EFE | LA PATRIA | PARÍS
Miles de chalecos amarillos participaron ayer en París en una manifestación, en el octavo sábado consecutivo de protestas en Francia, con enfrentamientos entre una minoría de participantes y las fuerzas del orden.
Los primeros altercados se produjeron en las proximidades de la Prefectura de Policía, junto al río Sena, al inicio de la marcha entre el Ayuntamiento y la Asamblea Nacional.
La Policía respondió con gases lacrimógenos al lanzamiento de piedras y botellas contra los agentes de manifestantes encapuchados.
Pero la situación degeneró unos cuarenta minutos más tarde. Los agentes volvieron a recurrir a los gases lacrimógenos y a las cargas para hacer retroceder a decenas de chalecos amarillos que trataban de atravesar el Sena por la pasarela Léopold Sédar Senghor frente al jardín de las Tullerías, fuera del itinerario marcado para la manifestación.
A partir de ahí, mientras los manifestantes se dispersaban, grupos violentos multiplicaron los ataques contra los agentes con todo tipo de proyectiles, las quemas de contenedores, de papeleras, de motos y de vehículos en una amplia zona que fue desde el Museo de Orsay hacia el bulevar de Saint Germain.
Precisamente, en ese bulevar tan turístico continuaban las cargas policiales contra quienes prendieron fuego a unas barricadas montadas para obstaculizar el paso por la calle.
Al menos un agente resultó herido al recibir el impacto de una bicicleta lanzada contra él.
Fuera de París, igualmente se produjeron altercados en otras ciudades como en Toulouse, donde algunos manifestantes formaron barricadas en el barrio de Carmes, según la emisora France Info, en Ruán, en Nantes o en Rennes.
El ministro del Interior, Christophe Castaner, publicó en su cuenta de Twitter una foto en la que aparecía reunido en la sede de su departamento con los responsables de las fuerzas de seguridad para una videoconferencia con los prefectos (delegados del Gobierno) e hizo un llamamiento "a la responsabilidad y al respeto de la ley".
Los chalecos amarillos
El movimiento de los chalecos amarillos -nombre que toman por el color de la prenda reflectante que llevan, obligatoria en los vehículos- surgió de forma espontánea para protestar por el alza de las tasas al carburante y después amplió sus críticas.
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