Las obras clásicas tienen la bondad de sobrevivir con el paso de los siglos. Los creadores nuevos conservan la esencia, pero agregan elementos actuales.
Lo mataron porque iba camino al poder y otros no querían que se lo tomara. Su hijo mayor, en ese entonces un muchacho, hoy se perfila para sucederlo y tomar lo que era para su padre. No es la historia de Hamlet y su padre rey asesinado, es la historia de Luis Carlos Galán (liquidado por el narcotráfico y los corruptos) y su hijo Juan Manuel Galán, hoy senador y líder político.
Exactitudes entre una y otra historia. La de Hamlet (Príncipe de Dinamarca) escrita con tinta en el siglo XVI, y la de Galán escrita con sangre en 1989. Por eso es que Shakespeare es un clásico, porque sus obras se reflejan en el día a día real, no importa el tiempo. Valga esta lectura para introducir lo que piensan hacedores del teatro contemporáneo sobre trabajar con textos del inmortal autor inglés.
"Mi Hamlet, que se basa en los trabajadores de los mercados bolivianos, es alcohólico. Como muchos de esos trabajadores que mueven enormes cargas seis días a la semana y los domingos reciben sus pagos para ir a pequeños antros y embriagarse", reseña Diego Aramburo, del Teatro de los Andes (Bolivia) en cuanto a la adaptación que presentó este año.
Para el hoy
Coinciden directores contemporáneos, citados en las actividades académicas del Festival Internacional de Teatro, en que poco aportan al teatro las representaciones del escritor británico que se hacen manteniendo las propuesta con las que se concibieron piezas como Macbeth, Otelo y Ricardo III hace más de cuatro siglos. "No creo, a menos que fuera dueño de una egolatría enorme, que pensara que lo interpretaríamos más de 400 años después", reflexiona Daniel Goldman, director inglés. "Podemos ser fieles a su esencia y a la vez reescribir las historias como se ven hoy".
Quizás por eso la Julieta de Aramburu (representada en la edición 2013 del Festival) es una joven que abusa de las drogas y no cree en valores religiosos, políticos ni morales. En vez de una copa de veneno, ella y su amante, con base en la realidad actual, podrían tomar una sobredosis de heroína.
"Poco sabe hoy la gente de cómo era la época de Shakespeare. Nos pusimos como reto adaptar para el público contemporáneo y contamos el mismo cuento, pero desde un actor-personaje que usa estrategias para acabar con sus rivales en escena y terminar convertido en el único intérprete de Ricardo III", señala la uruguaya Mariana Percovich, quien presenta hoy y mañana, en Confamiliares, la obra Algo de Ricardo, con el grupo Complot Teatro. "Como alusión a la época de la escritura original usamos elementos del vestuario, como una falda o un bastón, en referencia al teatro isabelino".
En limpio queda que la indagación sobre las nuevas realidades es tarea esencial de quienes adaptan lo que hizo Shakespeare. Por fortuna para ellos, él ya escribió sobre el alma humana, que poco o nada varía así se use Facebook, Twitter o se simpatice con las drogas sintéticas.
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