Fernando-Alonso Ramírez
LA PATRIA | BERLÍN
La cifra impresiona. La Policía Secreta de Alemania llegó a tener en 1989, al final de su existencia, 180.000 funcionarios, y sólo 90 mil figuraban como trabajadores oficialmente. Esto significa que uno de cada 100 alemanes de la República Democrática (RDA) trabajaba para el Ministerio de la Seguridad del Estado. Era espía.
El lugar ocupado por la Stasi en la vieja Alemania oriental es un conjunto de edificios de 15 mil metros cuadrados, en el sector de Lichtenberg (Berlín), a donde nadie distinto a sus funcionarios podía entrar. Sólo se ingresó allí después de la caída del Muro en noviembre de 1989.
La Stasi se creó en 1950, cinco años después de terminada la Segunda Guerra Mundial y once antes de la construcción del Muro. Sólo tuvo tres directores, dos en los primeros siete años, y uno en los siguientes 32. Comenzó como un aparato desordenado y pequeño, pero crecía al ritmo del descontento de los ciudadanos. Cada protesta era un empujón para la Policía Secreta, hasta llegar a ser la máquina de intromisión en la vida de los alemanes de ese lado del Muro, explica Margret Steffen, del Departamento de Comunicación del comisionado Federal para la Documentación de la Stasi de la antigua RDA.
Los expedientes hallados en este lugar, después de 1989, suman en línea recta 111 kilómetros, -la distancia entre Manizales y Armenia es de 105 km- correspondientes a los 7 millones de fichas que se acumularon y miles de audios y grabaciones, sin contar los que pudieron ser destruidos entre el 9 de noviembre de 1989, cuando cayó el Muro, y el 15 de enero siguiente cuando miles de ciudadanos ocuparon las sedes de la Stasi e impidieron que se siguieran destruyendo los archivos.
Fue tal la urgencia por desaparecer los documentos que todas las máquinas trituradoras de papel se dañaron en los primeros días y los empleados siguieron haciéndolo a mano. Lo que puso en alerta a los ciudadanos fue el olor a papel quemado, cuenta Steffen. Estos son los que aún hoy se intentan recuperar: 180.000 bolsas con unas 33 millones de páginas.
Valor civil
La Stasi tenía redes en cada departamento y a todas sus sedes llegaron representantes del pueblo durante esos días de lo que ha sido llamado la revolución pacífica y la reunificación, gracias a la caída de la segunda dictadura de los últimos 100 años en Alemania. La primera fue gobernada por los nazis entre 1934 y 1945, la segunda en la RDA, entre 1945 y 1989, señala Michael Parak, de la Fundación contra el Olvido y por la Democracia.
Rescate de la memoria
En 1992, no sin polémica, se aprobó una Ley que le permite a todo ciudadano alemán averiguar por su expediente, si lo había en la Stasi. Es como si usted pudiera ir hoy a una oficina del gobierno a averiguar si fue espiado por el DAS. No es una situación fácil. Cientos de interesados se han encontrado de frente con la verdad. Quién los espiaba: un amigo, un familiar, el propio padre.
En Alemania, las leyes de acceso sólo permiten que se pueda hacer público un documento reservado 30 años después, pero se hizo la excepción con la Stasi, aunque hubo voces, incluidas las del Gobierno de la República Federal, que no querían que se conociera toda la verdad, pues también había sido espiado y abrir todo el archivo era dejar la posibilidad de que sus ciudadanos se enteraran de cosas que incluso en la democracia no estaban bien hechas. Al final la norma se aprobó por amplia mayoría.
El lugar lo visitan al mes unas 5 mil personas que quieren saber sobre su expediente. Al comienzo este número era el triple.
El museo
La Stasi se creó para perpetuar el poder del partido obteniendo información de sus ciudadanos y de otros países.
“Lo importante es saber que en la estructura del Estado -comunista-, el partido tenía el poder. El Estado era sólo un instrumento para ejercer tal poder”, describe Jörg Driesselman, quien orienta el Museo de la Stasi, lugar que se puede visitar, lo que no pasa con los edificios que albergan los documentos.
