LA PATRIA | Manizales
Hace apenas un par de semanas circuló por las redes sociales una imagen de un espontáneo que se lanzó al ruedo para sabotear una corrida en la plaza francesa de toros de Carcassone.
De acuerdo con videos, parecería que el hombre que decidió probar suerte en el ruedo quería demostrar que el novillo Miura de esa tarde era un animal inofensivo. No sucedió.
Este hombre, en una denodada estupidez, corrió al centro del ruedo y citó al animal, que galopó con fuerza. El espontáneo corrió como pudo hasta las tablas, pero fue vencido por la ferocidad del animal. Intentó hacerle un quite, pero el novillo, por el pitón izquierdo, lo elevó hasta que este cayó por la espalda bruscamente contra el piso. La cuadrilla de inmediato corrió para llamar al novillo y llevárselo del centro del ruedo para poder auxiliar al herido.
Sin embargo, a pesar del intento de banderilleros y toreros, el animal regresó para atropellar al espontáneo. Lo pisó hasta que llevaron al novillo al otro costado, pero el hombre se mantenía inmóvil en la arena. Un banderillero, en una decisión humana y desesperada, lo cogió y lo llevo a rastras por la arena, hasta que estuvo a salvo. El destino del antitaurino, que creyó que los novillos y toros son seres indefensos y tiernos, como sacados de un canal de dibujos animados, fue la enfermería.
¿Qué sentido tenía este hombre? No era un mártir. Tampoco probó lo que creía cierto para él, de hacer un animal doméstico, como se quiere hacer ver, a los toros de lidia.
Hay que resaltar el esfuerzo dinámico y rápido de la cuadrilla de turno y todos quienes acudieron al callejón de Carcassone para auxiliar al espontáneo.
Por eso, es necesario también generar un debate sano, sin estereotipos. Hay taurinos y antitaurinos. Es una verdad llana, pero no se puede seguir llevando la conversación en la enfermiza cadencia de las redes sociales, donde, sin ningún tinte de vergüenza, se insulta por doquier.
Hay que ensalzar a esta cuadrilla que demostró que su humanidad se exalta en esta lidia llena de fiereza entre dos elementos de la naturaleza: razón y fuerza.
También debe ser tarea de los taurinos defenderse con argumentos y sin caer en los lugares comunes del insulto. Debe ser providencia eludir las trampas de aquellos que se arman con vilipendios tales como enfermo, sádico y hasta vocablos sin sentidos, para que el fin último sea la defensa sana de la tradición ante el peligro patente de aquellos que ahora buscan hacer política a través del gusto. Algún día se cansarán de insultar si no tienen quién los escuche.
Únicamente hay que actuar como la cuadrilla y luchar por lo que realmente vale.
Queda la ironía, como se señaló en redes sociales, de que un “asesino”, como se les insulta a muchos toreros sin gracia alguna, salvó la vida de uno de estos espontáneos.
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