Luis Felipe Molina Ramírez
LA PATRIA | MANIZALES
El Festival Internacional de Teatro de Manizales no tendría ni la fama, ni el renombre o el reconocimiento del que goza si no fuera por el legado de sus fundadores y por la curación artística de su director artístico, Octavio Arbeláez Tobón.
Este hombre, condecorado ya por el mismísimo Congreso de la República de Colombia, aparte de un experto en teatro es un tesoro de historias de todos los tamaños, recogidas por medio mundo y amplificadas por una vida dedicada a las humanidades.
Octavio es también director del Mercado Latinoamericano de Música en Medellín y del Festival Internacional de las Artes de Costa Rica. Este hombre es talento de exportación, dedicado, irónicamente, a importar el mejor talento a Manizales para su celebración anual alrededor del teatro.
LA PATRIA dialogó con Octavio para conocer de cerca sus perspectivas más calladas alrededor del teatro, la logística de un festival como el de Manizales y otras varias cosas.
¿Usted alguna vez se ha dormido en alguna obra de teatro?
Nosotros, sí. Yo tengo una frase que comparto con mis colegas directores de teatro... Nosotros, que hemos dormido en tantos teatros del mundo... (Risas)
¿Usted es una persona que se distrae fácil? ¿Más o menos en una sala de teatro?
No. Si la obra es demasiado mala tengo un hábito que comparto con muchos de mis colegas que es mirar detenidamente las instalaciones del teatro, contar las luces, mirar la escenografía, cuando la obra es muy mala. Pero, en general, me concentro mucho, porque el teatro es el hecho más hermoso.
¿A raíz de esos teatros cuáles son los más bellos?
Pues en la memoria tengo muchos, pero destaco el Colón de Bogotá, en España, Victoria Eugenia de San Sebastián o el Gran Teatro Falla de Cádiz que son teatros muy hermosos, como el Teatro Real de Madrid.
Cuando se queda sin entender una obra, ¿qué siente al final o qué se pone a pensar?
Yo no trato de entender ninguna obra, lo que yo busco es que el hecho estético me invada... Que invada mis sentidos. La comprensión racional viene después.
¿Es más proclive a la risa o al llanto?
Soy como un viejo espectador que deja las emociones en segundo plano y se emociona más por el hecho estético que por el discurso narrativo.
Octavio, si usted pudiera regresar el tiempo cerca de 35 años, ¿hubiera decidido ser un actor, un director, productor o no hubiera hecho teatro?
Yo estoy feliz con lo que hago. De hecho, todos los días agradezco estar donde estoy y hacer lo que hago, soy un privilegiado.
¿Hubiera preferido ser un Hamlet o un Romeo?
(Risas) En realidad no son esos mis personajes preferidos. Prefiero el atormentado Rey Lear (carcajadas).
¿Cuál es la obra que siempre recomienda?
El problema es que es un hecho único e irrepetible y muchas veces efímero, por lo tanto recomendar una obra es quizás inaccesible por cartelera. Siempre me gusta algo, si van a Uruguay, busquen algo de Gabriel Calderón, por ejemplo. Dependiendo de cada país tengo una qué recomendar.
¿Hay alguna obra que lo haya decepcionado, pero que por rabia humana volvería a ver?
Muchas. Claro, el problema está en que los estrenos aparecen los nervios y la dificultad de encontrarse con el público, por lo que muchas veces doy una segunda o hasta una tercera oportunidad a las obras que lo merecen.
¿Usted es proclive a llorar en las obras que son altamente emotivas?
No, por lo general no soy lloroncito (risas).
Con sinceridad, ¿a usted le queda tiempo para verse una obra tranquilamente durante el Festival Internacional de Teatro de Manizales?
Sí. De hecho, las veo nuevamente porque ya las he visto antes, por los que las veo casi todas.
Octavio: ¿es mejor hacer drama o que se lo hagan?
Depende del contexto... En el contexto familiar, por ejemplo, prefiero que las riendas del drama las lleve yo (risas).
Una pregunta muy sentida: ¿a usted de verdad le gusta la danza contemporánea, la danza teatro?
A mí me encanta la danza contemporánea y la danza teatro, de hecho fui de los primeros que apostó por ella...
¿Por qué?
Precisamente porque el movimiento escénico y los encuentros gestuales y los hallazgos que en ese movimiento aparecen son únicos, singulares y generan una relación con la composición escénica través de la iluminación, de la escenografía, y de esos movimientos justamente que transmiten algo muy bello y sensaciones que considero irrepetibles. Ese flujo de comunicación entre el hecho escénico y el espectador es un momento sublime.
