Luis Felipe Molina
LA PATRIA | Manizales
Se necesitarían, quizás, los dos cuadernillos de este periódico para poder explicar detalladamente el argumento de Incendios, obra uruguaya que llegó a Manizales de la mano de la compañía El Galpón. Durante el desarrollo de la trama, un fiel silencio simboliza la atención en el aforo, mientras que en escena trascurren dos realidades, en pasado y presente, para tratar de resolver el misterio de un crimen físico y moral dentro de una familia disfuncional, si se quiere etiquetar.
Quienes salieron después de los 125 minutos de teatro en Los Fundadores quedaron tocados. Algunos se marcharon con el misterio resuelto, otros; aún pensativos, y varios; con el desconcierto de la forma en la que se atan los cabos de este argumento para resolverlo en los últimos cinco minutos sin más.
Líos
Un testamento convertido en un mal necesario, el odio visceral, los acertijos del pasado y las incomprensiones alrededor del amor le dan paso a un incendio que deja al final todas estas motivaciones en cenizas. Además, el reiterativo decir “la infancia es un puñal atravesado en la garganta”, formula las pistas de esta obra que, conforme avanza, se convierte en una expedición por y hacia la verdad y articula sagaz y rápidamente los múltiples dramas de sus roles en escena, que son muchos.
Al cierre un personaje, probablemente caricaturesco por sus propios líos mentales, determina el final que deja a los espectadores con la boca abierta al descubrir la fuerte desnudez de la verdad humana. Es allí cuando este incendio lo deja todo en cenizas. Por eso, “el silencio es para todos ante la verdad”, como lo dice su protagonista, Nawal, desde otra dimensión, tal vez. Ya podrá descansar en paz y, el espectador, también.
Reto
Entre los desafíos de los espectadores está la memorización de nombres de origen libanés. Nawal; Simón, luego Wahab; Jihane; Elhame o Nihad. Estos son algunos que se ven en la obra y que demandan estricta atención del público, pues cada acto se abre rápidamente como un espiral de eventos y como eslabones para lograr descubrir, junto a los hijos de la protagonista, la razón de su misterio y drama. Este montaje sabe repartir efectivamente su universo en un espacio dinámico.
En cine
Esta obra del director libanocanadiense Wajdi Mouawad llegó al cine en 2003.
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