EFE | LA PATRIA | BOGOTÁ
A falta de poco más de un mes para la próxima Cumbre de las Américas, que se celebrará en abril en Panamá, la crisis en Venezuela y las malas relaciones entre el Gobierno de ese país y el de Estados Unidos amenazan con convertirse en un problema como lo fue Cuba en la anterior reunión, en 2012.
Precisamente la Cumbre de Panamá, que tendrá lugar los días 10 y 11 de abril, será la primera de estas reuniones continentales iniciadas en 1994 a la que asista Cuba, país que nunca había sido invitado por la negativa de Estados Unidos.
En la anterior Cumbre de las Américas, la sexta, celebrada en Cartagena hace tres años, la ausencia de Cuba estuvo a punto de hacer naufragar la reunión y ahora hay motivos para temer que en la séptima la piedra en el zapato será el enfrentamiento entre EE.UU. y Venezuela.
A la Cumbre de Panamá ha sido invitado el presidente de Cuba, Raúl Castro, que coincidirá allí con el de EE.UU., Barack Obama.
El 17 de diciembre pasado Obama y Castro, como cabezas de dos países enemistados desde hace más de 60 años, anunciaron su voluntad de restablecer y normalizar las relaciones bilaterales, lo que incluye la apertura de embajadas.
De acuerdo con los avances logrados en la segunda reunión de consultas bilaterales desde el anuncio del acuerdo, realizada esta semana en Washington, es probable que cuando se celebre la cumbre de Panamá ya sean una realidad la embajada de EE.UU. en La Habana y la de Cuba en Washington y las oficinas de intereses hayan pasado a la Historia.
Lo que no se sabe es qué habrá pasado para entonces con las embajadas de EE.UU. en Caracas y de Venezuela en Washington, después del progresivo empeoramiento de unas relaciones bilaterales que están bajo mínimos desde hace 10 años.
Tensión
La tensión entre ambos países se ha agudizado a partir de las críticas de EE.UU. a la situación de los derechos humanos en Venezuela, especialmente tras la detención del alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, el 19 de febrero, acusado de participar en una trama golpista.
El pasado sábado el presidente venezolano, Nicolás Maduro, que acusa al Gobierno de EE.UU. de estar detrás de esa supuesta conspiración, anunció una serie de medidas de reciprocidad que desde el punto de vista diplomático ponen las cosas peor de lo que ya están.
Una de las medidas, que siguen a las sanciones aplicadas por el Gobierno de Barack Obama a funcionarios venezolanos a los que considera implicados en violaciones de los derechos humanos, es obligar a EE.UU. a reducir el número de funcionarios en su embajada en Caracas y otra establecer la exigencia de visado para los estadounidenses que deseen viajar a Venezuela, con pago incluido.
Maduro además prohibió la entrada a Venezuela de varios ultraderechistas y terroristas, como el expresidente George W. Bush y los congresistas Bob Menéndez y Marco Rubio.
Hasta ahora el Gobierno de Estados Unidos no se ha pronunciado sobre estas decisiones tomadas por Maduro, pero sí ha señalado que no ha recibido ninguna comunicación diplomática al respecto.
Afirman que Maduro se inventó el golpe de Estado
Dirigentes de la oposición de Venezuela reiteraron ayer que el presidente, Nicolás Maduro, se inventó el golpe de Estado que asegura haber frustrado el mes pasado, y el excandidato presidencial Henrique Capriles dijo que forma parte de su retórica para desviar la atención sobre problemas económicos.
Destacado
El papa Francisco exhortó ayer a rechazar la violencia en Venezuela al recordar que está viviendo nuevamente momentos de aguda tensión y animó a reabrir un diálogo sincero y constructivo.
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