a Gobernación de Caldas no la ha tenido fácil. La Administración actual llegó en unas votaciones atípicas en septiembre del 2013, tras la declaratoria de nulidad que de la elección de Guido Echeverri Piedrahíta hizo el Consejo de Estado. El elegido en el 2011, según el alto tribunal, se encontraba inhabilitado para el cargo. Esto obligó a una interinidad que cubrió Julián Gutiérrez al obtener la mayoría de los votos, por unas fuerzas distintas a las que dieron el aval a Echeverri, pero, por esas paradojas de la política, más cercano a este.
Es un motivo para que a la hora de consultar con periodistas que cubren el gabinete departamental y con gremios algunos expresen desconocimiento de la función de los secretarios. En un país centralista como el nuestro es fácil desde las capitales, en general, cierta tendencia a privilegiar lo cercano y a no enterarse de lo que sucede en la periferia, lo que debe lamentarse en líderes de opinión regionales. Así como una semana atrás LA PATRIA realizó este ejercicio con el gabinete municipal era importante también medir la percepción que se tiene del departamental, que logró 3,1 en promedio, mientras que el gobernador lo superó por una décima.
Se debe entender la complejidad para una Administración que llega a terminar lo que otra inició, además con patrocinadores políticos diferentes; que tiene amarrada la inversión para cumplir con la Ley 550; que tuvo a su líder incapacitado poco más de dos meses por una compleja cirugía al corazón; que ha tenido dificultades para entenderse con la Asamblea; y que ha visto una amenaza grave heredada para su principal empresa, la Industria Licorera. A esto se suma la criticada ineficiencia en el gasto.
Por supuesto que hay personas en el gabinete que se destacan. La recuperación de la confianza en una entidad como Inficaldas hace que Luis Fernando Franco obtenga la mejor calificación, mientras que la experiencia de Ángelo Quintero y de Gerson Bermont también se reconoce. Se veía venir que el peor calificado fuera Juan Pablo Alzate, quien durante casi un año privilegió su posición personal por encima de la institución que regentó, Empocaldas, y ante los traspiés de la Junta para buscarle remplazo también salió mal evaluado el actual gerente. Otro que perdió el año fue el secretario del Deporte, quien habiendo sido periodista seguramente entenderá muy bien por qué la percepción que se tiene de su labor es tan mal calificada.
Este año la principal tarea de la Administración departamental debe ser organizar la casa, devolver la confianza en lo público y recuperar empresas como Inficaldas, la Licorera y Empocaldas. No se han visto pasos certeros en la mejora de la calidad educativa y ha habido un corto circuito entre el departamento político y el administrativo, a veces propiciado por un manejo no muy ortodoxo de a quienes se les delegó el diálogo con las bancadas, quienes en ocasiones parecen pensar más en su futuro político. Gutiérrez debe ver si necesita ajustes para cumplir los objetivos trazados en un año electoral y también brindarles más herramientas a quienes se han destacado por querer cambiar las viejas formas de administrar lo público, eso es decisivo para unos mejores resultados de esta Administración.
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