Paula Delgado
Colprensa | LA PATRIA | Bogotá
El conflicto armado colombiano se ha ganado el título del más largo de nuestro continente y uno de los más duraderos del mundo, con casi 50 años de presencia ineludible en el territorio nacional. Hoy la esperanza de los ciudadanos está puesta en manos del presidente Juan Manuel Santos, quien parece manejar el proceso de una manera notoriamente diferente a la que en otras ocasiones se adoptó.
Cuando en septiembre se conoció que los diálogos exploratorios de paz se estaban adelantando hace varios meses, muchas fueron las especulaciones y diversas las posiciones, pero una frase se hizo famosa: “No repetiremos los errores del pasado” y con ella una serie de acciones que se distanciaron radicalmente de lo que alguna vez fue un proceso de paz en Colombia.
A continuación, momentos de nuestra historia en los cuales la palabra diálogos de paz se tomó titulares de todos los medios durante décadas.
El comienzo del fin
Belisario Betancur, presidente de Colombia entre 1982 y 1986, inició el camino de las conversaciones con los grupos guerrilleros, en ese entonces las Farc, la Autodefensa Obrera (ADO), el Epl y el Movimiento 19 de abril (M-19).
Los principales convenios firmados fueron los acuerdos de La Uribe con las Farc, que resultaron en la creación de la colectividad política Unión Patriótica (UP), como su brazo político, y los Acuerdos de Corinto con el M-19. Ambos permitieron que se pactara un cese el fuego en 1984 y la desmovilización de varios miembros.
La UP, conformada por desmovilizados y miembros del partido comunista, no tuvo éxito debido a que la mayoría de sus miembros fueron asesinados. Además, los máximos líderes de la época, Manuel Marulanda y Jacobo Arenas, no retornaron plenamente a la vida civil y pronto se reorganizaron incumpliendo el acuerdo.
Sin embargo, las ya conformadas autodefensas civiles, habrían sido apoyadas por la cúpula militar y no cesaron los enfrentamientos contra las guerrillas, con lo que se incrementaron los ejércitos privados en defensa de la propiedad.
Sin duda, su lucha más grande fue contra el M-19, específicamente durante la toma del Palacio de Justicia. Los acercamientos se interrumpieron por la muerte de Iván Marino Ospina, miembro de la cúpula de ese grupo. Un comando de la organización acusó al Gobierno de traición por faltar al pacto de cese al fuego. El 6 de noviembre de 1985 y durante dos días, invadió el símbolo del poder judicial nacional hasta que el presidente ordenó la retoma del Palacio.
Exitosas desmovilizaciones
Virgilio Barco, presidente entre 1986 y 1990, más allá de una desmovilización acordó también el desarme del M-19 y el Ejército Popular de Liberación (EPL).
Su política se centró en el diálogo con las guerrillas entre enero de 1989 y mayo de 1990, sin cesar su lucha contra el Frente Nacional y el narcotráfico. En dicho escenario efectivamente logró acuerdos con el M-19, grupo que sembraba violencia, y que posteriormente se convirtió en partido político y no volvió a las armas. Con el Epl no corrió la misma suerte, pues el guerrillero Francisco Caraballo (capturado en 1994) impidió que la desarticulación del grupo fuera total.
Sin embargo, tuvo que afrontar numerosos asesinatos de líderes y miembros de la Unión Patriótica (UP), así como varios atentados de terroristas vinculados con el narcotráfico. Tampoco logró que las Farc ni el Ejército de Liberación Nacional (Eln) detuvieran su guerra contra el Estado, a pesar de activar la Consejería para la Paz.
Su guerra contra los traficantes de drogas, mediante acciones policiales y extradiciones a Estados Unidos, desató una ola de asesinatos y secuestros como el del líder Luis Carlos Galán y el director del diario El Espectador, Guillermo Cano Isaza. Tras estos golpes los ataques a las estructuras del narcotráfico se multiplicaron así como los atentados respuesta (edificio del DAS y Vuelo 203 de Avianca).
