EFE | LA PATRIA | Washington
Suspender a Venezuela de la Organización de Estados Americanos (OEA), como propuso esta semana el secretario general del organismo, Luis Almagro, es un proceso diplomático complejo que requiere el apoyo de dos tercios (24) de los 34 países miembros.
Para suspender a un país de la OEA hay que aplicar la Carta Democrática Interamericana, un instrumento jurídico aprobado en 2001 por todos los Estados miembros con el fin de proteger la democracia en la región.
La suspensión es la sanción más alta que la OEA puede hacer a un Gobierno y solo se ha efectuado una vez desde la creación de la Carta: tras el golpe de Estado en Honduras de 2009.
Más que las consecuencias prácticas de dejar de participar en las actividades y programas de la OEA, el valor de la suspensión es su carácter de sanción política y moral de unos gobiernos sobre otro.
Almagro defiende que, en este caso, la suspensión es "el más claro esfuerzo y gesto" que los países americanos pueden hacer por el pueblo venezolano y por la democracia en la región.
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