Ladrillos hechos a punta de plástico, iniciativa en el colegio Isaza (Victoria)

Laura Sánchez

LA PATRIA | Manizales 

El profe Julián Díaz lleva 20 años en Isaza. Cuando empezó a enseñar llegó a la sede La Garrucha y después a la sede principal en este corregimiento de Victoria (Caldas).

A él siempre lo mueve el medioambiente. Su primera iniciativa como técnico agropecuario fueron cultivos, que tuvo que descartar porque eran vecinos de las casas de habitantes de Isaza. Ahora su atención se centra en el reciclaje, aunque no falte un árbol de cacao en cada patio.

Desde hace cinco años empezó con sus estudiantes del Proyecto Ambiental Escolar (PRAE) a reciclar plástico, en especial de alimentos ultraprocesados, lo que se ingiere en los descansos en el colegio.

“Empezamos a reciclar pero yo me fui por la transformación. Antes recolectábamos el material y lo sacábamos a vender. Pero ahora los fundimos para hacer ladrillos y tabletas ecológicas”, expresó el docente.

Trabajo manual

Una olla grande permite fundir el plástico reciclado. Lo cortan con tijeras, lo derriten y lo depositan en moldes diseñados por el profesor Julián. Son diferentes formas, pensó en que los ecoladrillos deberían encajar para que sirvan en una construcción amigable con el medioambiente. También hizo placas para pupitres.

Cada ecoladrillo pesa cerca de un kilo: “Usted puede tener una pila de plástico y se reduce a esto, en un material que le puede durar hasta 100 años”. El trabajo artesanal es tóxico para él. Razón suficiente para interrumpir la producción de los ecoladrillos.

Su sueño es hacerlo de forma industrial, con máquinas especializadas que permitan hacerlo de forma rápida y segura, y que podría generar recursos propios para proyectos educativos.

Destacado 

- Si usted desea apoyar este proyecto escolar, puede escribir al correo juldipa@hotmail.com

- El profe no tiene clara las medidas pero puede usar medio costal de plástico para transformarlo en un kilo.