Luis Felipe Molina
LA PATRIA | Manizales
Una sala funeraria marca el nacimiento, paradójicamente, de un montaje teatral hilarante, que lleva al espectador pacientemente por cada parlamento. En un inicio, la obra de Gabriel Calderón es un recorrido por las mortificaciones de los vivos por la última voluntad de un recién fallecido. Revive respuestas genéricas a problemas personales que van de generación en generación.
“Se puede putear”, dicen las protagonistas de una estresante, pero a la vez, divertida escena en una sala funeraria. “Putear” para romper el paradigma del respeto en un sitio donde las creencias exigen silencio, más allá de si es una verdad o no. Y en esto también ahonda el argumento: en entender lo que supuestamente es bueno y malo, aceptable o no. De la fidelidad de los parentescos y las venias que con los años se aprenden. De la libertad de la muerte y el encierro de la vida. Así va esta obra, sin perder chance de geniales ocurrencias. Todo se canaliza con la risa y las carcajadas.
La obra, que goza de una iluminación perfecta, se desarrolla cómoda dentro del mismo escenario, sea sala funeraria, de estar, o cualquier otra ocurrencia del dramaturgo.
Verosímil
La gracia, si hay tal, en una mentira es que sea creíble, que tenga aspectos de verosimilitud aunque esté parada en el aire. Y es así como de a poco la herencia de un abuelo, rápidamente se convierte en los rumores de la vida que llevaba a las espaldas de sus familiares, de mordiscos y vampiros. De la muerte al año, a los tres, o a la eternidad.
¿Fue todo el mundo engañado por un montaje sobre el montaje? Quizás sí, quizás no. Es la magia eterna del teatro que resulta imposible de contener en presentaciones como esta que magnifica el teatro como una experiencia que reta los sentidos, los engaña y después los seduce con la propia risa o resquemor propios del descubrimiento de algo que no fue verdad; de una mentira.
El arte dentro de sus múltiples interpretaciones deja abierta la puerta a que todos quienes no se movieron un ápice en el auditorio de la Universidad Nacional hubieran salido con una concepción distinta de la obra; un significado alterno a la mentira. Después de todo, no se ven malas... desde lejos.
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