Urge un relevo generacional cafetero

La caficultura, actividad agrícola que se viene recuperando en los meses recientes, necesita todavía un gran cambio de fondo que la encamine hacia terrenos de mayor estabilidad y permanente crecimiento, con el ánimo de evitar crisis de las dimensiones que han tenido que afrontar, recientemente, las cerca de 550 mil familias que se dedican en Colombia a este cultivo. Hace apenas un año el panorama era totalmente sombrío, hoy se vive un ambiente de esperanza, pero si no se toman medidas prontas y acertadas los tiempos malos pueden regresar.
 

El gremio está a la espera de las conclusiones del estudio que deberá entregar la Comisión del Alto Nivel que el Gobierno Nacional creó para estudiar los peligros, los desafíos y las oportunidades de una actividad que ha sido fuente de riqueza para el país durante cerca de un siglo. Lo que salga de allí servirá para confirmar percepciones, para reforzar acciones que ya se ejecutan o para dar pasos hacia nuevos destinos que aparezcan ahora como atractivos.

La aplicación de todos estos conceptos y la puesta en marcha de los cambios que se recomienden tendrán que ser tarea de los nuevos líderes que quedarán elegidos en las elecciones cafeteras del 6 y 7 de septiembre próximos, por lo que en este momento es más importante que nunca avanzar hacia la renovación de esos dirigentes, para que los que queden en los comités municipales y departamentales no carguen con el lastre de los errores que se han cometido y estén dispuestos a abrir la mente a nuevas realidades.

Así como los programas de renovación de los cafetales ya están dando frutos, reflejados en una creciente producción de granos de buena calidad, es necesario avanzar hacia un cambio generacional real en los 370 comités municipales que hay en Colombia y en los 15 comités departamentales. Si eso se logra se estará sembrando la semilla de una caficultura fuerte y sostenible por largo tiempo, con la que se puedan recuperar los espacios perdidos en el mercado internacional, y que esté dispuesta a innovar y ofrecer valores agregados a los compradores.

De la mano de esta renovación del liderazgo cafetero, en el que también caben las voces discordantes de quienes han expresado malestar frente a las políticas oficiales, como es el caso de Dignidad Cafetera, es fundamental orientar las acciones hacia el fortalecimiento de la institucionalidad, la empresarización de las fincas productoras, la mejora constante de la productividad y el alcance de niveles de competitividad que nos blinde ante los avatares de la dinámica comercial mundial, y hasta de los fenómenos climáticos locales. Hay que buscar los cambios desde adentro, no solo oponiéndose y haciendo paros, porque con ello en lugar de ganar, todos perdemos.

Si los comités ganan en pluralidad, será posible abordar temas que estén orientados a que las familias cafeteras se mantengan en la actividad, pero que cada vez perfeccionen su oficio y lo hagan más profesional y organizado. La idea es que también haya cada vez más jóvenes comprometidos con hacer que el café y todo lo que lo rodea se convierta en su futuro. Además, el próximo Congreso Nacional Cafetero podría resultar muy fructífero, haciendo que la Federación asuma un papel más cercano a los campesinos, con mayor flexibilidad y capacidad de respuesta rápida ante los problemas que surjan.
 

Hoy la realidad es que la caficultura está volviendo a ser un buen negocio, gracias a los volúmenes de producción, a los precios internacionales, el manejo de la tasa de cambio y los subsidios entregados por el Gobierno, pero la situación es aún muy sensible y riesgosa, por lo que es el momento de acertar.

Hay que empezar por apostarle a que en la Federación haya un claro liderazgo que defienda al sector ante los obstáculos que aparezcan, y que trabaje con esmero para posicionar nuestro grano cada vez más en sus variedades especiales. Esa es la clave para que la institucionalidad cafetera se fortalezca y sea vista como legítima. Eso permitirá retomar la idea del voto electrónico en las elecciones cafeteras, las cuales deben ser ejemplo de modernidad y de transparencia democrática.