A este hombre lo sorprendieron consumiendo en el parque infantil ubicado a un costado del cementerio San Esteban.

Fotos | LA PATRIA

A este hombre lo sorprendieron consumiendo en el parque infantil ubicado a un costado del cementerio San Esteban.

Autor

LA PATRIA | Manizales

Ayer se cumplió un mes de la puesta en marcha del decreto que aumentan las restricciones al consumo de sustancias psicoactivas en Manizales en espacios como entornos escolares, parques, bulevares, zonas de interés cultural, escenarios deportivos, entre otros.

Hasta el pasado martes, la Policía ya había sancionado a 431 personas. Mientras la secretaria del Interior, Paula Andrea Sánchez, explicó que se aumentarán controles, unos creen que falta más autoridad y otros, que los esfuerzos se deben enfocar en otros problemas.

A plena luz de día

Una madre cruza a diario al frente del Parque Ernesto Gutiérrez para dirigirse al trabajo. Especialmente a mediodía, se topa con personas que consumen marihuana a plena luz del día y a pocos metros del CAI del Parque Caldas.

Ella se pregunta si la medida realmente funciona porque nunca ve controles y le preocupa el hecho de que sus hijos, menores de edad, deban pasar por allí y presencien estas escenas.

Denuncia que los domingos no puede llevarlos al parque porque, como no hay controles, los ciudadanos llegan a consumir en las escaleras por lo que toca retirar a los pequeños, mientras en el CAI ve el movimiento de policías y no exactamente en los controles.

Otra mujer que reside en La Francia sostiene que el barrio es solitario y rodeado de zonas verdes, lo que aprovechan los consumidores que son precisamente de esta comunidad. Aunque no se siente insegura y considera que son profesionales y hasta bien vestidos, le molesta que la autoridad no haga presencia constantemente y no aplique el mismo rasero como en otros espacios más populares.

La señora considera que esa falta de autoridad se hace evidente en otros espacios que conoce como la parte trasera de la iglesia de La Estrella, dos parques de Palermo y el Antonio Nariño, contiguo a la Torre del Cable. Asegura que si en los estratos bajos es de donde más se habla de consumo, en los de estratos 5 y 6 no hay excepción y la autoridad brilla por su ausencia.

Escenas frecuentes en Manizales. Consumo de estupefacientes en laderas y otros espacios a la vista de los ciudadanos.

Entre la mejoría y otros problemas

Un comerciante del barrio Milán sostiene que en el sector hay tres puntos fácilmente identificables para el consumo que son la plazoleta contigua al Batallón, el sector de la fuente y la vía por el Alto El Perro, pero para él, esto, más que un problema, es una oportunidad.

Asegura que normalmente ve a jóvenes con cierto poder adquisitivo que tras meterse sus plones van a consumir a los restaurantes y bares del sector y desde hace 18 meses que tiene su empresa, nunca ha presenciado problemas entre ellos.

Sin embargo, aprovechó para jalar de las orejas a las autoridades porque los indigentes se apoderaron de los antejardines y cualquier espacio que encuentren adecuado para dormir... y peor, para hacer sus necesidades. A diario libra una lucha para limpiar el desorden que le dejan.

Y lo peor es que siendo este un referente de turismo y cultura, y bautizado como Bulevar, el comerciante sostiene que lo están dejando caer ante el prolongado descuido. Brindarles alimentación a los habitantes de calle se convirtió en arma de doble filo, porque se han vuelto más exigentes y groseros.

Otro comerciante del sector del Cable aplaude la medida que tomó la Alcaldía. Sostiene que se ha visto la diferencia y ha mermado el consumo en el Antonio Nariño. Sin embargo, cree que no es suficiente.

"Muchos negocios vivimos de ese buen aspecto. El entorno debe verse atractivo y la gente lo relaciona con estética y seguridad, y eso afecta la afluencia de público. La raíz del problema está en la libertad de consumo, las normas son bienvenidas, pero vemos que las autoridades no son lo suficientemente efectivas", reclama.

La promesa: más policías en la calle

Paula Andrea Sánchez, secretaria del Interior, manifestó que la medida se ha aplicado bien, pero reconoce que existen desafíos de recuperar más lugares, de modo que la ciudadanía pueda acostumbrarse a estar en estos espacios libres de drogas.

"El otro reto es que la gente en general acate más la norma para que cada día toque poner menos comparendos. Quiere decir que a diario se imponen unos 15 comparendos, hay mucha reincidencia y en los mismos lugares. Es un trabajo de todos los días", dice Sánchez.

Frente a la queja, la secretaria respondió que debe haber más trabajo en la calle porque son los uniformados los encargados de imponer comparendos y se acatará la solicitud, pues asegura que a las solicitudes ciudadanas hay que creerles e implementar acciones.

