George Bagdadi
EFE | LA PATRIA | Damasco
Los sirios se volcaron ayer con los comicios presidenciales en Damasco, donde la afluencia de votantes fue masiva, en unas elecciones en las que el mandatario Bachar al Asad tiene todas las papeletas para ganar.
Casi 16 millones de los 23,6 millones de sirios estaban llamados a acudir a las urnas, que cerraron a la medianoche -tras una extensión de cinco horas- en 9.601 centros de votación repartidos por las zonas del país en guerra bajo control del régimen.
Para los sirios aún se hacía raro ver junto a la propaganda de Al Asad, que lleva en el poder desde 2000, la publicidad de otros aspirantes, ya que estas fueron las primeras elecciones con más de un candidato en medio siglo en Siria.
Aun así, de las decenas de personas consultadas por Efe, ninguna dijo que iba a apoyar a otro aspirante que no fuera Al Asad.
El corazón de la capital está bajo férreo control de las autoridades, aunque puede escucharse a veces el ruido de los bombardeos en la periferia, donde los soldados luchan contra los rebeldes en el distrito de Guta Oriental.
En la capital, el respaldo al presidente es significativo entre amplios sectores de la población, especialmente entre los cristianos y otras minorías religiosas, preocupados por una hipotética ascensión al poder de los islamistas si Al Asad se marcha.
En Damasco, varios cohetes cayeron ayer en zonas del centro sin causar víctimas; mientras que en el resto de provincias la jornada transcurrió sin incidentes.
Tanto la Comisión Judicial Suprema Electoral como la televisión oficial destacaron el gran número de personas que fueron a votar.
Según las autoridades, miles de sirios cruzaron desde el Líbano para sufragar en los centros de votación instalados en puestos fronterizos.
Las elecciones se celebraron cuando Siria se adentra en el cuarto año de un conflicto que ha causado 162.000 muertos, seis millones de desplazados internos y 2,5 millones de refugiados en otros países.
Sobre el terreno, Al Asad está fortalecido por los recientes avances del Ejército.
Los últimos siete comicios desarrollados en Siria han sido más bien referendos para confirmar al presidente de turno, bien Bachar al Asad o su padre, Hafez al Asad (1971-2000), en los que siempre obtenían más de 95% de los sufragios.
La nueva Constitución, aprobada en un plebiscito en febrero de 2012, y la nueva ley electoral han abierto la puerta a elecciones con más de un candidato, aunque dificultan la presentación de los opositores exiliados en el extranjero.
El presidente sirio, Bachar al Asad (segundo de derecha a izquierda), caminó hacia la reelección en los comicios que se celebraron ayer en Siria, tras una hábil jugada para perpetuarse en el poder como hizo su padre, Hafez al Asad.
No se sabe si Al Asad, un oftalmólogo de profesión que cuando accedió al poder parecía un hombre con poco carisma y de talante moderado, es un Maquiavelo que mueve los hilos o la cara visible de un régimen inexpugnable que maneja la situación.
Sea como fuere, Al Asad se ha valido del férreo sistema político construido por su padre, Hafez, del que heredó el cargo tras su muerte el 10 de junio de 2000, para mantenerse en el puesto y ahora intentar extender su mandato.
Su persona mueve pasiones entre los sirios, que lo odian a muerte o lo idolatran, dependiendo de su simpatía o enemistad con el régimen, aunque existe una gran masa que simplemente aspira a vivir en paz.
Frente a la rigidez de sus discursos, en las entrevistas que ha concedido en los últimos tres años el mandatario se ha exhibido siempre relajado, e incluso sonriente, conocedor de la idiosincrasia de la sociedad siria.
"La mayoría de los sirios está en el medio y luego tienes a gente que te apoya y a gente que está en contra, así que la mayoría siempre está en el medio, lo cual no significa que esté en contra", decía en una intervención, en la que suele dominar la retórica con gran habilidad.
