PAULA ESCALADA MEDRANO
EFE | LA PATRIA | MÉXICO
La crisis diplomática generada por la utilización del papa Francisco del término mexicanización demuestra, según los expertos, que el Gobierno mexicano está más preocupado por la semántica que por el horror transmitido por los obispos de México al líder religioso.
"Más que la mexicanización, creo que lo relevante es qué le comunican los obispos mexicanos", dijo el politólogo Javier Oliva, en la que aseguró que la palabra "horror" es lo verdaderamente grave.
A través de una carta dirigida al legislador argentino Gustavo Vera, el pontífice expresó esta semana su preocupación por el avance del narcotráfico en Argentina y pidió evitar la mexicanización del país.
En la misiva, además, el máximo líder de la Iglesia católica contó que estuvo hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror.
Lejos de preocuparse por el fondo de las palabras de Jorge Bergoglio, el Gobierno mexicano se fue directamente contra el término mexicanización y envió el lunes una nota diplomática al Vaticano al considerar que el pontífice estigmatizaba al país al usar esa palabra.
La Santa Sede aclaró ayer que las palabras de Francisco no tenían: "una intención estigmatizante hacia el pueblo de México" y reconoció el esfuerzo que está realizando el Gobierno del país en la lucha contra el narcotráfico.
Levantó ampollas
Y aunque ayer el canciller mexicano, José Antonio Meade, aseguró que el caso está zanjado, las declaraciones han levantado muchas ampollas por el miedo a que esta peyorativa palabra acabe generalizándose para hablar de este país, como ocurriera hace años con el término colombianización.
"En otras épocas se utilizaba la palabra colombianización o balcanización. Siempre son problemas que caracterizan a un país determinado y que se pueden aplicar como modelos negativos. En el caso que utiliza el papa, y por más explicación que se quiera dar desde la cancillería mexicana, pues desde luego que es una referencia negativa", apuntó Oliva.
Lejos de la polémica levantada, hay algo que se ha escapado del análisis y es que hace unas semanas Francisco nombró a un cardenal de la diócesis de Morelia, en el violento estado de Michoacán, algo que demostró que el pontífice busca darle mucha visibilidad a lo que sucede en México.
Aunque la reacción de México demuestra el interés del Gobierno de sacar esta palabra del imaginario colectivo, Oliva cree que tras la polémica algunos analistas u observadores internacionales probablemente utilizarán ese término, algo en lo que está de acuerdo el doctor en Derecho Penal, Gilberto Santa Rita.
"Gracias a esto se va a utilizar el concepto más comúnmente", dijo el experto, quien también cree que tanto la sensibilidad política como la social que hay en el país ante cualquier cosa que rompa un poco el esquema de formalidad que hay, se convierte en un escándalo.
"Lo grave no es la forma del concepto sino el fondo del fenómeno, pero como el Gobierno carece de los elementos para responder jurídicamente y socialmente ante la delincuencia, se va con la parte superficial, que es el concepto, en lugar de hacer un reconocimiento sobre la situación", agregó.
Para Santa Rita, poner el dedo en la llaga sobre este término es una estrategia política inocente, una respuesta que no hace sino agrandar el problema y que no demuestra más que un reconocimiento tácito del fenómeno en México.
"Pienso que una política mucho más elegante y depurada habría arreglado esto por la vía privada. Al hacerlo mediante misiva oficial no se hace más que exponer a México ante la verdad que dijo el papa. Me parece que es una mala estrategia política", agregó.
Con la fuerte indignación que ha mostrado el Ejecutivo mexicano y con el interés de negar el fenómeno, lo que se consigue es todo lo contrario, aseguró el experto, reavivar la crisis de violencia por la que atraviesa México.
Mala imagen
La barbarie del crimen organizado es algo a lo que los mexicanos han tenido que acostumbrarse a la fuerza desde hace años, pero pocos hechos violentos han tenido la repercusión del secuestro de 43 jóvenes estudiantes de una escuela de Ayotzinapa, localidad del estado de Guerrero, en septiembre pasado. Aunque las autoridades dan por seguro que fueron asesinados después de que policías corruptos los entregasen a un cartel de la droga, los familiares de los estudiantes no bajan la guardia y están movilizados para lograr justicia en un caso que ha dejado en evidencia los nexos entre los narcos y el poder político disparándose la mala imagen de México en el mundo.
El caso Ayotzinapa ha hecho perder apoyo al presidente Enrique Peña Nieto en un momento en que su Gobierno está empeñado en un ajuste en la economía para enfrentar la desaceleración.
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