Sergio Villamizar Dussan*
A la investigadora María McFarland Sánchez-Moreno su trabajo por varios años para Human Right Watch la llevó a recorrer buena parte de Colombia en sus distintas zonas. Esto le permitió conocer muchas historias de violencia, pero también otras de resistencia, en especial frente a los hechos protagonizados por los grupos paramilitares que surgieron a finales de la década de los noventa.
Ese es el centro de Aquí no ha habido muertos, el libro que editó el año pasado en inglés y que ahora se presenta en español, donde la investigadora se centra en tres historias de personas que trataron de buscar solución a esas problemáticas, como Jesús María Valle, quien fue asesinado por sus revelaciones. También está el fiscal Iván Velásquez y el periodista Ricardo Calderón.
Un libro que profundiza sobre los grandes peligros de este tipo de labores, así como las relaciones entre los paramilitares y la política y la Dea.
Foto/Colprensa/Papel Salmón
El libro de María McFarland Sánchez-Moreno, Aquí no ha habido muertos, fue lanzado en su edición en castellano en la pasada Feria del Libro de Bogotá.
Después de la publicación del libro, ¿Ya había tenido contacto con sus protagonistas?
Sí, pero a la distancia. Yo no había venido a Colombia tras publicarlo y ha sido muy especial que saliera la edición en castellano porque es un libro sobre Colombia y quería que se leyera aquí y compartirlo con las personas cuyas historias cuento.
¿Primero se editó en inglés?
Sí, en febrero del año pasado se editó en inglés, justo en el vigésimo aniversario del asesinato de Jesús María Valle, y en octubre salió la traducción realizada por Álvaro Robledo y ya nos encontramos en la segunda edición.
¿Cómo ha sido recibida esta historia por los lectores en inglés?
Ha sido muy bonito. Una de las razones por las cuales quería escribir el libro era que gente de otras partes del mundo conocieran la Colombia que yo conocí en los años que trabajé para Human Rights Watch. Lo que usualmente conocen de Colombia es Pablo Escobar y por ahí lo que se cuenta en la serie Narcos, algo sobre la Dea y si leen un poquito los diarios saben de las Farc.
Desconocen toda la historia del paramilitarismo y tampoco conocen, lo que yo quería resaltar, que eran las historias de personas del común, que hay por todo el país, y que son increíblemente valientes, que luchan por un país mejor, por la justicia, por la dignidad humana. Los personajes del libro son personas que de algún modo tuvieron éxito al destapar unas verdades sobre los vínculos del paramilitarismo con el Estado, con grandes sacrificios como él de Jesús María Valle quien perdió su vida.
¿Cómo fue la selección de las historias?
Empezamos con su trabajo y luego el trabajo de Iván Velásquez sobre los vínculos de los ‘paras’ con el Congreso, también el trabajo de Ricardo Calderón que destapó el tema de las chuzadas del Das y la entrada de paramilitares a la Casa de Nariño. Ellos lograron que cambiara la historia, porque hoy en día en Colombia no se pueden negar que han existido esos vínculos, aunque algunas personas lo hacen. Cuando empecé a trabajar en Colombia eso no se conocía o no era aceptado y mucha gente más lo negaba. Era importante llevar esta historia al mundo para mostrarles un lado de Colombia que nunca habían visto, con personajes que representan a muchos otros colombianos que quizás no han tenido el nivel de impacto de otros pero que son esenciales para la historia del país. Era importante darle algún tipo de reconocimiento que no han recibido ni siquiera dentro de su propio país. Aquí siempre se ha hablado de la felicidad y del ser el país más feliz del mundo, y es cierto que existe gran alegría y la música es maravillosa, pero lo que resaltaría como una de las cosas más valiosas de este país, es que, en medio de tanta violencia y tanta corrupción, existe gente tan valiente. Eso realmente es increíble. Entender lo que hacen y por qué lo hacen es complicado. Mucha gente se pregunta por qué la gente, los paras o la guerrilla matan, pero a mí me pareció importante preguntarme por qué algunos resisten en medio de tanta presión, cuando simplemente podrían hacerse a un lado, seguir la corriente que es lo más fácil y seguro.
