En la celebración de su cumpleaños, el grupo más antiguo de Latinoamérica visita Manizales. Esfuerzos, exilio y empeño son parte de su historia.
Tener en frente a la compañía de teatro El Galpón de Montevideo es tener en las narices a una institución. Nada menos que la más antigua compañía teatral en suelo latinoamericano. Su camino, iniciado en 1949, ha bebido de lo romántico, de la opresión y del esfuerzo. Hoy tienen tres salas con capacidad para recibir a 1.200 espectadores en su sede de la capital uruguaya.
Fue una idea de Atahualpa del Cioppo, un soñador que creía en la posibilidad de acercar las artes escénicas a las gentes del pueblo. Acompañado de un puñado de idealistas teatreros, compraron unas caballerizas para convertirlas en teatro. De interpretar reyes, asesinos o locos, pasaron a ser albañiles. Dos años se rompieron el lomo hasta darle forma al sueño. En 1949 inauguraron su teatro.
"Hace 35 años los seguimos. Eran como nuestros padres y estábamos pendientes de todas las noticias que desde Uruguay nos llegaban", confiesa Cristóbal Peláez, director del Teatro Matacandelas de Medellín, uno de los más influenciados (tanto como el Teatro Experimental de Cali) por la compañía del sur.
Veintitantos años caminaron rectos con la propuesta, hasta hacerse reconocer e influir en la movida continental. Pero su andar quiso trastabillar en 1976, año en que la dictadura militar de ese país les prohibió mostrar su arte. "Conservamos copias de los archivos de vigilancia que hicieron. Nos seguían porque nos veían como militantes de la izquierda", recuerda Arturo Fleitas, uno de los más veteranos en el grupo.
Hubo torturas. Censura. Una parte del grupo se exilió en México y desde allí construyeron obras para decirle al mundo lo que ocurría en su terruño del sur. Quienes se quedaron usaron la clandestinidad para ayudar a tumbar la bota que los quería callar. "La dictadura nos quiso quitar la patria, pero lo único que consiguió fue agrandarla", poetiza Fleitas.
Se rencontraron ocho años después. A construir sobre mojado: el edificio de la compañía derruido por el tiempo y la opresión. Reencarnaron el esfuerzo de Atapahualpa en 1949 y a mediados de los años ochentas patinaban sobre el lago de la democracia. Tomaron el impulso necesario para hoy contar con tres salas y ser la entidad cultural privada más grande de su república. 42 artistas y 30 funcionarios integran El Galpón. Son unos pocos, teniendo en cuenta los miles que han recibido su mensaje.
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