Carrera 6D con calle 52, en el barrio Solferino de Manizales, sector de los hechos.

Foto | Cortesía | LA PATRIA Carrera 6D con calle 52, en el barrio Solferino de Manizales, sector de los hechos.

 

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LA PATRIA | MANIZALES

"Relajémonos, cojámosla suave, no aguanta vivir así", le habría dicho el año pasado el barbero Steven a Cristian, quienes venían con problemas de tiempo atrás en el barrio Solferino, de Manizales.

Pero al parecer ese pacto de paz duró poco, pues el 28 de diciembre del año pasado, sobre las 12:40 de la tarde, mientras Cristian descansaba en un andén de la carrera 6D con calle 52, del barrio, fue interceptado por Steven.

Según la Fiscalía, el agresor salió con un changón y Cristian tuvo que esconderse en una casa para evitar el ataque.

"El armado pasó por el lado de una persona de la vivienda, quien le dijo que qué pensaba hacer. Le respondió que no era nada contra él. Luego le apuntó en la cabeza. Siguió para la cocina y posteriormente buscó a Cristian debajo de la cama. Este intentó pararse para salir de ahí, pero Steven lo vio, le apuntó y le disparó detrás de la cabeza. El agresor escapó, mientras el herido fue auxiliado y llevado a un hospital", narró el ente acusador.

"Yo solo pedía que no me dejaran morir y no sentía las piernas. Me disparó a 30 centímetros de distancia", contó el lesionado, en entrevista con los investigadores.

Intolerancia

Las valoraciones médicas argumentaron que la vida de Cristian no estuvo en riesgo. Había antecedentes entre víctima y victimario. Al parecer, el barbero le robó el celular a la sobrina de Cristian y este último se desquitó hiriéndolo. El hecho se denunció el 29 de abril del año pasado. También se habló de que Cristian chuzó en la espalda a Steven porque "no lo quiso motilar por $5 mil".

Cristian se fue de la ciudad y volvió a los 4 meses, momento en el que su enemigo le pidió vivir en paz, pero todo indica que lo esperaba con el changón.

A Steven, de 24 años, lo detuvieron con orden judicial en Solferino esta semana. Le imputaron homicidio tentado y porte ilegal de armas de fuego. Amigos, familiares y vecinos querían evitar la aprehensión.

Antes de que le preguntaran si aceptaba cargos, el procesado insinuó que lo haría si le otorgaban el atenuante de la ira e intenso dolor (dijo que tenía mucha rabia en ese momento), pero el juez le explicó que la imputación de la Fiscalía no estaba en esos términos, que podía buscar luego un preacuerdo. No aceptó el señalamiento. La pena partía de 120 meses.

Al final lo mandaron a prisión por ser un peligro para la sociedad y para cuidar la vida de la víctima. Prevalece el interés general sobre el particular, anotó el juez.

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