EFE | LA PATRIA | JERUSALÉN
Israel cerró ayer el acceso de los musulmanes a la Explanada de las Mezquitas, una decisión sin precedentes desde la Guerra de los Seis Días de 1967, en medio de una creciente tensión en los barrios árabes y el casco viejo de la ciudad santa.
La decisión fue adoptada después de que el miércoles un pistolero palestino tratara de asesinar a tiros en la parte oriental de la ciudad al rabino Yehuda Glick, líder de una organización ultranacionalista y mesiánica que promueve la colonización de Jerusalén y el cambio del status quo en la citada explanada, el tercer lugar más sagrado del Islam.
Según la versión oficial, Mutanaz Hijazi, un exconvicto de 32 años miembro del grupo radical palestino Yihad Islámica, se acercó al religioso a la salida de una conferencia en el centro Menachen Begin y tras preguntarle por su nombre le propinó tres tiros.
Hijazi, que trabajaba en el restaurante del centro Begin, fue abatido ayer a tiros por la Policía israelí en el barrio árabe de Abu Tor, donde al parecer se resistió a ser detenido.
Las autoridades israelíes adujeron razones de seguridad para cerrar por completo la explanada tanto a los musulmanes como a los turistas.
Rechazo
La medida fue condenada tanto por el jeque a cargo de la gestión del recinto, Azam Tamimi, como por el Gobierno de Jordania, que ejerce allí la autoridad desde los acuerdos de paz firmados en 1994 entre Israel y Jordania.
"Es la primera vez que el santuario está cerrado para los que rezan. No podemos entender esta escalada de las autoridades israelíes contra nuestros lugares sagrados. Es un paso muy peligroso que solo añade gasolina a la pira que ha comenzado a arder en la ciudad vieja", afirmó.
En la misma línea, el ministro jordano de Asuntos Islámicos, Hayel Daud, aseguró que supone una "escalada peligrosa y un inaceptable estado de terrorismo porque implica que los fieles musulmanes tienen prohibido entrar en el santuario".
Una advertencia que esta mañana fue obviada por la ministros y líderes de la derecha ultranacionalista judía, que pidieron al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que cambie el estatus de la explanada de las Mezquitas en respuesta al intento de asesinato de Glick, activista que más presiona para que se abra al culto judío.
En medio de este ambiente de creciente tensión, hoy se espera otro viernes difícil en la ciudad, escenario de choques y protestas desde que el pasado julio un grupo de extremistas judíos asesinó a un adolescente palestino en venganza por el asesinato tres semanas antes de tres estudiantes israelíes cerca de la colonia de Gush Etzion.
La Explanada
En su cima destacan la Cúpula dorada de la Roca y la mezquita de Al Aqsa. Según la tradición musulmana, desde allí el profeta Mahoma partió a lomos del caballo mitológico Buraq para su visita mística a los cielos.
Lugar de peregrinación durante siglos, es uno de los espacios en los que sueña rezar cualquier musulmán.
Las subidas, cada vez más recurrentes y custodiadas por la policía, desataron las protestas de los musulmanes, que las consideran una provocación.
Y han elevado la tensión en torno a este pedazo de los tierra que los judíos anhelan, pero que los religiosos ultraortodoxos y la mayoría de los laicos se abstienen de pisar.
Una tensión que se ha duplicado en los últimos meses y que ha llevado al gobierno israelí a impedir sucesivamente el rezo a los menores de 40 años, después a los menores de 50 años hasta el cierre absoluto al rezo musulmán ayer.
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