Son muchas las preguntas que quedan después de conocerse que el comandante máximo de las Farc, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, visitó La Habana en varias oportunidades para reunirse con sus subalternos, los mismos que se encargan de negociar con el Gobierno colombiano un posible acuerdo de paz. Lo único claro es que efectivamente el jefe guerrillero ha estado en la isla, ha viajado desde Venezuela y que lo hizo a pesar de las órdenes de captura que pesan en su contra en Colombia, las cuales no han sido suspendidas como sí lo fueron para quienes oficialmente forman parte del equipo negociador.
Si queremos ver el lado positivo de esto podemos decir que es importante que quien debe dictar los lineamientos a todos los alzados en armas de las Farc esté en contacto con sus negociadores, pues puede coordinar con ellos y avalar más fácil los acercamientos. Es una demostración de que está preocupado por lo que pasa, quiere estar informado de primera mano y que seguramente tal interés se verá reflejado en decisiones que permitan un avance para obtener resultados más inmediatos como lo pide la sociedad.
Pero infortunadamente son más las cosas negativas de esto. Cada vez hay mayores indicios de que Venezuela es el refugio del máximo comandante de las Farc y de otros delincuentes más, sin que el Gobierno de ese país haga lo que tiene que hacer con los bandidos: detenerlos y extraditarlos a Colombia. Más bien queda la sensación de que allí están tranquilos y se les trata como héroes, lo que explica el silencio del Ministerio de Relaciones de Colombia en temas tan delicados como la violación de los derechos humanos de nacionales en ese país o de venezolanos deportados desde Colombia.
Más grave aún es que seguimos sin conocer si el anuncio del ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, de que Timochenko viajó a La Habana lo hizo con autorización del presidente, Juan Manuel Santos, o fue un palo a la rueda dictado desde los cuarteles. Es difícil entender que sea lo primero, pues claramente la confidencialidad de las negociaciones no se puede extender a la protección de los victimarios que no forman parte del equipo negociador de las Farc.
Si bien se levantó la reserva que pesaba sobre los acuerdos, esta es sobre lo ya cumplido, no sobre lo que se negocia. Si acaso el anuncio lo hizo el ministro a manera de protesta contra las decisiones del Gobierno podríamos estar hablando de inconformidad de las Fuerzas Armadas, pues se entendería como un mensaje directo de que poco o nada les gusta a los uniformados lo que está pasando en la isla.
Ya lo hemos dicho muchas veces, peor que una guerra puede ser una mala paz, no concertada y que excluya la opinión de un amplio sector que considera que se está dando mucho a cambio de nada a las Farc. Las evidencias nos muestran que un amplio sector de los militares parecen formar parte de este grupo. Los colombianos necesitamos respuestas y claras para poder entender esta situación si es que se puede entender.
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