YAIR ANDRÉS VALENCIA
LA PATRIA | SAN JOSÉ
Esta es la historia de la lucha de una mujer con 69 años, cabello blanco, corto y suave, manos que revelan el trajinar de su vida. Con voz ronca y un poco desgastada, además de su piel manchada por el sol, y la dulzura que expresa sabiamente a las personas que encuentra día a día.
Se trata de María Vicenta Cardona, una matrona, oriunda de la vereda Alto Mira en el municipio de San José, pueblo destacado por la alegría de su gente y la riqueza del campo.
Cuenta María Vicenta que en julio de 1969, del cual no recuerda el número del día, pero sí muy bien la tragedia que marcó su vida, con los detalles de lo ocurrido en aquel aciago tiempo.
El sol estaba en su zenit y marcaba un tiempo caluroso, ardían los techos de las casas, y al mismo tiempo cuando empezó a caer la tarde, el cielo se tiñó, de un momento a otro, de un color opaco y grisáceo. Aparecieron de repente nubes oscuras que se distinguían en el horizonte. Anunciaban el inicio de una tormenta y María Vicenta no había visto algo similar antes. Sin aviso se descargó aquella tempestad. En un instante el cielo se iluminó con una chispa, un relámpago que hizo retumbar la tierra.
Ella recuerda que entró a su casa rápidamente con su hija de 14 meses y su bebé de 45 días de nacido, y detrás de ellas su esposo. Hacia las 6:00 p.m. cayó la primera gota del temporal, seguida de una torrencial granizada, rayos y truenos. El aire era fuerte, tan recio que el techo se desprendió completamente, esto los obligó a huir a la cocina. Una vez allí comenzaron a desprenderse las paredes, creyeron encontrar un lugar seguro, pero entre rayos, truenos y granizo caían también ladrillos sobre sus enseres y ellos.
Después de la tormenta
"Toda esa noche la pasé asustada al lado de mi esposo y mis dos hijas, di gracias cuando se acabó la tormenta", relató María Vicenta, con tembloroso acento.
Después de la tormenta, entre las montañas se asomaba suavemente una luna tímida que dejaba ver sus tenues destellos de luz y con los cuales iluminaba los destrozos.
Sus vecinos también sintieron el rigor de la demoledora borrasca y vieron con temor los destrozos de sus pequeñas casas. La cosecha de café de aquel entonces se perdió. Pasados unos meses después de lo ocurrido se recuperaron los cultivos, gracias a la tenacidad de María Vicenta y sus vecinos.
"Deseo que este tipo de cosas no le ocurran a nadie y que a su vez, todos valoren lo poco o mucho que tengan. Lo que aparenta ser un día hermoso, de pronto se transforma en un gran monstruo aterrador que arrasa con lo que encuentra a su paso", dijo María Vicenta.
DESTACADO
"Lo que aparenta ser un día hermoso, de pronto se transforma en un gran monstruo aterrador que arrasa con lo que encuentra". María Vicenta Cardona.
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