Juegos como algo indescriptible.
Sin embargo, ellos no fueron los únicos caldenses que fueron a los Olímpicos. Antes estuvieron el tirador Hernando Hoyos Bernal, el ciclista Rubén Darío Gómez -fallecido-, el atleta Hernán Barreneche y la árbitro de fútbol Marta Liliana Toro -vive en Valledupar-.
Los cuatro le contaron a LA PATRIA la experiencia vivida en la Olimpiada.
"Al médico Osorio le dio un infarto"
Guarda cada detalle como un tesoro. La bandera de los Juegos, la mascota (el león bautizado Hodori), las medallas que da la organización por la participación, la gorra y el vestido con el que desfiló, un blazer azul y un pantalón caqui.
Las lágrimas ruedan por las mejillas del médico Carlos Alberto Osorio Duque cuando se le pregunta por su participación en los Juegos Olímpicos de Seúl (Corea) en 1988: "es algo indescriptible, es el máximo certamen, uno llega allí con esa imagen y así lo vive", dice el galeno.
Osorio Duque fue con el equipo colombiano y le tocó atender el equipo de ciclismo, pero también a competidores como Ximena Restrepo, Eliécer Julio, Bernardo Tovar y los hermanos Héctor y Querubín Moreno.
"Era un recorrido diario por toda la delegación", recuerda el hoy médico del Once Caldas, quien muestra con orgullo el certificado de asistencia a la Olimpiada firmado por Juan Antonio Samaranch.
El médico tiene una anécdota que no olvida: "cuando llegamos, para poder ejercer, tuve que pasar un examen, pero aproveché y me hice un electrocardiograma. Un periodista coreano llegó en ese momento a averiguar por la delegación colombiana y alguien le entregó mal la información. El señor le contó al mundo que el equipo había llegado bien, pero que al médico le había dado un infarto.
Pues cuando llamé a Colombia, tuve que decirle a mi esposa que se devolviera porque ella ya iba rumbo a Corea pensando que a mí me había dado un infarto".
El 'Pirata', al lado de Sabatini
Caldas fue potencia nacional en la contrarreloj por equipos en ciclismo cuando se corrían los nacionales. Quizá, esa circunstancia le permitió a Julio César el 'Pirata' Rodríguez poder ir a los Juegos Olímpicos de Seúl (Corea).
En 1988, año de los Juegos, Caldas venía de ganar los 100 kilómetros contrarreloj por equipos con la cuarteta conformada por Julio César Ortegón, Jhon James Rodríguez, Gustavo Adolfo Trujillo y Julio César Rodríguez.
Pero a Seúl, El Pirata fue con Ángel Noé Alayón, Orlando Castillo y Pedro Nel Bonilla, de Bogotá.
"Uno viene a dimensionar los Juegos con el paso del tiempo, después de que ha vuelto de allá, pero es una cosa inolvidable", recuerda Julio César, quien hoy tiene un taller de bicicletas.
Al equipo no le fue bien, según Rodríguez porque llegaron sobre el tiempo y no pudieron adaptarse al horario, sobre todo: "fue muy duro, nos bajamos del avión y a correr".
"Estábamos muy bien en material, pero fallamos porque llegamos con la carrera al otro día".
Hoy, con 46 años de edad, Julio César, que vive en La Sultana, guarda pocos recuerdos físicos de los Olímpicos: "me acuerdo que me hice tomar una foto con la tenista Gabriela Sabatini y me la botaron en un trasteo".
No obstante, los recuerdos son muchos. Dice que no olvida la calidad de los escenarios y la amabilidad de la gente: "sin embargo, siempre dudamos de la carne que nos daban; era blanca y uno no sabe, como dicen que allá se come de todo, pues uno no sabía que le daban".
Además, tampoco olvida la confraternidad con todos los deportistas americanos.
Cacaíto se les coló
Nelson Rodríguez Serna es muy pequeño; apenas mide 1 metro y 57 centímetros. Quizá, por eso, es conocido en el mundo del ciclismo como 'Cacaíto' Rodríguez. Él, sin embargo, dice que le dicen así porque con este remoquete conocían a su padre, Carlos Andrés Rodríguez.
