Manizales se ha caracterizado por su riqueza hídrica. Su posición geográfica en la Cordillera Central permite que existan numerosas quebradas que surten las plantas de tratamiento del acueducto, y que solo por eventualidades como la sufrida a finales del 2011 la ciudad sufra por algún grado de racionamiento del líquido. No obstante, eso no significa que dejemos de ser vulnerables frente a alguna situación que pueda afectarnos en ese sentido, y que nos ponga al borde de perder el privilegio del que hemos gozado. Desde luego que si se cometen errores podremos volver a sufrir las consecuencias.
Por eso, es fundamental que se preste atención a lo que viene pasando con la explotación minera en Tolda Fría, lugar en la vereda Montaño, de Villamaría, donde la canadiense Río Novo Gold Inc. tiene desde el 2011 un permiso para extraer oro durante 30 años, gracias al contrato de concesión 163-17, entregado por la Agencia Nacional Minera. Si bien la actividad extractiva es legal allí, son innegables los riesgos para el medioambiente y para las fuentes hídricas, al situarse entre dos zonas declaradas como áreas protectoras y de conservación ambiental, y además hay una influencia directa para la quebrada Romerales, que aporta 300 litros de agua por segundo a la planta de tratamiento Luis Prieto.
La Corporación Autónoma Regional de Caldas, Corpocaldas, ya ha advertido acerca de los peligros que esta actividad representa para estas zonas, y que podrían repercutir en asuntos de tanto impacto como el acueducto que surte a Manizales y buena parte de Villamaría, cuyas redes nacen en la planta Luis Prieto. Esa es una de las razones por las que se adelanta una acción popular que pretende frenar la explotación aurífera en el lugar, tomando en cuenta además que para esta actividad se usan cantidades significativas de mercurio, metal contaminante que podría generar graves problemas de salud en animales y seres humanos. También es claro que las quebradas La María y California están en riesgo.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que la explotación del oro no es nueva en ese lugar, que hay una tradición de 60 años de esa actividad en la zona, en forma artesanal. Lo que se requiere es una vigilancia permanente para que no se generen daños que puedan convertirse en un atentado a la naturaleza, como fue la tala de árboles en ese lugar para construir una carretera hasta la mina, razón por la cual ya la empresa canadiense fue sancionada por Corpocaldas. En esto hay que analizar que en la actual legislación el monto de las multas no parecen compensar los daños que pueden cometerse, y habrá que pensar en hacer en el futuro ajustes legales que resulten más estrictos y vigorosos.
Mientras que la actividad minera no se desarrolle a gran escala en esa zona y se mantenga un control permanente sobre lo que allí ocurre, podría decirse que los daños al medioambiente no se van a incrementar. Lo complicado es que los planes de la empresa explotadora apuntan a desarrollar una actividad extractiva mayor, lo que amenazaría el ambiente en la zona y podría terminar afectando gravemente a todos los habitantes de la capital caldense y de Villamaría. Además, debe aclararse el tema legal, para que se estudie la posibilidad de entregar la Licencia Ambiental, o de negarla, si es lo que más nos conviene a todos.
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