MATEO NARVÁEZ
COLEGIO JAIME DUQUE GRISALES
GRADO 11
Hace poco conocí a un barquero, era un tipo frío, en su cara se notaba la tristeza que lo recorría, quise preguntarle porqué la expresión. Antes de hacer mi pregunta, él, con una voz de lamento, me preguntó: hacia dónde quiere ir buen hombre. Le contesté con un tono de preocupación: lléveme donde pueda ocultar mis penas, él contestó, con la seguridad de conocer de un lugar donde podría desechar mi penas.
Él dijo: lo llevaré a un lugar en el cual pueda guardar todo en un baúl, tomar la porcelana y poner esto en un cohete… asombrado, supe que este tipo, el cual no conocía, tenía algo especial, se parecía a mí. Tal vez corrió con la misma suerte que yo.
Accedí a esta opción, él, con una sonrisa en su rostro, me dijo, tal vez no es tan diferente como pensaba. Empezó a mover su barca, recorriendo canales llenos de penas, túneles con marcas muy profundas en las paredes, como si allí, hubiese pasado una ilusión.
Seguimos en camino a nuestro destino, que desconocía. Este tipo me producía confianza, por alguna extraña razón, me recordaba a mí. Poco después me dejó en la entrada de un lugar.
Entré a una taberna donde solo se veía hombres, con barbas largas y ásperas, considerados como varones. Pero esta taberna tenía algo particular, aquí estos hombres eran débiles, no dejaban ver lo que oculta a ese carácter rudo de voz gruesa.
Aquí, considerado este como un lugar al cual tus lágrimas se mezclaban con el vino. Aquí donde las copas se usan para olvidar, para eliminar una pena, sanar un corazón roto, llevarse esto, por los inmensos ríos de alcohol que recorren el cuerpo, con una copa de vino tinto, en medio de una gran penumbra, es tu única consejera.
En ese lugar conocí a aquella mujer que tiene una cintura más chica que la de una avispa, piel lisa y traslúcida, aquella mujer, que ves con deseo, tal vez con la que quisieras pasar toda una vida tomándola con tu mano, donde solo quieres rozarla con tal delicadeza en tus labios, como si fuese un copo de nieve único.
Todos los hombres de la taberna quieren tener una mujer igual en sus manos, pero no todos la ven igual. Al principio ves como un gusto termina siendo un capricho, que quieres no dejar escapar. Sabes que te hace mal, pero no puedes parar de beberla, crees que te hará olvidar a la que rompió tu corazón de porcelana, solo la ves reflejada allí.
Tu mente juega con sentimientos ocultos para los demás, hace de una simple copa, toda una vida junto a ella, pruebas el vino, como si fuese sus labios, no quieres parar de rozarla, lloras por la frustración de saber que tu corazón tardó 9 meses en formarse y tú se lo diste en tan solo 9 segundos, irónico ¿no? Para que ella lo rompiese cual copa vacía, demasiadas veces.
Le repetía a la mujer que me roba la vida, la que destruyó una inmensa red de ilusiones: tus labios son el único vino tinto que quisiera rozar cerca a los míos, tu piel hace que mi cabeza entre en un estado de confusión, más que el estar ebrio. Cosas como estas le contaba a mis nuevos amigos de taberna, entre los cuales, estaba aquel barquero….
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015