Anielka, apasionada a la cultura y el arte

LISET ESPINOZA

LA PATRIA | MANIZALES

El 13 de junio del 2017 será una fecha inolvidable para Alirio Díaz, Kuricamayo de la comunidad indígena Quimbaya-Kumba, asentada en la vereda La Iberia de Riosucio (Caldas). Ese día cruzó palabras y uno que otro gesto de cariño con Anielka María Gelemur, sin saber que serían los últimos.

Anielka falleció el pasado lunes, a las 3:15 de la tarde, víctima de un paro cardíaco en la Clínica del Corazón, de Manizales. Tenía 89 años, de los cuales cuatro se los pasó indagando, conviviendo e investigando los orígenes de la comunidad de Alirio, hasta publicar el año pasado un libro de 355 páginas, titulado El misterio del Kirma Quimbayas hoy.

"Fue una persona muy especial, la considerábamos parte de nuestra familia, sabíamos que por su estado de salud ese sería el desenlace, pero uno no está preparado para esto. No tengo palabras para describirlo, porque la partida de la maestra me dejó marcado, se le ahogan a uno las palabras, fue muy duro", dijo Alirio.

Ni él, ni los demás integrantes de su comunidad, pudieron asistir al funeral de quien para ellos fue una mujer sabia. Mientras Guillermo Rendón, esposo de Anielka por más de 50 años, la sepultó en un mausoleo en el Cementerio San Esteban, los indígenas hicieron un ritual con sus dioses para darle el último adiós a la maestra.

Mujer sabia

Anielka nació en Argentina, pero Colombia fue su destino y, Manizales, su residencia. Hablaba francés, italiano, inglés, portugués y español. Tocaba el piano como nadie, era académica con Phd en Ciencias Etnográficas, de la Universidad Humboldt de Berlín (Alemania), y vicepresidenta del Instituto Bókkota de Altos estudios.

Quienes pudieron compartir con ella la describen como una mujer humana, sabia, cariñosa, con ortografía perfecta, buena escritura, lectora y excelente sazón.

Para la fotógrafa Alicia Ríos, Anielka era una persona que siempre quería regalarles a los demás su conocimiento. "La conocí hace 12 años y era una mujer muy noble, que a nada le veía nada malo. Siempre que hablaba con ella salía como una mejor persona, porque me iba con un poco más de conocimiento", indicó.

Agregó que para sus hijos fue una guía en sus estudios, al punto de que animó a uno de ellos a que hiciera la maestría en Brasil.

Carlos Enrique Ruiz manifestó en una columna escrita en este medio: daba gusto encontrar personas que tengan erudición, conocimientos discernidos, nobleza de carácter y enorme emprendimiento en labores múltiples, como Anielka.

La describió como una mujer "explícita, de fluida palabra, con memoria a flor de labio y conexiones históricas y culturales oportunas. Escribe al vuelo con bella letra de rasgos dominantes, reflejo de su personalidad; severa en momentos, y de fina diplomacia en otros".

Últimos momentos

El maestro Rendón indicó que Anielka era buena para hacer relaciones humanas. "Hablaba con alguna persona y ya sabía con quién la tenía que relacionar", dijo.

Recordó que en sus planes estaba publicar tres libros más. Uno de culinaria, otro de acuarelas y el restante de tejidos, porque era experta en eso. De los momentos que compartió con ella trajo el instante del último concierto al que asistieron juntos el mes pasado, en el Centro de Convenciones Los Fundadores, en el que a pesar de su estado de salud disfrutó de la noche y regaló varias sonrisas.

"Estaba bastante mal. El domingo 16 de julio, en la madrugada, gritaba del dolor. El marcapasos que le pusieron hace poco fue bien recibido, pero su problema era más complejo. Llamé a EMI, los médicos la evaluaron, le dejaron formulas, medicamentos y al mediodía perdió la motricidad por lo que volví a acudir y la hospitalizaron. En urgencias me dijeron que estaba muy mal y que lo que se iba a producir era un paro cardíaco y así fue. La tristeza que me dejó es grande, pero agradezco que le puso fin a ese padecimiento y dolor que sentía", concluyó el maestro Rendón.

El dato

Ezequiel Augusto Grabrielli Gelemur es el único hijo de Anielka. Es arquitecto y pintor, y elaboró la carátula y contraportada del último libro que publicó su madre.