Fue una cruda noticia. Jorge Andrés Lozano estuvo 11 días desaparecido. Su cuerpo lo hallaron desmembrado cerca a su casa, en el sector de La Unión, entre los barrios Sinaí y Solferino, de Manizales. Ocurrió el pasado 28 de agosto, como lo informó LA PATRIA, y aunque la familia sospechó desde un principio que se trataba de él, solo dos días después las autoridades lo identificaron plenamente, gracias a pruebas dactiloscópicas.
Líderes de la comuna Ciudadela del Norte acostumbrados a frecuentes enfrentamientos entre combos de jóvenes coinciden en que, además de este caso, allá no tienen noticia reciente de hechos similares. "Por aquí hay pandillas y sí se ha visto violencia, pero no tan brusca", cuenta un líder del barrio Comuneros.
¿Qué puede haber detrás de un crimen así, en zona urbana y lejos del conflicto armado? En años recientes se recuerdan al menos otros dos casos en Caldas en los que los asesinos se valieron de métodos similares. Se trata de hechos desvinculados entre sí, y por ello las autoridades advierten que no se debe interpretar como una forma sistemática de hacer daño, similar, por ejemplo, a la que pusieron en práctica los paramilitares con su seguidilla de masacres a finales de los 90 y comienzos de la década del 2000.
Cada uno habrá que analizarlo en su contexto, pero lo que sí es evidente es la conmoción que esto genera entre la comunidad cercana a los crímenes.
Otros dos casos
En Manizales también es conocido el homicidio del comerciante Duván Jaramillo Gómez, a quien desmembraron en su casa el 31 de mayo del 2011. Las partes de su cuerpo las empacaron en bolsas. Por el crimen hay tres condenados, entre ellos su compañera sentimental y el amante de esta.
En la vereda Las Palomas, de Palestina, el 8 de enero del 2011 le aplicaron descargas eléctricas a Jairo Arley Carvajal Sánchez, le amputaron las piernas y los brazos y luego lo incineraron; lo mataron horas después de secuestrarlo en Manizales. Ya hay una exagente del Gaula condenada, quien para el momento del asesinato hacía parte de la Policía. Desde que capturaron a los primeros dos sospechosos, también de esa institución, la Fiscalía defendió la tesis de que los autores eran "fuerzas oscuras del Estado al servicio de las bandas criminales".
Ahora bien, una cosa es el crimen y otra, el desmembramiento. ¿Por qué acudir a estos métodos? Mario Alejandro Otálvaro, investigador de la Personería de Medellín que ha estudiado la desaparición forzada en esa ciudad, explica que por lo general hay una motivación común: el ocultamiento.
De hecho, si se analizan los tres casos mencionados, hubo un interés por desaparecer la evidencia. Al hombre de la Ciudadela del Norte lo hallaron en bolsas dispersas en una zona boscosa. La compañera sentimental del comerciante de Chipre intentó deshacerse de las bolsas, mientras que en el caso de Palestina a la víctima la metieron en la cajuela de un carro para luego prenderle fuego al vehículo. El investigador explica que la razón para intentar desaparecer el cadáver y acudir a métodos tan crueles es "asegurar impunidad, disminuir los riesgos que puedan tener los criminales con la justicia porque el cuerpo de una persona asesinada así genera múltiples indicios".
Recuerda, por último, que en Medellín los grupos armados ilegales han tenido mucha injerencia en las comunas y se han valido del horror de sus crímenes no solo a la hora de las confrontaciones, sino para controlar el territorio y la economía de ciertas zonas. "Quieren garantizar continuidad y permanencia". Concluye que, de todos modos, "los descuartizamientos no necesariamente tienen que ser asociados a grupos organizados y armados al margen de la ley".
Pistas
El caso de la Ciudadela del Norte aún no está resuelto, aunque en la Policía Judicial de Caldas aseguran que la investigación va muy adelante y ya identificaron a los tres presuntos homicidas. Su perfil, agregan, no es tanto de pandilleros como de consumidores de estupefacientes cuya adicción los tiene prácticamente en la indigencia.
Por eso las autoridades creen que el crimen se sale de los parámetros de los combos (así la víctima tuviera antecedentes delictivos) y más bien puede responder al terrible final de un problema personal cuyo origen, de todas formas, no está claro. "Es un círculo de hecho muy cerrado", indican.
Expandilleros que consultó este diario se abstienen de afirmar quién pudo haber sido, pero apoyan la versión oficial de que se trata de un homicidio ajeno a los comunes conflictos entre jóvenes de allí, por crudos que estos hayan sido. "Acá se pelean que porque uno pasó una cuadra (fronteras invisibles), que porque uno miró feo al otro, pero casos de esos no se habían visto; eso lo hace un psicópata", expresa un expandillero.
Autoridades y habitantes de la comuna también cuentan que ni la tortura, ni mucho menos las desapariciones, son formas de atacar y enfrentarse entre las pandillas, que generalmente se valen de armas blancas para atacarse en peleas y encontrones puntuales o, en menor medida, de armas de fuego generalmente artesanales.
Es por ello que el asesinato ha generado conmoción, pues diferente a otras zonas del país, en Manizales seguirá siendo muy extraño que un grupo de vecinos se levante un día con la noticia de que en el lote del frente de su casa hay un cuerpo desmembrado.
No estigmatizar
El investigador Mario Alejandro Otálvaro invita a que en estos casos, como en cualquier homicidio, se tenga un respeto especial por las víctimas y se evite estigmatizarlas, algo que, según él, ocurre cuando se atribuyen los móviles a retaliaciones sin siquiera haber investigado. "Son afirmaciones que ponen en entredicho la calidad de la persona, a pesar de que esta no necesariamente pertenezca a una organización criminal".
Una voz de México
Javier Valdez es un periodista que trabaja para el semanario Río Doce, de Culiacán (México), y cubre casos judiciales. Él explica que en medio de la violencia ligada al narcotráfico, los desmembramientos se dan para enviar "mensajes de terror, de miedo exacerbado, de apocalipsis: esto les va a pasar si siguen, si no se van, si mantienen su trabajo y objetivos. Es un mensaje que llega y se queda y se multiplica. Le dicen al gobierno, a la policía, el ejército, la sociedad, los medios, los enemigos: aquí estamos, y venimos dispuestos a todo". Esto tiene que ver, regularmente, con disputa por el mercado de drogas y pugnas entre carteles enemigos.
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