Mucha gente dice que no va a teatro porque no entiende... ¿qué les dice a ellos?
Yo les digo que no todo el teatro necesita ser entendido y que, además, una obra de teatro es asomarse a un espacio de disfrute, porque no todas las obras que se plantean son realmente cosas en las que la gente tenga que pensar o enfrentarse a problemas existenciales. También en el teatro se ríe, se goza, hay drama y comedia y hay muchos géneros. Por eso los adultos gozamos en obras infantiles. Yo nunca he disfrutado tanto de un espectáculo como uno que vimos en Tenerife (España) de una compañía que hacía un espectáculo con piedras dirigido a niños... Fueron los 20 minutos más deliciosos de mi vida.
¿Se convertiría usted en dramaturgo?
Sí. He hecho pinitos en eso bastante desafortunados, pero no he logrado conseguir un tono adecuado.
¿Pero daría detalles o prefiere dejarlos en el cajón por ahora?
Por ahora prefiero no revelarlo. Esos secretos probablemente ni siquiera veamos la luz.
¿En Colombia estamos en una comedia o en una tragedia?
Estamos en un carrusel permanente de la tragedia a la comedia en el que no se dialoga. Colombiana tiene dentro de los géneros teatrales el peor de los escenarios, porque el que habla no es escuchado por el otro y viceversa.
¿Prefiere el teatro clásico o contemporáneo?
Prefiero el teatro contemporáneo, el teatro programático que tiene una relación con la realidad contemporánea y con formas de representación más actuales. El teatro clásico nutre y forma todo esto, de hecho, muchas cosas que vemos en el teatro actual y en todas las manifestaciones narrativas, como las series de la televisión o las películas, tienen que ver, por ejemplo, con las tragedias de Shakespeare o el teatro griego. Me gusta lo clásico, pero desde la perspectiva contemporánea.
¿Tiene usted un número cercano de cuántas obras de teatro ha visto?
¡Madre mía! No. Sé que son algunos miles, pero no tengo la cuenta, no la llevo.
¿Hace cuántos años comenzó a ver teatro?
Sistemáticamente, hace 37 años, pero de ver, soy aficionado desde hace 45 años.
¿Qué es lo más difícil de seleccionar las obras del Festival de Teatro?
En realidad el proceso de selección me causa mucho placer. La dificultad siempre está en la relación con el financiamiento y es el dolor de cada año. Entonces, cuando pienso que esta obra quisiera tenerla en Manizales, pero es imposible por todos los costos que demandaría. Por eso llevo un dolor adentro.
¿Qué es lo que más disfruta del Festival?
Cuando el espectador disfruta de la obra. Voy al teatro y la gente me felicita, pero yo les digo que feliciten a los actores, luego me dicen que es un acto de agradecimiento por llevarla a Manizales.
¿Qué le diría a la gente que solo asiste con boletas de cortesía y que no se anima a comprarlas?
(Risas) En realidad nosotros como Festival tenemos una cosa muy curiosa y es que somos el único del mundo que no depende exclusivamente de la taquilla o los volúmenes de compra. En Manizales mucha gente está pensando en cortesías y no en que el Festival se sostenga con el apoyo de la ciudadanía que puede comprar una boleta a un espectáculo que está en la cartelera mundial. La gente no tiene esa visión de apoyo al Festival.
¿Usted le hace drama a la Junta Directiva?
No. Hay establecida una relación de confianza bastante grande y tengo un voto de confianza que me da la junta directiva anualmente sin mayores reparos.
Ya se publicaron las obras que vienen este año, denos una invitación y una síntesis.
El Festival de Teatro tendrá este año una propuesta de diversidad muy importante y lo más interesante para que quien quiera sumarse a la historia del teatro latinoamericano contemporáneo es que pueden ver los discursos estéticos de diferentes generaciones y cómo se asoman a la realidad del Siglo XXI. Tendremos grupos históricos como El Galpón de Montevideo, Malayerba, La Candelaria, Teatro Libre... Grupos que se han hecho a la sombra del Festival o en los procesos contemporáneos de la Colombia de hoy o de la América Latina como Complot Teatro de Gabriel Calderón, Cornamusa de México, etc., o la generación intermedia en la que están Fabio Rubiano, encabezando, o Fabio Espinoza... Realmente vamos a tener una diversidad muy interesante del pasado, presente y futuro del teatro iberoamericano.
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