LA PATRIA | MANIZALES
Desespero. Cada una de sus palabras está llena de angustia. Ni siquiera desea que se le llame por un nombre, por eso nunca lo reveló en los diálogos. Ha pasado 25 de sus 45 años sumergido en las drogas. Su peor recaída, en las últimas semanas.
“Siento que el mundo se me cierra, quiero dar a conocer esto antes de que se acabe el tiempo, porque entre más días estoy más mal”. Una estrechez que comenzó a notar en el mismo momento en que un compañero de filas, le suministró las primeras dosis. El resto del camino lo ha recorrido él mismo.
Transcurría el año 1995 cuando se enlistó en el servicio militar. Junto con otros caldenses fue enviado a una zona de los llanos orientales donde literalmente nadaban en coca. “Nadie sembraba alimentos, porque todo se mandaba a traer con plata de la coca”.
Al estar al alcance le fue fácil adquirir el hábito, que luego se transformó en la dependencia y hoy es su propio infierno.
Frustraciones
Antes de probar las drogas sentía que podía seguir los pasos de conocidos que continúan en instituciones de seguridad del Estado o en cargos públicos. “Sé que soy de buena familia, pero la droga es la que me tiene acabado”.
Comentó que en dos ocasiones ha tenido parejas, pero son relaciones fracasadas siempre por los mismos motivos. “Siento vergüenza de que mi hija me vea así, de que se dé cuenta de mi situación”.
Intenta no pedir ayuda a sus parientes porque siempre ha trabajado duro para conseguir lo poco que tiene. “Yo mismo me metí en este problema y yo mismo me tengo que salir”. Aunque sabe que acabar con el expendio al que regularmente acude no es la solución, desearía no poder conseguir tan fácil el vicio.
Hoy su mayor temor es sentirse completamente arruinado, caminando y durmiendo en las calles como tantos casos cercanos a él. “Yo tengo un transporte que me lleva a cualquier hora, pero uno ve muchos muchachos y jovencitas que se van caminando en las noches, dos o tres de la mañana, desde este pueblo hasta el otro para ir a consumir”.
Todo se va en consumo
Actualmente tiene su propio medio de sustento, pero podría perderlo porque se atrasó en unos pagos por destinar el dinero de la deuda al consumo de estupefacientes.
“He pasado hasta tres meses sano, pero mientras eso esté ahí seguirá el problema”. “Ahí” es en las calles, pero también la olla, el expendio, el lugar a donde acuden él y decenas de personas de varios municipios del occidente de Caldas.
“Acá a veces traen muy poquita, entonces yo agarro una moto que me lleva a otro pueblo. Son muchos años viviendo lo mismo, mientras eso esté a la mano no hay nada que hacer, no solo para mi sino para mucha gente”.
“He luchado mucho con este demonio porque es una enfermedad brava, me interné en varios tratamientos, pero lo que quiero es contar lo que está pasando, porque es un pueblo donde todo el mundo llega fácil a comprar la droga, como en el Cartucho en Bogotá”.
Su principal queja es que la Policía poco se mete con una mujer que es la principal vendedora, desde hace 25 años. “Es mucha la gente que sale de allá, sigue siendo la misma y solo detienen a los que compran. Ella hace plata mientras uno se acaba”.
Recordó que en una ocasión lo abordaron unos policías luego de aprovisionarse de estupefacientes, pero jamás los ve entrar a allanar el expendio principal, que se ubica en una casa a una cuadra de una estación de Policía.
“Necesito ayuda”
Sentado en su negocio, donde analiza una y otra vez cómo hará para no perder sus herramientas de trabajo, a causa de la deuda que lo acosa, recalcó varias veces durante la conversación: “Necesito que me ayuden, yo quiero ayudar a acabar con eso”.
Considera que su declaración sería importante para señalar a los principales responsables del tráfico de estupefacientes en esa zona del occidente de Caldas y, en particular, que se acaben los expendios, perderlos de vista para no tener dónde comprar.
Por ahora descarta volver a un centro de rehabilitación, porque insiste que el problema continúa en las calles. “Uno está bien un tiempo, pero si la tentación sigue ahí siempre vuelve a caer”.
Frase
“Yo me he parado, he estado bien, pero me empieza a ir bien en un negocio y ahí mismo me coge ese demonio”.
Edades de consumo
Son innumerables los estudios existentes sobre drogas y consumo. Sin embargo, se puede destacar entre los recientes el de la Corporación Acción Técnica y Social que elaboró una relación por edades en el marco del programa Échale cabeza, con el objetivo de enfocarse en la prevención de riesgos por consumo de sustancias psicoactivas.
14 a 20 años. Consumidores experimentales.
20 a 30 años. Consumidores con fines recreativos.
30 a 50 años. Consumidores habituales.
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