'Cacaíto' estuvo en los Olímpicos de Seúl (Corea) al lado de los también caldenses Julio César Rodríguez y Carlos Alberto Osorio. Nelson corrió la prueba de ruta al lado de Juan Carlos Arias, Duván Ramírez, entre otros.
Los 196 kilómetros fueron dominados por corredores alemanes. El oro fue para Olaf Ludwig, la plata fue para Bernd Gröne y el bronce para Christian Henn. Nelson llegó en la casilla 48.
'Cacaíto' recuerda su participación en los Olímpicos como algo único: "uno no lo siente porque no está allá, pero cuando llega y ve todas esas figuras juntas, es algo diferente", dice Rodríguez.
Allá en Seúl, cuando estuvo en Juegos, este manizaleño veía todo muy grande: "claro, uno bien pequeño y los demás eran gigantes, entonces se notaba más la diferencia con ellos".
Esa pequeña estatura le sirvió para hacer pilatunas que le generaron el regaño de las autoridades. La entrada o la salida de la Villa Olímpica era controlada por los organismos de seguridad. Pero 'Cacaíto', bien pequeño, se les filtró por un rincón y cuando se dieron cuenta lo regañaron.
"Ellos necesitaban saber quiénes entraban y quiénes salían", dice Rodríguez Serna, casado con Ana Emperatriz (ya separado) y padre de Juan Felipe, María Alejandra y Nelson Antonio.
El corredor de Caldas, Cafam, Pony Malta, Pilas Varta, Kelme y Selle de Italia, entre otros, guarda las medallas de recuerdo que les dieron como participantes de los Juegos.
Jorge Enrique recuerda el atentado de Múnich
La ida a los Juegos Olímpicos de 1972, en Múnich (Alemania) no fue una sorpresa para el tirador manizaleño Jorge Enrique Henao. Para esa época ya había hecho un proceso de formación y de competición que lo tenían como figura nacional al lado del coronel Gilberto Fernández.
Se enamoró del tiro como deporte porque su padre, don Daniel Henao Toro, lo llevaba al Polígono del Club que había en el Batallón Ayacucho. Como deportista empezó cuando tenía 18 años de edad, en 1956: “calendario local no había, sólo en el Club, pero era algo importante y eso daba puntos para ir a las competencias nacionales e incluso a las internacionales”.
En su carrera para llegar a los Olímpicos, en su etapa de formación Jorge Enrique fue a la primera competencia nacional y quedó entre los 10 primeros. Luego fue subcampeón y se metió entre los grandes del país en este deporte.
Antes de ir a Múnich tuvo la oportunidad de participar en torneos en Canadá, México, Jamaica, Venezuela, Brasil y República Dominicana. El cupo a los Juegos lo consiguió en un proceso de clasificación por promedio al lado del coronel Gilberto Fernández.
“¿Una anécdota?, claro cómo olvidar ese día del atentado”, recuerda el tirador manizaleño.
A lo que se refiere Henao Vélez es al llamado “Septiembre Negro”, ocurrido el 5 de septiembre de 1972. Ese día, un comando de terroristas palestinos tomó como rehenes a 11 de los 20 integrantes del equipo olímpico de Israel. El ataque condujo finalmente a la muerte de los 11 atletas israelíes, de cinco de los 8 terroristas y de un oficial de la policía alemana. La tragedia fue vista en todo el mundo a través de la televisión.
“Nos dimos cuenta ese día por la mañana, cuando salíamos y vimos el revuelo. Ocurrió la última noche que estuvimos en la Villa, pero apenas nos enteramos al otro día, cuando los medios hicieron la difusión”, dice.
No obstante lo anterior, el rostro de Jorge Enrique refleja la satisfacción por haber participado en la Olimpiada: “Fue una experiencia única, que ningún certamen deportivo lo puede igualar”.
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