Pero dejó ir la posibilidad de firmar la paz. "Los extraditables", rendidos ante las detenciones masivas e incautaciones a sus propiedades y ante la muerte del narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, le ofrecieron al presidente Barco un pacto por el que aceptaban la victoria de las autoridades y cesaban en sus ataques terroristas a cambio de garantías legales y constitucionales. El presidente Barco rechazó la propuesta y los atentados se reanudaron.
Se rinden unos, pero...
César Gaviria, presidente entre 1990 y 1994, promovió constantes las negociaciones con grupos armados. Concluyó la firma del acuerdo de paz con el PRT que inició el gobierno Barco, finiquitó la desmovilización del Epl, así como de una fracción del Eln y la totalidad del Movimiento Indígena Armado "Quintín Lame".
Durante su primer año ordenó la toma del hasta entonces resguardo de las Farc en Casa Verde, municipio de La Uribe (Meta), descartando la posibilidad de mediación internacional en el conflicto armado colombiano. Además, logró la entrega de armas de unos 150 combatientes en el departamento del Cauca.
No se libró del recrudecimiento del narcoterrorismo a manos de Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, principalmente, y tuvo que rendirse ante la serie de secuestros que presionaron la promulgación de una política de sometimiento a la justicia, que ofreció rebaja de penas y trato preferencial a quienes abandonaran el narcotráfico y se entregaran a las autoridades, a cambio de no extraditarlos a los Estados Unidos, logrando la captura de Pablo Escobar.
En el Gobierno Gaviria se adelantaron diálogos de paz con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (conformada por las Farc, el Eln y el Epl). En mayo de 1991 se realizó una reunión en Cravo Norte (Arauca) en la que se acordó el inicio de conversaciones directas en Caracas (Venezuela) en junio. Hubo dos reuniones antes de trasladar el proceso a Tlaxcala (México) con negociadores del gobierno como Horacio Serpa Uribe y Álvaro Leyva Durán; ‘Alfonso Cano’, ‘Iván Márquez’ y ‘Pablo Catatumbo’ por las Farc; y Antonio García del Eln.
Cuando había cierta esperanza de éxito, el Epl secuestró al exministro Argelino Durán Quintero, quien falleció en cautiverio víctima de un ataque cardíaco con lo que en mayo de 1992 se hizo público el final de las conversaciones.
Solo buenas intenciones
Ernesto Samper, presidente entre 1994 y 1998, permitió la intervención de países como Alemania que prestó un escenario en la ciudad de Maguncia, donde se adelantaron conversaciones con el Eln y el Epl.
En el diálogo de su gobierno la participación de la sociedad civil resultó crucial, así como la del facilitador alemán Werner Mauss, quien en noviembre de 1995 sostuvo una reunión con jefes del Eln, donde se acordó una gira por Europa en la que estuvo Antonio García, acompañado de varios insurgentes.
El plan de paz se desarrolló en varios países y finalizó en España, donde en febrero de 1998 se firmó un preacuerdo en el Palacio de Viana, de Madrid. Pero este no se concretó luego de que se filtró a medios de prensa. Lo reemplazó en julio del mismo año el acuerdo Puerta del Cielo, que contemplaba el desarrollo de una propuesta impulsada por los guerrilleros para realizar lo que llamaron una Convención Nacional. Pero nunca fue lo suficientemente concreto, pues el acuerdo se quedó en buenas intenciones.
La zona de distensión
Andrés Pastrana, presidente entre 1998 y 2002, propuso el último diálogo formal de paz con la guerrilla de las Farc ofreciendo como garantía la zona de distensión, un área de 42 mil kilómetros cuadrados conformada por cinco municipios de Meta y Caquetá, que fueron desmilitarizados, inicialmente por seis meses, bajo grandes críticas.
