Un nuevo Plan Colombia

Muchos vaticinan que la celebración de los 15 años del Plan Colombia se convertirá, en realidad, en su sepultura. Así lo han dicho el expresidente Andrés Pastrana y el columnista Juan Lozano, por ejemplo. No obstante, el presidente Juan Manuel Santos viajó a Washington a encontrarse con su homólogo de los Estados Unidos, Barack Obama, con la esperanza de que esa importante ayuda que ha recibido el país desde el 2001 no se diluya, sino que, por el contrario, se fortalezca con un nuevo enfoque. No el de fortalecerse militarmente para seguir la guerra contra los ilegales, sino para ejecutar inversiones que ayuden a consolidar un posconflicto exitoso. Más que dejarlo languidecer, llegó la hora de repotenciar el Plan Colombia y otorgarle nuevas misiones, aún más ambiciosas. 
Falta, desde luego, que las Farc firmen en La Habana (Cuba) el acuerdo definitivo para ponerle punto final al conflicto armado, aceptando los parámetros que se fijen de común acuerdo con los negociadores del Gobierno Nacional, pero ya están tan adelantadas esas conversaciones que será difícil que el rumbo cambie en las semanas y meses que vienen. De hecho, el objetivo tiene que ser que el próximo 23 de marzo finalicen los diálogos y comience la construcción de la paz en el país, por lo menos en lo referente a las Farc. 
Hay que reconocer que si no hubiera sido por el Plan Colombia, como se ha ejecutado hasta ahora, la guerrilla no se habría visto en la necesidad de abrirle espacio a una salida negociada. Desde el gobierno de Pastrana comenzó un fortalecimiento de las Fuerzas Militares colombianas, que arrinconaron a los subversivos y les propinaron duros golpes que los ablandaron. Fueron cerca de 10.000 millones de dólares que durante este tiempo tuvieron un enfoque militar, pero ha llegado la hora de dar un viraje y empezar a recibir recursos que consoliden lo hecho y le den sostenibilidad. 
El hecho de que el propio Obama se haya interesado en celebrar esos 15 años de cooperación entre los dos países es buen indicio de que en lugar de debilitarse, esta estrategia podría fortalecerse, aunque con un enfoque ajustado a las actuales necesidades. Que el secretario de Estado, John Kerry, manifieste que hay disponibilidad de la Casa Blanca para ese cambio, evidencia que hay un real acompañamiento al proceso de paz. "Habiendo ayudado a Colombia a crear las condiciones para un acuerdo de paz, Estados Unidos debe ahora ayudar a Colombia a aprovechar la enorme promesa que la paz ofrece", escribió el pasado fin de semana en el Miami Herald. 
La reunión de los presidentes colombiano y estadounidense, que se realizará mañana, debe dar como resultado la transformación del Plan Colombia en una herramienta que se enfoque a luchar contra el narcotráfico, aunque más que en la erradicación de cultivos ilícitos, es su sustitución para que los campesinos puedan subsistir bajo condiciones de legalidad que les permitan una vida digna. Además, habrá que mantener el componente militar en contra de las bandas de narcotraficantes, pero al mismo tiempo recursos que ayuden a que los guerrilleros desmovilizados se ganen la vida trabajando honradamente. 

Debe propenderse, pues, por un relanzamiento de la ayuda norteamericana con una visión integral orientada a poner cimientos en la construcción de una nueva sociedad. Si Estados Unidos ha expresado solidaridad y respaldo a la paz que actualmente se tramita, dicha posición debe concretarse con recursos que permitan que sea sostenible, que beneficie no solo a Colombia sino a todo el continente y el mundo. Sin ese aporte, acompañado de otros que deben provenir de Europa, por ejemplo, le quedará muy difícil al país dejar atrás la mancha dejada por más de medio siglo de violencia.