RAQUEL GODOS
EFE | LA PATRIA | WASHINGTON
El polémico magnate Donald Trump se ha convertido en el nominado republicano de facto, tras su rotundo triunfo en las elecciones primarias que el estado de Indiana celebró el martes para elegir al aspirante conservador a la Presidencia.
Aunque partía como claro favorito, Trump vio el camino hacia la candidatura despejado cuando su principal rival en la contienda republicana, el senador por Texas Ted Cruz, anunció por sorpresa, después de cerrar las urnas en Indiana, que tiraba la toalla.
La senda del multimillonario hacia la nominación se aclaró todavía más después de que ayer el tercer contrincante en lista, el gobernador de Ohio, John Kasich, anunciara su abandono a la carrera.
Cruz y Kasich unieron fuerzas hace unas semanas para impedir que el empresario neoyorquino lograra, en el proceso de primarias, los 1.237 delegados necesarios (Trump acumula 1.047) para alcanzar la nominación automática.
El senador y el gobernador pretendían forzar en julio una Convención Nacional Republicana disputada que abriera la puerta a un candidato alternativo a Trump, a quien se oponía, hasta la fecha, el aparato del partido por su campaña provocativa y grosera.
Pese a que la dirección anhelaba una convención abierta, el presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, no tuvo más remedio que claudicar y reconocer, en un mensaje en Twitter, que el empresario, que nunca ha ocupado cargo político alguno, será el probable nominado.
11 meses después de lanzar su campaña, que los expertos consideraron una broma y un acto de vanidad, a ser flor de un día, Trump toca casi con las manos la nominación para competir en las elecciones presidenciales de noviembre próximo.
"Creo que hemos -y, específicamente, he- subestimado al Sr. Trump. Hicimos malas suposiciones, malas interpretaciones de los datos y perdimos las conexiones a lo largo del camino", reconoció ayer Nate Cohn, destacado analista del diario The New York Times, en un artículo titulado En lo que me equivoqué sobre Donald Trump.
Los expertos han tenido que retractarse en sus apuestas sobre los resultados de las primarias republicanas a medida que el magnate se iba consolidando como el candidato más fuerte de entre los 17 que llegaron a presentarse, hasta reconocer por fin, con su victoria del martes en Indiana, que era el nominado inevitable.
Un error de cálculo mayúsculo
"Una tendencia que hemos visto en los últimos periodos electorales es una disminución en el poder de los partidos en cuanto a la conformación de las campañas presidenciales", explicó el profesor en Ciencia Política de la Universidad Northern Iowa, Justin Holmes.
"El presidente Barack Obama tampoco fue el candidato que se esperaba en 2008, pero fue capaz de construir su propia campaña ligeramente fuera de la corriente del partido. Creo que mucha gente ha tardado en reconocer esta disminución de su influencia", añadió el experto.
En cuanto a Trump, Holmes recordó que desde aquel famoso día de junio pasado en el que el magnate descendió las escaleras en una de sus torres de Nueva York para anunciar sus aspiraciones, existía la convicción de que de alguna manera el Partido Republicano lo detendría, pero nadie fue capaz de explicar cómo.
"Creo que otro aspecto es que Trump básicamente lo hace todo mal como candidato. Dice cosas que son ridículas y ofensivas para grandes sectores de la población. Tiene una visión personal de las cosas muy limitada (...), y está bastante lejos de lo que esperamos de un candidato ganador, por lo que la gente pensaba que no lo lograría", agregó.
Sin embargo, lo ha conseguido, y su victoria muestra también las dificultades a nivel ideológico por las que está pasando el Partido Republicano, que incluso obligó al multimillonario a firmar un acuerdo para que respetara un posible triunfo de otro aspirante, evitando así que se presentara como independiente y dividiera el voto conservador.
Esta lucha interna del partido se ha cristalizado a lo largo de los años en una sucesión de bloqueos legislativos y la consecuente inoperancia del Legislativo, que ha registrado los mayores índices de desafección entre los ciudadanos estadounidenses de las últimas décadas.
"Trump identificó un nicho en el electorado, y en gran parte se convirtió en lo que ese nicho quería de un candidato. Fue realmente capaz de capitalizar un estado de ánimo en algunos sectores que se sienten abandonados y enfadados con los cambios que ocurren a su alrededor", opinó el profesor de Ciencia Política.
La cuestión ahora es cómo ese partido al que ha desdeñado en los últimos meses le aceptará y apoyará como candidato presidencial.
"Están en una situación difícil. Al aparato no le gusta Trump. Al electorado no parece gustarle Trump (independientes, e incluso un buen número de republicanos). La pregunta es, ¿Qué tan dispuestos están a apoyar Trump para evitar que Hillary Clinton gane?", se plantea el profesor.
Renunciaron Cruz y Kasich
John Kasich, gobernador de Ohio, abandonó ayer la carrera presidencial republicana para los comicios de noviembre en EE.UU., lo que deja el camino libre para que el magnate Donald Trump sea el candidato conservador a la Casa Blanca.
El gobernador agradeció a su familia, a su equipo y a los voluntarios que han trabajado en su campaña el esfuerzo en los últimos meses, pero reconoció la inviabilidad de su proyecto en este punto de la batalla electoral.
Kasich sigue así la estela del senador por Texas Ted Cruz, que suspendió su candidatura el martes tras poner mucho esfuerzo en ganar las elecciones primarias de Indiana, si bien se impuso Trump con rotundidad.
Tras la derrota, Cruz consideró que ya no existe un camino viable para ser el abanderado republicano en las elecciones de noviembre.
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