Pedro Alonso
Efe|LA PATRIA|Washington
El polémico magnate Donald Trump pulverizó todos los pronósticos en el 2016, al ganar la candidatura republicana a la Casa Blanca y vencer después en los comicios presidenciales más imprevisibles que se recuerdan en EE.UU.
El triunfo del multimillonario neoyorquino en las elecciones del 8 de noviembre frente a la demócrata Hillary Clinton, que no anticipó casi ninguna encuesta, conmocionó a su país y al resto del mundo.
La magnitud de la sorpresa quedó plasmada de forma especialmente gráfica en la portada del diario británico "The Daily Mirror", que publicó una imagen de la Estatua de la Libertad, con nubarrones amenazadores de fondo, cubriéndose el rostro con las manos en señal de dramática incredulidad, junto al titular "¿Qué habéis hecho?".
Ni sus interminables escándalos (que habrían fulminado a un candidato convencional), ni la oposición de su propio partido, ni el menosprecio de la prensa, ni el desatino de los sondeos impidieron el meteórico ascenso de un candidato por el que nadie daba un centavo cuando se postuló a la Presidencia el 16 de junio de 2015.
La voz
El empresario no dudó en jugárselo todo a una carta: dar "voz" a millones de estadounidenses que, desde hacía tiempo, confesaban en las encuestas su enojo con la clase política tradicional, a la que veían recluida en su burbuja de Washington.
Con la "incorrección política" por bandera y un discurso populista, xenófobo y ultranacionalista ("EE.UU., primero"), el magnate se erigió, pues, en azote de un "establishment" que encarnaba Clinton y que consideraba "corrupto". Trump movilizó a legiones de seguidores (votantes de clase blanca trabajadora azotados por la crisis económica) en sus multitudinarios mítines y estableció con ellos una relación directa con el uso compulsivo de Twitter.
A comienzos de año, Trump llegó al ciclo de elecciones primarias republicanas como favorito en las encuestas y acabó imponiéndose a sus 16 rivales. El hoy presidente electo ganó la nominación presidencial con una cifra récord de más de 14 millones de votos, pese a una campaña trufada de insultos a las mujeres, los hispanos, los musulmanes, los afroamericanos y los discapacitados.
Pero nada pasaba factura al explosivo candidato, coronado como aspirante a la Casa Blanca en la Convención Nacional Republicana de julio en Cleveland. A partir de ahí, Trump se enzarzó con Hillary Clinton en la campaña más desagradable que ha vivido EE.UU.
La vuelta
Con los sondeos en contra, el multimillonario hizo de su campaña una montaña rusa de polémicas, como la emisión de un video de 2005 en el que se le escuchaba hacer comentarios sexuales sobre las mujeres con un lenguaje ofensivo.
Clinton, que se veía cada vez más cerca de convertirse en la primera mujer en alcanzar la Presidencia de EE.UU., se frotaba las manos hasta que el FBI, a 11 días de los comicios, anunció la reapertura de la pesquisa del escándalo por el uso indebido de sus correos electrónicos cuando era secretaria de Estado (2009-2013).
El inesperado anuncio del FBI, que dos días antes de las elecciones sorprendió otra vez al informar que daba carpetazo definitivo al caso, dio oxígeno a Trump, que llegó a la recta final de la campaña pisándole los talones a Clinton.
El día de los comicios, a medida que avanzaba el recuento de votos, el mapa electoral de EE.UU. empezó a teñirse de rojo (color republicano) en estados clave tradicionalmente azules (color demócrata). Pasada la medianoche y con el país (y el mundo) en vilo, estalló la noticia: Trump sería el 45.º presidente de Estados Unidos.
Desde entonces, el magnate empezó a configurar su gabinete, con abundancia de generales, millonarios y cargos polémicos, a la espera de jurar el cargo el próximo viernes. Nadie parece capaz de barruntar qué tipo de mandatario será, dado su carácter volátil e imprevisible. Como lo demostró en su primera rueda de prensa después de elegido y que dio esta semana, vetando a periodistas, sosteniéndose en su discurso polémico y de candidato.