Pese a defender contra viento y marea que Siria afronta una lucha contra el terrorismo y pese a haber mandado a los tanques contra los manifestantes, ha admitido que el sistema político de su país no es democrático y que son necesarias reformas.
"Hay diferencia entre dictador y dictadura. La dictadura es el sistema y nunca dijimos que fuéramos una democracia, pero nos estamos moviendo hacia las reformas (...) Sobre mi persona, lo que haga debe basarse en la voluntad del pueblo, porque necesitas de legitimidad popular", afirmaba en diciembre de 2011.
Consciente de que su gran baza es la institución castrense, dirigida por oficiales próximos al régimen pertenecientes a la secta alauí -a la que él mismo pertenece-, Al Asad explicaba en otra entrevista que "en Siria hay estabilidad porque el Ejército no está dividido; si lo estuviera, no la habría".
Ha cumplido a rajatabla la hoja de ruta que esbozó en el 2011, cuando adelantó que habría elecciones parlamentarias y una nueva Constitución antes de los comicios presidenciales en el 2014.
Durante la campaña electoral, ha aumentado sus apariciones en público, en las que se ha mostrado paternalista y protector.
En algunos actos va acompañado por su esposa Asma, con la que tiene tres hijos, y junto a la que intenta dar una imagen de modernidad y moderación frente a "los enemigos de la nación", como llama a "los terroristas de ideología takfiri" (extremistas radicales).
Nacido el 11 de septiembre de 1965 en Damasco, Al Asad estudió medicina y se especializó en oftalmología en la capital siria y Londres, donde cursó un postgrado.
En 1994 fue llamado por su padre, el entonces presidente, Hafez al Asad, tras la muerte de su hermano mayor Basel, el primogénito, en un accidente de tráfico.
A partir de entonces, Bachar ascendió en la carrera militar con el apoyo paterno. Después de la muerte de su padre, que gobernó durante casi tres décadas, fue declarado presidente por el Parlamento tras un referéndum popular en el que recibió una aprobación del 97,29%; y juró el cargo el 17 de julio de 2000.
A su llegada al poder se pensó que iba a dar un giro democratizador, pero menos de un año después dio marcha atrás y fueron arrestados activistas y opositores.
En EL 2007, Al Asad renovó su mandato por otros siete años en otro referéndum en el que obtuvo el 97,62% de los votos.
El Cairo. El exjefe del Ejército Abdelfatah al Sisi se erigió ayer como ganador indiscutible de las elecciones presidenciales de Egipto, al obtener el 96,91% de los votos, en una carrera en la que los pronósticos se cumplieron sin sobresaltos.
La Comisión Electoral confirmó la victoria arrolladora de Al Sisi en los comicios celebrados entre el 26 y el 28 de mayo pasado, que registraron una participación del 47,45%, lo que supone que votaron 25,5 millones de los casi 54 millones de egipcios llamados a las urnas.
23.780.104 personas apoyaron Al Sisi, un número claramente superior a los 757.511 sufragios (3,09%) cosechados por el otro aspirante presidencial, Hamdin Sabahi.
El izquierdista se vio incluso superado por los votos nulos, que ascendieron a 1.040.608, un 4,07% de todos los emitidos.
La abstención estuvo motivada, entre otros, por los Hermanos Musulmanes y el movimiento juvenil 6 de Abril, contrarios al régimen salido del derrocamiento del islamista Mohamed Mursi el pasado 3 de julio a manos del Ejército.
Por otro lado, Al Asi destacó que fueron rechazados los recursos presentados contra las decisiones del comité y que no hubo "problemas significativos" que afectasen la transparencia del proceso, pese a la anulación de las votaciones en 12 centros por irregularidades.
En su primer discurso a la nación como presidente electo, Al Sisi aseguró que "ya ha llegado el momento de trabajar para que Egipto se desplace hacia un futuro brillante y vuelva la estabilidad a esta patria".
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