Tributo a las vendedoras

Sergio Villamizar

COLPRENSA | LA PATRIA | CARTAGENA

La artista cartagenera Ruby Rumié puso en escena a 50 vendedoras ambulantes de la ciudad amurallada en la exposición fotográfica Tejiendo calle, reconocimiento a quienes hacen parte de la historia y la memoria de Cartagena y Bolívar, y que por años han sido invisibilidades, o como parte del paisaje exótico de la ciudad turística.

"Tejiendo calle presenta nuevos puntos de vista sobre ellas, sus saberes y los diferentes elementos que comprenden su labor, para transformar el encuentro de los espectadores con estas mujeres y, probablemente, el de ellas consigo mismas", dijo la autora.

En la jerga popular "tejer calle" es una expresión usada por las abuelas para nombrar a quienes permanentemente recorren las vías de la ciudad. Juego de palabras que describe la rutina de mujeres que por años se han dedicado a la venta ambulante, mujeres de voz fuerte y verbo exuberante que vocean sus productos de puerta en puerta o en los espacios públicos de la ciudad.

Abuelas

Las tejedoras de calles de Rumié son mujeres mayores de 70 años, afrodescendientes, que no esconden las canas ni las arrugas, sino que las portan con orgullo, como Dominga Torres Teherán, vendedora de pescado por más de 45 años, nacida en la isla de Tierra Bomba, con quien empezó la artista este homenaje.

"Le propuse fotografiarla y me sorprendió su belleza natural", asegura Ruby Rumié, quien reconoce que descubrir a Dominga como persona la motivó a contactar a otras mujeres en circunstancias similares.

Durante dos años recorrió el departamento de Bolívar en busca de 50 mujeres mayores con quienes trabajó después durante un año.

Rumié buscaba una amplia mirada sobre ellas para sacarlas del estereotipo, exaltar el cuerpo, los objetos de su oficio, el conocimiento del que son portadoras, honrarlas y visibilizarlas, y en cierto modo, concretar un ejercicio de memoria que quedó consignado en esta exposición que se presenta en la Galería NH de Cartagena.P-

** Tejiendo calle marca el regreso de Ruby Rumié a su ciudad, después de Halito divino (2014), exposición en la que dio voz social y creativa a las mujeres que han sufrido violencia doméstica.