Luis Miguel Pascual
Efe | LA PATRIA | Seyne-les-Alpes (Francia)
Los restos humanos llegan con cuentagotas al centro avanzado que la Gendarmería francesa montó en Seyne-les-Alpes, donde los tratan con quirúrgica meticulosidad para identificar a las 150 víctimas del siniestro aéreo del pasado martes.
"Es un trabajo de relojero", describe un responsable francés de identificación criminal. Todo se hace con escrupulosa precisión, desde la recogida de las muestras en la montaña hasta su tratamiento y atribución.
Será una labor de semanas: hasta que no se complete, los cadáveres permanecerán en custodia en Seyne y solo cuando se acabe el trabajo se repatriarán para entregárselos a sus familiares.
Caso aparte serán los restos del copiloto del avión, Andreas Lubitz, al que la justicia francesa considera sospechoso de haber provocado de forma deliberada el accidente y cuyos restos pueden pasar a disposición del fiscal, que puede ordenar exámenes complementarios.
Efectos del impacto
El coordinador de esa labor, el coronel Patrick Touron, director adjunto del Instituto de Investigación Criminal de la Gendarmería, afirmó que cuentan ya con entre 400 y 600 restos humanos que son analizados.
La violencia del impacto prácticamente pulverizó a los pasajeros, cuyos restos ardieron posteriormente en la explosión del queroseno del aparato.
Por eso, indicó Touron, no se ha encontrado ningún cadáver completo pese a que los investigadores comenzaron la búsqueda por el lado más alejado del impacto, donde teóricamente sufrieron menos daños.
En el laboratorio de campaña de Seyne un grupo de forenses franceses apoyados por investigadores españoles y alemanes busca en los restos rescatados pruebas de ADN, huellas dactilares o el perfil dental, los únicos elementos que permiten la identificación de un pasajero.
Una estela con un texto en francés, español y alemán se convirtió en un centro de peregrinación de familiares, que llegan con cuentagotas, dejan ramos de flores, fotos o recuerdos y, en silencio, rinden homenaje a sus seres queridos.
La compañía aérea alemana Lufthansa informó de que pagará 50 mil euros por cada pasajero a los familiares de las víctimas del vuelo 4U 9525 de su filial Germanwings.
El copiloto ocultó una baja por enfermedad
El copiloto alemán Andreas Lubitz rompió una baja médica para ese día y le ocultó su enfermedad a la aerolínea Germanwings.
La Fiscalía federal de Düsseldorf comunicó ayer que los registros practicados en las dos viviendas que frecuentaba Lubitz sirvieron para hallar varios documentos que arrojan luz sobre la situación personal del copiloto.
Los investigadores consideran que el copiloto trató de esta manera de "ocultar su enfermedad a su empleador y su entorno profesional". La Fiscalía no dio cuenta de qué tipo de enfermedad aquejaba a Lubitz, de 27 años, aunque varios medios alemanes coincidieron en informar de que el copiloto sufría problemas psicológicos.
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