La Cumbre Iberoamericana se reinventa 23 años después

La Cumbre Iberoamericana abrió una nueva etapa en Veracruz (México), el 8 y 9 de diciembre, presentada como una refundación tras 23 años de singladura y con el objetivo de centrarse en medidas concretas que repercutan directamente en los ciudadanos.

En una región en la que en los últimos años ha proliferado la aparición de diversos foros multilaterales - Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), Alba (Alianza Bolivariana para Nuestra América), Mercosur, la Alianza del Pacífico y la CELAC -entre otros-, la Cumbre Iberoamericana dejará de celebrarse anualmente para ser bienal.

Con esta medida se pretende combatir la saturación de reuniones de jefes de Estado y Gobierno y dejar más tiempo a la Secretaria General Iberoamericana (Segib), para que prepare medidas especificas a adoptar por los líderes.

La costarricense Rebeca Grynspam, que encabeza la Segib en la que sustituyó al uruguayo Enrique Iglesias el pasado marzo, destacó en unas recientes declaraciones a Efe que esa mayor concreción que se busca ha comenzado ya en Veracruz.

En este sentido, subrayó el hecho de que el encuentro se centrara en educación, cultura e innovación, y que ya cosechara resultados como el anuncio de la aportación de mil millones de dólares realizado por el banco Santander para apoyar la educación, el 40 % de los cuales irá destinado a becas para la movilidad.

La creación de una estructura que facilite la movilidad de estudiantes, docentes y profesionales de empresas en el espacio iberoamericano es una de las tareas encomendadas a la Segib en esta nueva etapa.

La meta es que hasta 2020 se puedan beneficiar de la medida hasta 200.000 personas, como una manera de contribuir a la configuración del espacio iberoamericano y mejorar la preparación académica de jóvenes, docentes y profesionales de ambos lados de Atlántico, con contribución pública y privada.

La educación y la cultura fueron señaladas en Veracruz como las áreas en las que puede concentrar sus esfuerzos la Cumbre Iberoamericana, que reúne a los mandatarios de un área que suma 650 millones de personas y el 10 por ciento del PIB global.

Con la concentración de esfuerzos en áreas concretas y la aprobación de medidas que puedan llegar directamente a la población, el foro iberoamericano busca reinventarse tras una singladura que ha durado 23 años desde que fuera lanzado en 1991 con el impulso del entonces rey de España Juan Carlos I, y de México, el país que albergó su nacimiento.

La cumbre de Veracruz, celebrada junto al puerto al que arribó en 1519 Hernán Cortés, no puso un punto y final a esa singladura, sino un punto y seguido, que tendrá su continuación en 2016 en Colombia.

Esa XXV cumbre será un momento importante para determinar si la Iberoamericana logra afianzar su lugar entre los múltiples foros de la región latinoamericana.

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, dijo en una entrevista con Efe durante la última cumbre, que este foro "está a prueba", porque hasta ahora "sus resultados han sido muy pobres" y su continuidad dependerá de lo que salga en el futuro de las cumbres.

Grynspan coincide en que hay que exigir resultados concretos y rendir cuentas de la agenda de renovación y de los proyectos que se han planteado en Veracruz.

"Yo creo que la rendición de cuentas tiene que ser una característica de lo que hagamos de aquí en adelante y en ese sentido, nosotros esperamos poder llegar con resultados en 2016 a Colombia", afirmó en unas declaraciones a Efe.

A la última cumbre anual asistieron quince jefes de estado pero faltaron los presidentes de Argentina, Cristina Fernández; Bolivia, Evo Morales; Brasil, Dilma Rousseff; Cuba, Raúl Castro; Nicaragua, Daniel Ortega; y Venezuela, Nicolás Maduro.

El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, restó importancia a las ausencias y destacó que lo importante son los acuerdos para revitalizar las relaciones en una región donde admitió que existen diferentes visiones del mundo y distintas sensibilidades.

"Lo que las cumbres no van a ser es Pentecostés, que se aparezca el espíritu santo y las diferencias desaparezcan, yo me haga bolivariano o Maduro (Nicolás, presidente de Venezuela) se haga demócrata cristiano. Esas cosas no pasan", ironizó.

El Rey Felipe VI, que participaba por primera vez en una cumbre como jefe de estado de España, hizo hincapié en su discurso de Veracruz en la necesidad de que Iberoamérica, a la que ve como una "familia" en la que conviven "multitud de sensibilidades diferentes", actúe con "inteligencia" y "pragmatismo", porque si esta Comunidad de Naciones está "unida" tendrá "mucho que ofrecer al mundo".