JORGE IVÁN CASTAÑO
LA PATRIA | SAMANÁ
Los corredores son las mesas, las paredes soportan las espaldas y uno a uno se acomodan los estudiantes para almorzar. El colegio de Encimadas (Samaná), construcción de dos niveles, de verde y amarillo, que se esconde entre montañas, acoge a estudiantes de la zona. Ellos comen el almuerzo en pasillos.
La institución, que funciona desde 1998, no tiene restaurante. La comunidad educativa desde hace nueve años ha pedido a la Alcaldía de Samaná que construya un espacio cómodo y limpio para almorzar, además sin la presencia de perros.
Yorman Darío Muñoz indica que les falta un restaurante donde se puedan preparar los alimentos. "No tenemos sillas y no es digno que nos toque en el suelo".
El corregimiento del mismo nombre está a dos horas de Samaná. Un poblado víctima de la violencia y desplazamientos forzados.
Este corregimiento samaneño sufrió con la presencia del frente 47 de las Farc, desde finales de los años 90. La situación se recrudeció con la llegada de los paramilitares a la región. Asesinatos, secuestros, extorsiones, desplazamientos azotaron la zona hasta finales de la primera década de este siglo.
Esta tierra se recupera de los golpes con cada uno de los 130 alumnos que asisten a clase. Solo esperan un lugar digno para recibir los alimentos.
"El único problema es que carecemos de una planta física para el restaurante, pues los alimentos son preparados en una caseta. Falta un espacio digno para no tener que sentarnos en el suelo a compartir con los animales", Jhojan Danilo Hincapié.
El secretario de Educación de Samaná, Daniel María Zuluaga, indicó que en los próximos días firmarán un convenio con la Gobernación de Caldas. "Esperamos hacer el restaurante este año y empezar el 2017 con el espacio".
Historia
En el 2005, Samaná soportó dos desplazamientos masivos. El último, el 16 de noviembre por combates entre
las Farc y las Auc del Magdalena Medio. Al menos 2 mil 200 personas, 675 niños, salieran de 13 veredas de Encimadas.
La amenaza la llevaron los niños, que recibieron el mensaje en las escuelas y lo dieron a conocer a sus padres. Por orden de la guerrilla, todos tenían que irse de sus tierras, en plena cosecha de café.
Las Farc minaron las vías para que la gente no volviera. Era orden de Peligro, un jefe guerrillero.
Nos vemos obligados a abandonar la caseta y dirigirnos a los pasillos o al patio para consumir los alimentos. No son lugares adecuados, ya que nos toca tener animales a los lados, no tenemos suficientes muebles y nos toca sentarnos en el suelo, comenta Jenifer Paola Molano, estudiante.
Me siento muy feliz, es un espacio muy agradable, aunque no contamos con el restaurante propio del colegio, no tenemos los elementos suficientes para consumir los alimentos y nos toca hacerlo en el suelo de los pasillos, relata Sebastián Hincapié.
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