l Plan de Desarrollo que aprobó hace un par de semanas el Congreso de la República tiene tantas complejidades como las que se esperan de un documento de esta especie, pero con un agravante, en el resultado final parecen imperar no los rigores técnicos que se exigen para un documento de esta especie, sino las compensaciones políticas para las regiones en donde estuvieron los votos que definieron la reelección del presidente Santos. Además, hay que decirlo, contiene un tufillo alcabalero que por más que el director de esa dependencia trata de negar, es evidente.
El pasado domingo LA PATRIA mostró cómo queda Caldas en este Plan y realmente brillan por su ausencia los grandes proyectos y apenas es beneficiada por unos cuantos que impactan de manera directa en otros departamentos y aquí solo pasan, como lo son las vías de Cuarta Generación. Y como si fuera poco, obras que habían sido advertidas como de grandes posibilidades para el occidente de Colombia, como el puerto de Tribugá, desaparecieron, a pesar de las dificultades portuarias que sigue ofreciendo el país y la falta de vías óptimas que conduzcan a esos lugares para poder sacar los productos, gran problema de nuestro departamento que, a pesar de ello, hace un esfuerzo importantísimo para exportar. También quedaron por fuera los ferrocarriles.
Los planes de Desarrollo se están convirtiendo en documentos llenos de buenas intenciones, pero que cada vez responden menos a esa importancia que se les daba para trazar el futuro del país, con políticas de Estado y no de Gobierno. Esto impide que se puedan concretar muchas propuestas allí planteadas, pues al final podrá más la capacidad de cabildeo en lo que se termine ejecutando, porque depende del presidente de turno y de su equipo económico la decisión definitiva, permeada por la influencia de congresistas que muchas veces privilegian el interés de sus votos y no el de las regiones como se requiere.
No deja de causar, mínimo, sospecha que no se haya incluido el aeropuerto del Café con nombre propio, sino que se le denomine Regional, a pesar de que es una prioridad para los caldenses, como lo demuestran las cifras de cierre de La Nubia y de viajeros manizaleños obligados a volar por Pereira. Lo que se debe buscar son alternativas para que las iniciativas clave para el desarrollo de Caldas se concreten, lo que puede estar en la inversión privada, en la realización de alianzas público privadas o en otros esquemas que conduzcan a la concreción y no permitir que se vayan al cajón del olvido.
Más allá del Plan de Desarrollo, que puede terminar siendo un listado de buenos propósitos, en el que nada pasa si no hay voluntad y que además permite que pasen cosas por fuera de él, es necesario que la región tenga claro los proyectos que entiende como necesarios para salir adelante, con criterios técnicos, para aunar la voluntad de gremios y dirigentes políticos de todas la vertientes y presentarse unidos ante el Gobierno Nacional. Ya se ha demostrado que de esa manera se consiguen logros en la gestión, superando esa mirada prevenida que se estila desde el alto Gobierno para con Caldas después de las elecciones presidenciales del año pasado.
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