Todos los astros se parecen estar moviendo y alineando a favor del desarrollo de La Dorada (Caldas) y toda esa amplia región del Magdalena Centro, que es el verdadero corazón de Colombia. Además de ser el vértice inferior del triángulo conformado con Medellín y Bucaramanga, también es el vértice derecho de la misma figura con Medellín y el Eje Cafetero, y cada vez está más cerca de Bogotá, la capital del país.
Además de los trabajos de recuperación del cauce navegable del río Magdalena, para lograr que desde y hasta allí se puedan movilizar cargas significativas con la Costa Atlántica, las obras de la Ruta del Sol y el tren hacia Santa Martha harán que en poco tiempo La Dorada (Caldas) y Puerto Salgar (Cundinamarca) constituyan el más importante puerto multimodal de Colombia, con opciones de crecimiento económico y de irrigación de su dinámica a toda la región, que podrá generar mucho bienestar a los habitantes de la zona.
A esto hay que sumar la vía de cuarta generación (4G) que se comenzará a construir entre Puerto Salgar y Girardot, lo que conectará esa región con el sur y el occidente del país, en forma estratégica. Si todo va bien, en unos seis años todo este impulso a la infraestructura que hasta hace poco parecía un sueño será una realidad palpitante que podrá llevar a significativos repuntes de la economía, generación de miles de empleos y desarrollo social. Si a esto se suma la posibilidad de habilitar la base aérea Germán Olano como aeropuerto comercial, el país quedará dotado de un gran polo de desarrollo con una enorme vocación de crecimiento.
Todo este empuje también podrá hacer que más adelante La Dorada sea paso obligado para el comercio que se dé entre el centro de Colombia y Venezuela, por la vía a Rumichaca. De la misma manera, si prosperan las iniciativas que se tienen para hacer más ágil el paso desde Villeta (Cundinamarca) hasta el Magdalena Centro, esa mayor cercanía con Bogotá hará que La Dorada se dispare. De hecho se fortalecerá como centro logístico nacional y concentrará actividades económicas de todo tipo.
Para que todo Caldas se pueda beneficiar en forma real del gran impulso que tomará esa región en próximos años, nuestros dirigentes tienen que empeñarse en sacar adelante proyectos como el de la nueva vía Manizales-Mariquita, la transversal cafetera de Caldas y conectarlas con las obras de Pacífico III, las cuales constituyen un ramal de las llamadas Autopistas de la Prosperidad. Los manizaleños no podemos quedarnos como simples espectadores de este desarrollo, sino ser protagonistas activos y ambiciosos.
Ahora bien, como bien lo advierten los líderes del programa Desarrollo para la Paz del Magdalena Centro, La Dorada tiene que trabajar para que toda esa confluencia de proyectos se refleje en bienestar social real para toda la población de la zona. No puede permitirse que el desarrollo pase por un lado, y se convierta solo en grandes obras que cemento y hierro, sin que haya repercusiones directas en la calidad de vida de quienes comparten sus espacios y sus vidas con esas grandes infraestructuras.
Está, pues, al alcance de la mano, una posibilidad concreta de desarrollo que debe ser muy bien aprovechada. Todo Caldas, empezando por Manizales, tiene que voltear a mirar hacia esa zona de nuestro departamento e involucrarse de manera activa en el desarrollo de los nuevos proyectos de La Dorada. Solo en la medida en que todo el departamento empuje hacia el mismo lado será posible irrigar la riqueza potencial que viene en camino hacia toda la región. El gran reto del Caldas para el siglo XXI es mantenerse fuertemente conectado a los centros por los que fluirá con mayor fuerza el torrente de la economía.
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