Javier López y El Molinero
LA PATRIA | EFE | Madrid - Manizales
- ¿Y usted quién es?
- Pues, Palomo. Palomo Linares.
- ¿Cómo? No, usted no es Palomo Linares. Sálgase de este patio de cuadrillas que es para gente mayor.
Al día siguiente con su traje de torear.
- Señor inspector, sí ve que soy Palomo Linares. ¿Esta vez también me va a sacar?
La anterior es una anécdota que narra graciosamente el aficionado taurino Luis Bernardo Gómez Upegui. Palomo Linares se la contó una vez en una entrevista en el antiguo Hotel Ritz, casa de los toreros de la época durante la semana ferial.
Por ello, el fallecimiento de Palomo Linares, a sus 69 años, toca tanto a Manizales. Significa el adiós a un revolucionario del toreo en la década de los 70, un diestro que, bajo el paraguas de Manuel Benítez, El Cordobés, y el histórico rabo que cortó en la Plaza de Las Ventas de Madrid (España) en 1972, le convirtieron en todo un fenómeno social de la época.
Retirado definitivamente en 1995, Sebastián Palomo Martínez se enfrentó con optimismo a la complicada operación a la que se sometió el viernes 21 de abril y que no pudo superar.
Sufrió una multitud de cornadas -varias de ellas muy graves- a lo largo de una carrera que empezó con tan solo 17 años como novillero, para dos años después tomar la alternativa el 19 de mayo de 1966.
Desde el principio empezó a triunfar y a demostrar que no era un torero cualquiera.
Palomo Linares siempre mantuvo un sello de distinción basado en el valor, la raza y la espectacularidad de su concepto, muy alejado de la ortodoxia y el clasicismo y que hizo que siempre tuviera una legión de partidarios.
Gómez Upegui define el estilo de Palomo como una forma particular y su alegría la compartía también con el público. “Un hombre honrado que con su figura atraía mucho cuando llegó en 1967”, agrega.
Era inevitable compararle con Manuel Benítez, El Cordobés. De hecho formaron pareja artística en lo que se dio a conocer la campaña de los guerrilleros, llegando a torear juntos en más de sesenta tardes.
Esta fórmula mediática le sirvió para, tras tomar la alternativa, convertirse en todo un fenómeno taurino y social de la época, más aún después de que El Cordobés dejara su trono en 1971.
Pero el hito más marcó su carrera, y posiblemente su vida, fue el histórico y polémico rabo que cortó al toro Cigarrón, de la ganadería de Atanasio Fernández, el 22 de mayo de 1972 en Las Ventas, convirtiéndose en el décimo y, hasta la fecha, último diestro en lograr los máximos trofeos en Madrid.
Aquello ayudó a que su fama creciera todavía más, convirtiéndose no solo en el líder del escalafón de toda una década, sino también en una figura pública cuya imagen se extrapoló más allá de los ruedos.
Su noviazgo y posterior boda en 1977 con la modelo colombiana Marina Danko y los nacimientos de sus tres hijos, Sebastián, Miguel y Andrés, coparon las portadas de los medios rosas de la época, como también su divorcio en 2011 y el inicio de una nueva relación sentimental con la juez Concha Azuara.
Los últimos años de su vida los dedicó en cuerpo y alma a su otra pasión, la pintura, una disciplina artística que siempre acompañó en su vida -expuso por primera vez en el año 1977 en Colombia- y por la que sentía auténtica devoción.
Foto | Archivo | LA PATRIA - Palomo Linares gozaba como pocos en el callejón y no se dejaba embargar por nervios.
Palomo Linares participó en la jornada de toros más descrestante de la década de 1970. El 11 de enero de 1970 se vivieron dos impresionantes corridas en la ciudad. A las 10:00 de la mañana toreó Linares al lado de Pedro Domingo y Gabriel de la Casa. Estuvo también el rejoneador Álvaro Domecq.
La corrida fue saboteada porque los toros no cumplieron con los pesos reglamentarios y luego un intenso chaparrón obligó a posponerla para el día siguiente con diferente ganadería.
Palomo Linares regresó al ruedo para la corrida de las 3:30 p.m. de ese mismo domingo. También triunfó, al lado de Manolo Cortés, Gabriel de la Casa (triunfador de la feria), Pepe Cáceres, Pedro Domingo y el rejoneador Domecq. 14 toros de Dosgutiérrez vieron la arena y Linares consiguió cuatro orejas.
“Palomo visitó la ciudad en traje de luces hasta 1984”, cita Gómez Upegui.
Foto | EFE | LA PATRIA
Sebastián Palomo Linares (d) al lado de Manuel Benítez, El Cordobés (i) en 1969. Posan al lado de una paloma que sirvió de símbolo del pacto por el que se comprometieron a torear juntos y a imponer sus condiciones a los empresarios taurinos.
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