EFE | LA PATRIA | HELSINKI
Los gestos expresaron más que las palabras en la primera cumbre entre los presidentes de EE.UU., Donald Trump, y Rusia, Vladímir Putin, que compitieron por llegar de últimos a la reunión, minimizaron el contacto físico y dejaron reflejadas sus tensiones en el incómodo pase de un balón de fútbol que marcó la cumbre de Helsinki.
La impuntualidad es una marca registrada del mandatario ruso, que en una ocasión hizo esperar cuatro horas a la canciller alemana, Ángela Merkel, y que no aterrizó en Helsinki hasta las 1:00 de la tarde, 20 minutos antes de la hora en la que, según la Casa Blanca, tenía programado reunirse con Trump.
El plan original de Trump era llegar a las 1:00 a la sede de la cumbre, el Palacio Presidencial, pero no abandonó su hotel hasta que Putin llegó al lugar de la cita, en un aparente intento de marcar músculo ante el mandatario ruso y provocar que fuera él quien tuviera que esperarle.
Ese tira y afloja molestó claramente a ambos presidentes y se reflejó en sus caras cuando por fin se encontraron, 50 minutos más tarde de lo previsto, en la sala gótica del palacio finlandés. Tras una reunión de cuatro horas que se zanjó sin grandes acuerdos, ofrecieron una conferencia de prensa en la que el presidente ruso admitió que deseaba la llegada de Trump a la Casa Blanca para mejorar la "maltrecha" relación entre ambos países, pero negó cualquier injerencia del su gobierno en las elecciones del 2016 en Estados Unidos.
Esa confesión, al parecer, agradó al magnate estadounidense que dio más credibilidad a su homólogo ruso que a sus propios servicios de inteligencia. "Me dijeron las agencias de inteligencia que creen que fue Rusia. Y el presidente Putin me acaba de decir que no es Rusia. Diré lo siguiente: no veo ninguna razón por la que debería serlo", dijo Trump, de pie junto a Putin.
No es la primera vez que Trump pone la negativa de Putin por encima de las garantías de su propio Gobierno, pero nunca antes lo había hecho en una conferencia de prensa con Putin al lado, y en un momento en el que la investigación de la trama rusa que dirige el fiscal especial Robert Mueller ha cobrado fuerza, con la acusación presentada el viernes contra 12 agentes de inteligencia de Moscú.
Putin desencadenó el momento más incómodo de la jornada: recién llegado de la final del Mundial de fútbol, el presidente ruso recibió un balón de un asesor y se lo entregó en plena conferencia de prensa a Trump.
Justo antes, un periodista había preguntado por la afirmación que hizo el domingo en Twitter el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, de que la "pelota está en el campo de Rusia" en lo relativo a los esfuerzos para mejorar las relaciones bilaterales.
"Hablando de fútbol, señor presidente, le daré este balón y ahora la pelota está en su campo", le dijo Putin a Trump para expresar que si Washington ha considerado que en el caso de Siria la pelota está del lado de Moscú el líder ruso opina que ahora la tiene el estadounidense.
No está claro si Trump captó la referencia de Putin, pero este expresó sin lugar a dudas su malestar con el tuit de Pompeo, que prometía "seguir combatiendo las actividades malignas" de Rusia.
El episodio reflejó una vez más la dualidad entre Trump y los propios funcionarios de su Gobierno, que han adoptado la postura de línea dura hacia Rusia propia del aparato tradicional del Partido Republicano, mientras que el mandatario siempre evita criticar a Moscú.
Las palabras de Trump generaron rechazo en el aparato político de Estados Unidos, donde el líder republicano de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, pidió al presidente que asuma que Putin "no es su aliado"; y el director de la inteligencia nacional, Dan Coats, reiteró su conclusión de que "Rusia interfirió" en los comicios.
Al ser preguntado por los resultados concretos de la reunión se abstuvo de detallarlos, lo mismo que Putin, que tampoco dio más que respuestas vagas sobre aquello acerca de lo que hablaron a solas o junto con sus delegaciones.
El ruso aludió a sus propuestas para el control del armamento de cada país, como por ejemplo una ampliación del acuerdo START de armas estratégicas y Trump volvió a recordar que entre los dos países tienen el 90 % de las armas nucleares en el planeta.
"Como potencias nucleares, tenemos una responsabilidad especial" en la seguridad internacional, se limitó a decir Trump.
La detención de una ciudadana rusa que supuestamente actuaba como agente ilegal del Kremlin en Washington sorprendió al presidente, Donald Trump, en plena cumbre con su homólogo ruso, Vladimir Putin.
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