Arboleda Caldas Horror y Esperanza
Recuerdos de una horrible noche. Cicatrices abiertas. Vivencias
Vicky Salazar
LA PATRIA | MANIZALES
El sargento Alexánder Ballesteros Gallego presentó el libro Arboleda Caldas Horror y Esperanza, durante la celebración de sexagésimo cuarto aniversario de la Escuela de Carabineros Alejandro Gutiérrez, que se denominó Memoria Histórica y Posacuerdo, que se realizó en el auditorio Fundadores de la Universidad Autónoma de Manizales.
En él narra las historias de algunos de los sobrevivientes y víctimas de la toma guerrillera al corregimiento de Pensilvania, que hicieron los frentes 47 y 9º de las Farc, el 29 de julio del 2000.
- ¿Cómo tuvo la idea de escribir este libro?
La idea nació cuando trabajaba en la guardia de la Sijín, en el 2004. Una persona llegó en busca de un funcionario. Noté tristeza en sus ojos, angustia, entonces le pregunté qué le pasaba, si tenía algún inconveniente y me dijo que cada vez que visitaba el comando de Policía le daba mucha tristeza, mucha nostalgia porque un hermano suyo había fallecido en la toma guerrillera de Arboleda hacía cuatro años.
- ¿Qué fue lo que más le conmovió?
Le pregunté cómo había sido esa vivencia y detalles de la toma, y él me narró su historia y despertó en mí ese interés por averiguar más a fondo sobre la toma guerrillera. Aún estaban los policías que sobrevivieron al ataque laborando en el Departamento, entonces me di a la tarea de buscarlos, hablé con los que logré ubicar y les tomé sus versiones de los hechos, y así fui tejiendo la historia y armé el libro.
- ¿Cuánto tiempo le tomo recopilar toda la información?
Un año. Desde mediados del 2004 hasta mediados del 2005 y retomé en el 2015.
- ¿Después de tanto tiempo cómo asume la gente el perdón y la reconciliación, es posible la sanación?
No. Cuando abordé a una de las víctimas de la toma guerrillera donde perdió a su esposo, ella no quiso hablar del tema a pesar de que habían pasado cinco años. Decía que cada que hablaba del tema se abría de nuevo la herida y aún ahora 15 años después el recuerdo sigue vivo entre algunas de las personas que vivieron ese horror. En ese sentido es muy difícil pensar que se va a olvidar, el perdón lo maneja cada persona.
Presentación
El libro que presentamos parece el relato reiterado del horror que han tenido que soportar innumerables comunidades colombianas, especialmente rurales, a los largo de muchas décadas, con motivaciones diferentes, pero con los mismos elementos de sevicia y crueldad, cuya sola pronunciación crispa la piel y arruga el alma. Quienes pertenecemos a la tristemente llamada generación de la violencia hemos sabido de infinidad de esos episodios sangrientos y algunos captamos de cerca con ojos espantados, inclusive cuando aún eramos niños. A los relatos contenidos en el libro de Alexánder Ballesteros Gallego, Arboleda Caldas Horror y Esperanza, basta con cambiarle el nombre a la población y pueden adaptarse a episodios semejantes a lo largo y ancho de nuestra amada Colombia, desde el Chocó, exuberante y misteriosos, hasta las apacibles provincias de Cauca y Nariño. Desde las inmensas llanuras orientales -cuyos campesinos parecen dejados de la mano de Dios y del Estado, pero hasta la guerra que jamás han comprendido- hasta las costas pacíficas, cuyos pobladores entonan las melodías de sus antepasados africanos y lloran sus muertos con los rituales del asombro. Y desde La Guajira -que muestra en su superficie reverberante un inmenso desierto de sal y carbón, oculta en sus entrañas las riquezas de los hidrocarburos y es maestra de sensatez con la cultura milenaria de sus aborígenes, que ofician sus ritos en los altares de la Naturaleza- hasta las ondulaciones de las cordilleras que se extienden sobre la superficie central de la patria, escoltadas por los ríos tutelares, donde revientan semillas de café, fríjol y maíz, puestas en los surcos por manos de campesinos piadosos, y esconden bajo la piel de la tierra papas, yucas y arracachas, mientras en los corredores, adornados con orquídeas, primaveras y josefinas rasgan los tiples canciones evocadoras y enamoradas. Esto, que es la realidad colombiana, hace muchos años que apenas puede verse en los documentales que transmite la televisión gracias a la osadía de los artistas del video,, porque de la realidad se apoderaron el miedo y los fusiles.
Los relatos de los personajes de este libro, sobre los sucesos del 29 de julio de 2000 ocurridos en la apacible población de Arboleda, corregimiento de Pensilvania, no los ha novelado el autor , ni los ha maquillado con truculencias amarillistas, para buscar éxitos editoriales. Son las vivencias de humildes policías y de sus familias sobre quienes cayó una avalancha de maldad, y de odio hacia las instituciones nacionales, personificada en centenares de bandidos a quienes les ha envenenado el alma la guerra, muchos de ellos han sido y se han criado en ella; y es para algunos fuente de riquezas, mientras que otros son apenas idiotas útiles de intereses perversos.
Pero el libro ese esencialmente, un homenaje a a la institución policial cuyos hombres tienen el valor, y merecen como todos los colombianos, especialmente los más golpeados, los campesinos que caiga sobre ellos el espíritu divino en lenguas de paz.
José Jaramillo Mejía.
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