El Ernesto Gutiérrez, ubicado cerca de un CAI, un sitio denunciado por la presencia de consumidores.

¿Y sobre la prevención?

Paula Andrea Sánchez indicó que se prepara una campaña llamada Cultura Ciudadana; además se fortaleció el programa Pégate al Parche que surgió en el primer periodo de Jorge Rojas como alcalde; y también se lanzará un plan social de deporte, recreación y cultura para promover hábitos saludables.

Eso sí, indicó que la idea no solo es combatir el consumo en los espacios ya mencionados y contar con planes de prevención, sino también de realizar un trabajo con la Policía y la Fiscalía para identificar y judicializar las bandas dedicadas al tráfico de estupefacientes.

Los de más consumo

  • Velódromo
  • Alrededores del estadio Palogrande
  • Bulevar de Chipre
  • Bulevar de Milán
  • Parque Antonio Nariño
  • Entornos escolares

CAI más movidos

La secretaria del Interior aseguró que se efectuará una solicitud a la Policía para que los CAI ubicados cerca de parques y plazoletas sean más activos y se haga cumplir el acuerdo contra el consumo de sustancias.

¿Por qué no 24 horas?

La Corte Constitucional ordenó que no puede existir prohibición absoluta y deben establecerse lugares específicos para evitar el consumo con horarios, además de impactar en poblaciones específicas, en este caso niños y adolescentes. Por esa razón no se impuso la medida de 24 horas que iría en contravía del fallo y solo irá de 5:00 a.m. a 11:00 p.m..

Los límites

Aplica dentro del área circundante a los lugares ya determinados y en un perímetro de 120 metros en bienes de uso público como áreas verdes, vías, andenes, zonas peatonales, en las horas estipuladas.

El costo

A quien sorprendan incumpliendo la medida se hace acreedor a una multa de $600 mil.

Foto | Cortesía | LA PATRIA

Ciudadanos denuncian la estratificación de las sanciones, pues en barrios como La Francia y Alcázares no se ve presencia policial.

Represión no es prevención

Estefanía Sánchez Patiño es licenciada en Biología y candidata a magíster en Culturas y Drogas de la Universidad de Caldas. Explicó que, durante la vigencia del decreto 1844 del 2018 expedido en el gobierno del expresidente Iván Duque para prohibir el porte de la dosis mínima, se aplicaron más 500 mil multas de las cuales el 50% fue a personas que llevaban menos de un gramo (la mínima es 20 gramos).

Destacó por eso la decisión del Gobierno nacional de derogarlo ya que esto aumentó la criminalización contra los consumidores, especialmente jóvenes, quienes son los más afectados por las sanciones que no tenían cómo pagar, lo que se convirtió en una persecución que no le apunta a castigar a los traficantes que verdaderamente están tras el control de la oferta.

Sobre el decreto establecido en Manizales, la experta manifestó que este está fallando por su carencia de perspectiva en derechos humanos y salud pública, pues el prohibicionismo en décadas de funcionamiento ha demostrado no solo no acabar con los consumos y las disponibilidades de drogas, sino todo lo contrario, aumentarlo en detrimento de la convivencia ciudadana, por lo que la mirada debe orientarse a la regulación y prevención sensata.

"Manizales tiene una de las cifras más altas de consumo en menores de edad en Colombia. Según una encuesta del DANE en el 2019, alrededor de los 14 años empiezan a consumir los jóvenes, la paradoja es que no se puede entrar a las instituciones educativas a hablar de drogas", dice Sánchez Patiño.

Quienes terminan hablándoles son los expendedores, quienes hacen parte de una red que es la que realmente regula las drogas, desde la ilegalidad a través del ejercicio de la violencia, por eso, su invitación a la Policía es a reconciliarse con la juventud y la sociedad civil con diálogo, no con el uso desproporcionado de la fuerza, pues al final, los consumidores terminan banalizando los riesgos.

"Estas aplicaciones prohibicionistas están basadas en prejuicios morales, por lo tanto, son estigmatizantes. El joven de la comuna es un consumidor y por o tanto delincuente, mientras que el empresario de corbata -que posiblemente consume alguna droga legal- es una persona de bien. Este paradigma no aumenta la seguridad, sino la desconfianza en la fuerza policial", puntualizó.

Días de partidos, dolor de cabeza

Una vecina del barrio Palermo denunció que el parque José María Escrivá, antiguo Parque de Las Garzas, ubicado sobre la avenida Paralela y cerca del estadio Palogrande es un punto frecuentado por consumidores, cuya presencia se agudiza cuando juega el Once Caldas.