Siempre se ha dicho que el 13 es el número del mal agüero, pero para el rejoneador Diego Ventura, que no entiende de supersticiones, es sinónimo de gloria e historia por las veces que ha logrado abrir la Puerta Grande de Madrid, un hito que del que solo Santiago Martín Sánchez El Viti puede presumir.
La exhibición de Ventura empezó en su primer toro del sábado 20 de mayo, al que dejó crudo con un solo rejón para aprovechar después la calidad y la movilidad que desarrolló en unos elegantes y torerísimos galopes.
Por lo anterior, la Plaza de Toros de Las Ventas se convirtió en un manicomio, sobre todo cuando dejó las dos primeras farpas en todo lo alto y atacando muy en corto.
Con el caballo Fino creció el ritmo y la intensidad de la faena con tres ajustados quiebres de lado a lado de la plaza, haciendo la suerte despacio y enardeciendo aún más los tendidos con piruetas en la salida. Tres cortas banderillas al violín, desplante del teléfono y, cuando tenía las dos orejas en la mano, pinchó antes de agarrar el rejón final, dejando el premio en solo una oreja.
Y de la brillantez se pasó al miedo por el riesgo que tuvo que asumir Ventura para llevarse la oreja del quinto, un toro violento y de constantes cambios de ritmo, con el que, lejos de amedrentarse, el hispanoluso tiró de la raza, el valor y el oficio de sus estrellas equinas. Tras un rejonazo al segundo encuentro, le pusieron en su mano la oreja que le hacía falta para la cruzar avante la puerta de las glorias.
Otro que estuvo en buen nivel fue el rejoneador Leonardo Hernández, que sorteó en primer lugar un astado, que, además de manso, quedó alterado tras un tremendo golpe tras saltar la barrera. El jinete de Extremadura (España) hizo un gran esfuerzo para inventarse una faena y, lo más importante, metiendo al público en la historia.
Andy Cartagena anduvo con notables desigualdades en su primero, un toro distraído y con poco celo.
Su segundo fue de escaso valor. Solamente pudo lucir algunas florituras sobre sus caballos.
La afición manizaleña aún debe tener en la retina al joven Ginés Marín, quien se presentó en la pasada temporada taurina local y que, aunque no paseó trofeos, dio muestras de valor. Más reposado, regresó el pasado jueves a Madrid, donde vistió de pizarra y oro para lograr dos orejas tras un estocadón que le permitió salir por la Puerta Grande más importante de su corta vida torera.
El novillero manizaleño Camilo Hurtado Eusse se midió ayer en un ciclo de festejos de promoción de novilleros en Andalucía (España). Aunque el evento guarda el carácter práctico, es una gran oportunidad para Hurtado, quien sigue juicioso su preparación en tierras ibéricas.
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