Cuando de manera acelerada, hace algunos meses, se anunció la puesta en marcha del programa de Manizales en Bici, desde este medio hicimos un llamado a no improvisar, a que se trazara un plan muy serio que garantizara el éxito de la iniciativa y que se impulsara un programa de socialización, con el fin de que todos los manizaleños, tanto los que usan bicicletas como quienes solo usan vehículos particulares o públicos, y en fin, todos los actores de la movilidad en la ciudad, pudieran comprender la magnitud del cambio cultural que debe darse para que cada vez haya más gente haciendo buen uso de las bicicletas.
Hoy, nos da la impresión de que seguimos en el mismo punto o, peor aún, que estamos en reversa, ya que después de tanto impulso ese proyecto luce congelado y sin quién dé información concreta acerca de su implementación, si nos atenemos a lo que ocurrió el pasado lunes en el Concejo, donde sus miembros optaron por devolver el informe que la Administración Municipal les había pasado, en vista de que no correspondía a un documento que cumpliera con los más mínimos requisitos para responder a las inquietudes que hoy se tienen.
¿Cuánto dinero se ha invertido en esa idea? ¿Qué tipo de socialización se viene haciendo? ¿Dónde están las bicicletas? ¿Los aparatos que se compraron cumplen con los requerimientos técnicos que se adapten a la topografía de Manizales? ¿Cuándo, finalmente, este programa se echará a rodar? Esos son algunos de los muy amplios y diversos interrogantes que todos nos hacemos, y ante los cuales no parece haber respuestas directas. Ojalá que las dependencias encargadas de manejar este programa resuelvan con prontitud todos las preguntas que se tienen, ya que es la única manera de generar credibilidad acerca de un cambio profundo como el que se quiere lograr en materia de movilidad.
La ciudad necesita conocer el cronograma que se tiene previsto para poner a funcionar la medida, y el paso a paso de las diversas acciones. También es fundamental que se aclare cuál fue el documento que, supuestamente, la Secretaría del Medio Ambiente les entregó a los concejales hace cerca de dos meses y medio, y si fue así cuáles fueron las razones para que no fuera estudiado. Este programa de fomento al uso de la bicicleta, con su trasfondo ambiental, tiene que servir para que no solo mejoren las condiciones de movilidad en la ciudad, sino para evitar más deterioros y contaminaciones.
Ahora se da a entender que no se ha arrancado con el programa porque tienen la idea de traer más bicicletas y de instalar nuevas estaciones de parqueo, de las cuales hoy ya se tienen tres, pero la información entregada no parece suficiente para explicar adecuadamente los ajustes que se le han hecho. Lo que temíamos que pudiera pasar, que se terminara improvisando en la implementación del programa, parece ser lo que está ocurriendo. La ciudad necesita que haya respuestas prontas y concisas a las dudas que se tienen, para poder pensar en un resultado positivo.
Algo que tenía que estarse dando con mucha intensidad es una fuerte campaña de divulgación del programa y acciones pedagógicas que le permitan a la ciudadanía acostumbrarse al cambio que viene, el cual no es de poca monta. Hay que descongelar esa iniciativa y comenzar de nuevo a generar conciencia en los manizaleños, para que la calidad de vida de todos pueda mejorar. Los ciclistas también tienen mucho por aprender, pues hay algunos que piensan que las cebras y los semáforos no les debe importar, cuando solo la armonía en el tránsito podrá satisfacer la necesidad de que sean respetados como actores legítimos de las vías.
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