Los protagonistas y las ausencias notables en la séptima cumbre de la Celac.

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Los protagonistas y las ausencias notables en la séptima cumbre de la Celac.

Autor

MANUEL FUENTES

EFE | LA PATRIA | AMÉRICA

La inestabilidad política y la adversa coyuntura económica -agravada por las consecuencias de la pandemia, la inflación y los efectos de la guerra en Ucrania- están extendiendo los espacios de ingobernabilidad en algunos países de la región, con especial incidencia en Brasil, Perú, Bolivia y Centroamérica, donde la crisis migratoria se recrudece día a día, y en este contexto la Comunidad de Estados Caribeños y Latinoamericanos (Celac) celebra su VII cumbre en Buenos Aires (Argentina).

El brasileño Luiz Inácio Lula da Silva quien vuelve al ruedo político tras ganarle a Jair Bolsonaro las elecciones, dejando atrás su encarcelamiento por corrupción, condena que fue revocada tras 580 días de prisión, confiere otro cariz a la Celac, que su país dejó en el 2020 bajo el Gobierno del ultraderechista.

Lula, único 'sobreviviente' de la foto de aquella Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, celebrada en febrero del 2010 en Playa del Carmen (México) y que fue el germen de la Celac, participa en la VII Cumbre dentro del primer viaje internacional -que incluye Argentina y Uruguay- tras asumir su tercer mandato presidencial.

Y lo hace en medio de una enorme expectación por parte de sus correligionarios, que lo consideran figura clave para avanzar en la integración regional latinoamericana, gran objetivo final de la Celac, que surgió como una especie de respuesta a la Organización de Estados Americanos (OEA) y engloba a 33 países, todos los de América menos Estados Unidos y Canadá.

Ausencias y tensiones

La oposición al presidente argentino, Alberto Fernández, cuestionó abiertamente, incluso mediante denuncias, la invitación al cónclave a los mandatarios de Venezuela, Nicolás Maduro; Nicaragua, Daniel Ortega; y Cuba, Miguel Díaz-Canel, pero solo este último confirmó su asistencia. Tanto Maduro como Ortega junto con el mexicano Andrés Manuel López Obrador, de México, serán los grandes ausentes. Tampoco acudirá al cónclave la presidenta de Perú, Dina Boluarte, quien asumió tras el fallido autogolpe de Pedro Castillo (2021-2022) y cuyo país atraviesa una fuerte ola de protestas, que exige su renuncia y que ya ha dejado 62 muertos.

Esta crisis institucional será uno de los asuntos sobre la mesa en la Cumbre, que también tendrá lugar después del reciente intento de golpe de Estado en Brasil, del atentado sufrido el 1 de septiembre de 2022 por la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, y de los recortes a las libertades en países como Nicaragua, Venezuela o Cuba.

Las críticas del uruguayo Luis Lacalle Pou a la falta de apertura del Mercosur a acuerdos comerciales extrabloque o las diferencias surgidas entre Guatemala y Colombia por la intención del Ministerio Público del país centroamericano de investigar al ministro de Defensa colombiano, Iván Velásquez, serán otros asuntos ríspidos.

Además, las tensiones generadas entre Ecuador y Argentina a raíz del asilo diplomático concedido por Buenos Aires a María de los Ángeles Duarte, exministra de Rafael Correa (2007-2017), llevaron a que el mandatario Guillermo Lasso cancelara su asistencia.

El panorama regional, visto por analistas

Analistas se pregunten si América Latina está atravesando una etapa de inestabilidad política e institucional como no sucedía desde hace décadas. “En realidad, no. América Latina siempre ha reflejado una gran inestabilidad política e institucional, solo que no como en estos últimos tiempos”, señala Juan Battaleme, director académico del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).

“Hoy existe inestabilidad política en Perú, Bolivia, Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela, América Central, y eso hace que parezca que hay un elevado grado de inestabilidad”.

Estos vaivenes, opina el también integrante del International Institute for Strategic Studies (IISS), “provienen de un mayor grado de polarización social y la poca posibilidad de mejora en plazos razonables”.

Esta crisis se profundiza por la pérdida de credibilidad del sistema democrático, considera José Miguel Vivanco, senior fellow para Derechos Humanos del instituto de investigación estadounidense Council on Foreign Relations.

La mayoría de los sistemas democráticos de la región ofrecen la posibilidad de premiar o castigar a los gobernantes en ejercicio cuando hay una convocatoria electoral, recuerda Vivanco.

“Esto demuestra que los ciudadanos están ejerciendo un control por la vía de las urnas, pero al mismo tiempo evidencia una gran frustración”, asegura quien fue durante muchos años director de Human Rights Watch para las Américas.

La adversa coyuntura económica y sus consecuencias sobre la población son, a juicio de estos analistas, el principal factor de la agitación política y social.

Los problemas de inseguridad alimentaria, la polarización y la pérdida de competitividad explican “por qué tenemos retroceso democrático”, señala el profesor Battaleme.

“El caudillismo nunca termina de irse de América Latina y eso hace que aparezcan líderes que ofrecen soluciones fáciles que tratan de canalizar el malestar social”, sostiene el director académico del CARI.