Desde su campaña presidencial adelantó conversaciones con la guerrilla de las Farc y prometió un diálogo de paz si resultaba elegido, prometiendo una zona de despeje que finalmente cedió. Pero el trato no comenzó bien, pues al acto, realizado en San Vicente del Caguán, no asistió el jefe máximo de las Farc, Manuel Marulanda, sin contar con múltiples acciones terroristas de los guerrilleros a través de atentados y secuestros.
A pesar de que el proceso se congeló varias veces, el recrudecimiento de la guerra entre guerrilla y paramilitares por la coca nunca terminó. Se cree que los diálogos de paz fracasaron por exceso de temas de negociación y falta de estrategia negociadora del gobierno. Aunque en su momento se aplaudió la "agenda común" denominada "por el cambio hacia una nueva Colombia", suscrita entre gobierno y Farc el 6 de mayo de 1999.
Los 110 puntos de la agenda tocaban instituciones, problemas políticos, sociales y económicos del país, pero las Farc incumplieron todo lo pactado a pesar de declarar una tregua unilateral. Acciones terroristas poco vistas como el "collar bomba", colocado por un grupo armado a una mujer campesina de Boyacá, para presionarla a que pagara una extorsión se robaron la atención del país.
La falta de interés de las Farc y su actitud cínica era más que evidente. Incluso, establecieron leyes que buscaban regularizar la extorsión a los colombianos e imponer sus propias normas a los ciudadanos, incluidos funcionarios públicos implicados en corrupción.
Después de una controvertida extensión de su vigencia y de varios crímenes cometidos en la zona de despeje, el presidente Pastrana, a pocos meses de terminar su mandato, anunció el 20 de febrero de 2002 que el proceso había fracasado y que la zona de distensión quedaba efectivamente cancelada argumentando que Manuel Marulanda lo había asaltado en su buena fe.
Hechos como la explosión de un puente por donde pasaba una ambulancia en Antioquia y el desvió de un avión comercial por una célula insurgente que obligó a la tripulación a aterrizar en una carretera del departamento del Huila, llevaron al presidente a poner un ultimátum: las Farc tenían hasta las 12:00 de la noche para despejar la zona.
¿Falsa desmovilización?
Finalmente, Álvaro Uribe Vélez, presidente que gobernó en dos periodos entre 2002 y 2010, adelantó un proceso de desmovilización con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) a través de conversaciones en Ralito (Córdoba).
Sin embargo, durante el proceso fue muy poco lo que se informó a la opinión pública, no se conocieron detalles de lo acordado y posteriormente se supo que muchas estructuras de esas organizaciones no se desmovilizaron o volvieron a delinquir, lo que despertó permanentes cuestionamientos a nivel nacional e internacional.
Ante todo discreción
Hermetismo y discreción son las características del manejo que el Gobierno Nacional le ha dado a los detalles previos a la instalación de los diálogos con las Farc.
El jefe del equipo negociador, el caldense Humberto de la Calle, se abstuvo de pronunciarse antes de viajar a Oslo (Noruega), en donde mañana se tiene previsto el primer encuentro de las partes. Ayer viajaron los miembros del equipo del Gobierno.
El miércoles sería el primer pronunciamiento para la opinión pública de las primeras conclusiones. Dos semanas después los diálogos continuarían en La Habana (Cuba).
El equipo negociador del Gobierno lo encabeza el exvicepresidente Humberto de la Calle; los generales (r) Jorge Enrique Mora y Óscar Naranjo; el Comisionado de Paz, Sergio Jaramillo; el presidente de la Asociación Nacional de Industriales, Luis Carlos Villegas; y el ex Alto Comisionado de Paz Frank Pearl.
El equipo de las Farc está conformado por Ricardo Palmera, alias ‘Simón Trinidad’, detenido en una cárcel de Estados Unidos; Luciano Marín, alias ‘Iván Márquez’; Ricardo Téllez, alias ‘Rodrigo Granda’ o ‘el canciller de las Farc’; Jesús Carvajalino, alias ‘Andrés París’ y Luis Alberto Albán, alias ‘Marco León Calarcá’.
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