"Nunca hubo un presidente en la historia moderna (...) con el que sea tan inescrutable predecir como será su presidencia", admitió el experto Peter Wehner, exfuncionario republicano de la Casa Blanca.
Sin mayores cambios
La docente de la Universidad Autónoma Anaís Palacio, politóloga y experta en relaciones internacionales, afirma que la llegada de Trump no asusta tanto, porque no afectará los propósitos que se tienen ni las relaciones que se tejen en términos militares ni económicos. No obstante, aclara que puede que exista un rechazo fehaciente de Trump hacia lo foráneo, no solo a los mexicanos, sino a toda América Latina, aunque no significa que cambiará drásticamente.
Sobre los cambios que se dan en Colombia con las Farc y la llegada del posconflicto, lo mismo que con el inicio de diálogos con el Eln, Palacio sostiene que como el presidente electo de Estados Unidos es de ala derecha, aunque algunos lo consideran de extrema, es posible que su posición frente a las guerrillas sea negativa, aunque presume que estaría a favor de un proceso de paz que mantenga la institucionalidad en Colombia. “Es decir, que sigan un control político, que se respeten las normas ya constituidas, que no se le dé tantos beneficios a la insurgencia que llega a ese proceso de paz y que el Gobierno la controle”.
Reconoce que no se vislumbra que Trump vaya a entorpecer los cambios que se gestan en este país, porque su política exterior está más encaminada a lo comercial y al medio oriente.
Cierre de tuercas para inmigrantes
La poca experiencia política que tiene Trump es para el sociólogo Rodrigo Santofimio, docente de la Universidad de Caldas, un punto en contra en su desempeño. “Hay incertidumbre sobre lo que puede hacer un hombre no político, dedicado a los negocios. Incluso, los mismos nombramientos que ha hecho despiertan inquietud”.
Sobre los inmigrantes, Santofimio destaca que las medidas draconianas que anunció Trump, sobre todo para aquellos que incurran en delitos, será clave.
Sostiene que posiblemente se fortifique la frontera con México, se revise el visado, lo mismo que las medidas para los refugiados, políticos o por condiciones económicas.
Agrega que las oportunidades de empleo serán más complicadas y difíciles para los latinos porque llegan en condiciones más duras. “Los que tengan precariedad en estudios o que lleguen en condiciones de ilegales o inmigrantes, o con prontuario delictivo o criminal, pueden tener bastantes complicaciones. Aquí lo que se verá es un cierre de tuercas”, concluye.
Economía irá bien
En cuanto a la economía, un campo en el que el presidente electo de Estados Unidos tiene vasta experiencia, Juan Eduardo Zuluaga Perna, presidente de la ANDI y gerente de Confa, presume que su llegada afectará a Colombia porque es una persona que simboliza una corriente en contra de lo que había sido la política internacional de ese país, independiente del partido político que estuviera al frente y que siempre estuvo pendiente de la política del Tratado de Libre Comercio.
Según Zuluaga Perna, a Trump no le interesa ese modelo y por lo tanto lo quiere desmontar y eso para los colombianos se constituye en un elemento perturbador. Agrega que las posiciones que anunció para países vecinos, como México, demuestra que su diplomacia es difícil de manejar.
Pese a este panorama, Zuluaga Perna aclara que la afectación comercial para Colombia no será traumática, pues asegura que el TLC no ha dado muchos resultados y que mucho de lo que se exporta a Estados Unidos -café, petróleo, carbón- son cosas que necesita. “Pienso que si el petróleo no sale para Estados Unidos irá para otro país. No veo una dificultad grande, porque no somos grandes exportadores de bienes manufactureros para ese país, contrario a México”.
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