PEDRO ALONSO
EFE | LA PATRIA | WASHINGTON
El presidente de EE.UU., Donald Trump, defendió ayer su polémico veto temporal a la entrada de refugiados y ciudadanos de siete países de mayoría musulmana, pese a la ola de protestas que ha provocado dentro y fuera del país norteamericano.
En su primera semana desde que juró el cargo el pasado 20 de enero, Trump ha causado una enorme controversia y ha soliviantado a medio mundo con la orden ejecutiva que firmó el viernes, como herramienta para luchar contra el terrorismo yihadista.
El decreto ley suspende el ingreso en EE.UU. de todos los refugiados durante 120 días, así como la concesión durante 90 días de visados a siete países de mayoría musulmana con historial terrorista -Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Yemen e Irán- hasta que se establezcan nuevos mecanismos de vigilancia más estrictos.
Pese al aluvión de críticas de líderes internacionales, legisladores demócratas y republicanos (el partido de Trump), y los fallos adversos de varios jueces federales, ni el presidente ni su Administración mostraron ayer signo alguno de dar marcha atrás.
"Nuestro país necesita fronteras sólidas y un escrutinio extremo, Ahora. Miren lo que está sucediendo en toda Europa y, ciertamente, en el mundo - ¡un lío terrible!", afirmó Trump en un mensaje publicado en su cuenta personal en la red social Twitter.
"Los cristianos en Oriente Medio han sido ejecutados en grandes cantidades. ¡No podemos permitir que este horror continúe!", agregó Trump, en una aparente alusión a los crímenes cometidos por grupos yihadistas como el Estado Islámico (EI).
El veto provisional generó el sábado una gran confusión e indignación en aeropuertos del todo el mundo, mientras numerosos viajeros veían bloqueado su acceso a territorio estadounidense y entre 100 y 200 pasajeros -según la Unión para las Libertades Civiles en América (ACLU)- eran retenidos a su llegada a EE.UU.
La medida desató la ira de manifestantes que se congregaron el sábado en decenas de aeropuertos de todo el país, con pancartas en las que se leían consignas "Refugiados, bienvenidos" o "Yo amo a mis vecinos musulmanes".
Las protestas continuaron ayer en importantes ciudades del país, como la capital, Washington, donde varios miles de personas expresaron su repulsa ante la Casa Blanca.
Una jueza federal bloqueó a última hora del sábado parte del polémico veto, en respuesta a una demanda de la ACLU contra la orden ejecutiva de Trump, que cuestiona su constitucionalidad.
La jueza Ann M. Donnelly, del Tribunal del Distrito Federal de Brooklyn (Nueva York), dictó que los refugiados u otras personas afectadas por la medida, y que llegaron a aeropuertos de EE.UU. tras emitirse el decreto, no pueden ser deportados a sus países.
Tras el dictamen de la magistrada, jueces federales en Alexandria (Virginia), Seattle (Washington) y Boston (Massachusetts) adoptaron decisiones similares.
Descontento
El decreto del magnate se topó con el rechazo de los legisladores demócratas, como el líder de la minoría de ese partido en el Senado, Charles Schumer, quien exigió a Trump "revertir" el "miserable" veto y adelantó que evaluará medidas legislativas para frenar la orden.
"Nosotros no somos así", escribió en su cuenta Twitter Hillary Clinton, la rival demócrata a la que el multimillonario venció en las elecciones presidenciales de noviembre pasado, al dar su apoyo a quienes protestan para "defender nuestros valores".
Trump recibió también reproches de dos influyentes senadores republicanos, John McCain (excandidato presidencial) y Lindsey Graham, que afirmaron ayer que el decreto envía el mensaje de que "EE.UU. no quiere que los musulmanes vengan a nuestro país".
"Por eso, tememos que esta orden ejecutiva pueda hacer más para ayudar al reclutamiento de terroristas que para mejorar nuestra seguridad", aseveraron McCain y Graham en un comunicado conjunto.
Fiscales generales de 16 estados de EE.UU., nueve gobernados demócratas y siete republicanos, condenaron ayer el veto, que tildaron de "inconstitucional, anti-estadounidense e ilegal".
El decreto de Trump ha causado igualmente una extraordinaria ira en muchos países y ha provocado el rechazo de gobernantes como la canciller alemana, Angela Merkel, o el presidente francés, François Holland, quienes departieron el sábado por teléfono con el magnate.
Asimismo, el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abulgueit, expresó ayer su "profunda preocupación" por el veto temporal a la entrada en EE.UU. de los ciudadanos de varios países musulmanes, la mayoría de ellos miembros del organismo.
Irán e Irak, dos de los estados incluidos en la lista negra de Trump, ya han amenazado con prohibiciones recíprocas para cerrar la puerta de su territorio a los ciudadanos estadounidenses.
El Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. Insistió ayer en que aplicará la polémica orden, que suspende tanto la entrada de todos los refugiados durante 120 días como la concesión durante 90 días de visados a los siete países.
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