Foto/Colprensa/Papel Salmón
La investigadora María McFarland Sánchez-Moreno es la directora de Drug Policy Alliance.
¿Cómo ven en el exterior este conflicto?
Algunos piensan que es un conflicto político, de izquierda y derecha, mientras que otros piensan que es un problema de narcotráfico, y la realidad es que son las dos cosas con unos niveles de complejidad demasiado altos. Lo que he tratado de explicar en Estados Unidos, ahora siendo directora de Drug Policy Alliance, es que la guerra contra las drogas es un asunto bastante importante dentro de todo el problema. El hecho de que exista esa prohibición crea ese enorme mercado ilegal con enormes ganancias en un país de enorme pobreza y donde no existe un Estado de Derecho fuerte, lo lógico es que exista mucha gente dispuesta a meterse en ese negocio, y eso no se acaba con un acuerdo de paz con un grupo armado, porque siempre existirá gente dispuesta a seguir con él, tomando rutas, regiones del país, contratando población y corrompiendo organismos de seguridad. Es un problema que se debe abordar de fondo. Con las personas que hablo siempre piensan que este problema debe ser abordado de otra manera, pero no suelen decirlo en público, los políticos no lo dicen, pero es un debate que se debería dar en Colombia si se quiere abordar el tema.
¿Por qué no se atreven a abordar el tema?
Está muy estigmatizado. En los años ochenta sí se presentó este tipo de discusión, pero todo se desvió porque Pablo Escobar hizo lo que hizo y se volvió imposible de hablar de otras formas de solución que no fuera la guerra contra los narcos. Todo fue extradición, capturas, Plan Colombia, con un Estados Unidos empujando esa lucha, con un imaginario dentro de la gente que piensa que no hay otra manera de acabar con ello si no es a través de la guerra.
¿Y en Colombia?
Ha sido muy bien recibido con mensajes muy positivos. Para las víctimas y sobrevivientes es un acto de memoria y de dignificación de las voces que usualmente no se escuchan, que es para mí un honor y muy especial. La reacción de otros sectores se sintió cuando se publicó en inglés, por la cobertura en los medios y la columna de Daniel Coronel que se concentró en un pedacito del libro en el cual menciono lo que Don Berna me dice en un correo electrónico, en el cual da a entender que Álvaro Uribe habría tenido que ver con el asesinato de Pedro Juan Moreno, su mano derecha en Antioquia. Esa columna generó una reacción muy fuerte y lo que a mí me sorprendió fue que generó una carta muy formal, muy bien hecha por parte de Don Berna, en un estilo muy distinto del que utilizaba en sus correos electrónicos, desde la cárcel en Miami, ante un Notario, en la cual me decía que él nunca me había dicho eso, que él decía que eso era un chisme, lo que hizo que Coronel escribiera otra columna con ese material.
¿Se acabará la guerra contra las drogas?
Nos enfocamos en políticas dentro de Estados Unidos, con su política exterior sobre el tema e intentando cambiarla. En este país hay un debate bastante fuerte, gracias a que ya tenemos diez estados con la marihuana legalizada y nosotros somos los líderes de estas campañas, y al parecer Nueva York será el siguiente lugar donde se legalizará, algo que es muy grande y que no se ha dado en Colombia. Existe una crisis de sobredosis en Estados Unidos, donde los traficantes están mezclando la heroína con sintéticos más potentes y más baratos, pero que en el 2017 tuvimos 72 mil muertes por sobredosis. Esto está generando un debate en el interior del país, donde la gente se está preguntando cómo, tras 50 años de guerra contra las drogas, 72 mil personas mueren de sobredosis al año y el consumo nunca ha bajado. Algo no funciona y es una guerra absurda que ni funciona en Colombia, ni en Estados Unidos.
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