Driesselman nació en la RDA. Era un adolescente cuando se dio la revolución del 68 y por eso, como alemán joven, quería escuchar a Jimmi Hendrix, usar cabello largo y probar lo que probaban los de su edad al otro lado del Muro. Eso le costó la persecución, ser detenido en 1975 en una cárcel de la Stasi y condenado a cuatro años y tres meses, aunque un año y tres meses después fue comprado como preso político por la República Federal de Alemania, cuenta. En 25 años estas transacciones permitieron la libertad de 35 mil personas y el pago a la RDA de 2 mil millones de marcos alemanes.
“A esos jóvenes de entonces la dictadura nos declaró como enemigos y siempre digo que si alguien te ofrece una enemistad, acéptala”, bromea Direselmann.
Vender detenidos a la RFA fue uno de los mayores generadores de divisas para la RDA, dice Jorge Luis García Vásquez, exilado cubano, que es guía en Hohenschönhausen, una cárcel de la Stasi, de cuya existencia solo se supo un mes después de la caída del Muro. Era un lugar para los presos políticos, es decir para todo aquel que pensara diferente.
García estuvo detenido allí cinco días porque siendo funcionario del gobierno cubano adelantaba conversaciones para desertar, según cuenta. Sin embargo la Stasi lo detuvo y lo deportó a Cuba. Luego conoció su expediente y pudo ver que en tan poco tiempo sumó 400 páginas y confirmó que sí fue un amigo el que lo delató. Lo que más lo impresionó fue la precisión de los datos sobre su paso por Alemania, relata.
Acumuladores
Para dar una idea de la capacidad de espionaje de la Stasi. Se conocen datos como que en 1986 sólo en uno de los 15 distritos de la RDA se realizaron 180 mil de lo que ellos llamaban verificaciones, es decir, informes de seguimiento a personas. Esto es como un millón y medio al año solo ahí.
Cuando en 1987 en Praga, Gorbachov enterró la doctrina Breshnev, les permitió a los países bajo tutela de la URSS gobernarse a sí mismos. Una catástrofe para el Partido, relata Drieselmann. Por ese motivo esos burócratas no tenían nada qué ofrecer. Lo único que les quedaba era abrir las fronteras, agrega.
El museo existe porque los ciudadanos se movieron hacia allá y empezaron a construirlo para tener un lugar para el debate entre los mismos ciudadanos, no entre los políticos, plantea categórico, quien se lamenta de que la mayoría de responsables de los excesos en la RDA solo recibieron impunidad.
En esto coincide Michael Parak, miembro de la Fundación contra el Olvido y por la Democracia, para quién la mayoría de los crímenes cometidos por este DAS comunista siguen impunes. De hecho se acaba de abrir una polémica en Alemania porque por primera vez desde la caída del Muro, antiguos líderes socialistas obtienen el poder: ganaron la mayoría en el estado de Turingia hace apenas dos semanas. La expectativa está puesta sobre si aprendieron la lección, dice Parak.
El congresista Tom Koenings, del Partido Verde que hizo alianza con la izquierda para ganar ese Estado, cree que no hay posibilidad de que el comunismo o el socialismo pretenda virar hacia el totalitarismo en un país que ha aprendido lecciones en ese sentido.
Persiste el reclamo de ciudadanos en Alemania sobre la necesidad de que se investiguen todos los crímenes del régimen comunista. Annelen Micus, de la organización Centro Europeo por los Derechos Humanos y Constitucionales (ECCHR), que se encarga de acompañar a ONG latinoamericanas y de otras partes para que no haya impunidad en sus países, reconoce que no han hecho esa tarea en el suyo.
Alemania tiene un camino importante recorrido en la reconciliación, pero falta aún mucho más por caminar. En lo que coinciden todos los entrevistados es en que siempre habrá más posibilidades de lograrlo y de encontrar la verdad entre más lejos se esté del momento en que ocurrieron los hechos.
El periodista viajó a Alemania invitado por la DW Akademie
El museo
El museo de la Stasi se encuentra en el corazón del complejo de edificios que sirvieron de albergue al Ministerio para la Seguridad del Estado de la RDA. Se encuentra cerrado por una nueva exhibición, pero reabrirá sus puertas al público el 15 de enero del próximo año. Allí podrán ver, entre otras, la oficina original del director por 32 años de la entidad, Erich Mielke. Más información en www.stasimuseum.de
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