En un fallo trascendental para el toreo en Colombia, la Corte Constitucional le ordenó al alcalde Gustavo Petro, de Bogotá, que en seis meses disponga lo necesario para que se reanuden las corridas en la Plaza de Toros de Santamaría. El Distrito debe garantizar que el espectáculo artístico cuente con el escenario que tradicionalmente ha tenido y que el mandatario pretendió arrebatarle desde junio del 2012.
El alto tribunal decidió defender los derechos al debido proceso y a la libertad de expresión artística y cultural. Así las cosas, la fiesta brava podrá volverse a celebrar en la capital colombiana, lo que es una noticia excelente para el mundo taurino que venía viendo que los argumentos fundamentalistas y totalitarios pretendían cerrar la posibilidad de que el público amante del toreo pudiera disfrutar de este arte.
Lo que se espera ahora es que el mandatario sea respetuoso de la sentencia y se disponga a cumplir con lo allí ordenado, y que no trate de irse por las ramas para evadir esta obligación legal. Nos referimos a la supuesta urgencia con que la administración Petro se dispone a ejecutar obras de reforzamiento estructural en la plaza, por razones de seguridad de los aficionados. Si eso es cierto, hay que emprenderlas ya y avanzar con rapidez.
En el fallo se confirmó, además, que las ciudades en donde las corridas hagan parte de la tradición cultural, éstas no pueden ser suspendidas por el capricho de un gobernante, lo que de paso protege a Manizales para la realización de sus festejos taurinos, que sin duda hacen parte esencial de nuestra cultura, con claras expresiones durante la feria anual, que es obviamente un patrimonio de enorme valor. Además, para nuestra ciudad es motor para la economía y fortalecimiento del turismo. El capricho de unos pocos no puede ubicarse por encima de los beneficios para miles.
Ya es hora de que quienes insisten en acabar con la fiesta brava entiendan que ese objetivo no es más que el colmo de la intolerancia ante un espectáculo que no solo es tradición, sino que también es arte. Con el sofisma de que constituye una amenaza ambiental, los antitaurinos intentan pasar por encima de los derechos de una minoría que ningún daño le hace a la sociedad. Por el contrario, sin las corridas de toros ya se habrían extinguido los toros de lidia.
Es claro que la tauromaquia no es una invención de los tiempos modernos, sino que tiene fuertes raíces en la historia y en la cultura, y por eso el empeño por acabarla no es más que un atentado contra la misma esencia de una tradición ancestral. También hay que destacar que, con este fallo de la Corte, se salvan miles de empleos de personas que se mueven alrededor de las corridas de toros, y que en el caso de Manizales ayuda al sostenimiento de la Cruz Roja de Caldas.
Debemos insistir en que es absurdo tratar de equiparar los derechos humanos a los supuestos derechos de los animales (solo los humanos tienen derechos, como también deberes, los animales no). Los prohibicionistas caen en el exceso, incluso, de poner a las bestias por encima de los seres humanos, lo que puede ser peligroso. A los que les gustan las corridas hay que respetarlos y dejar que disfruten con ellas, y los que no son aficionados lo único que deben hacer es no asistir, dedicarse a disfrutar de lo que sí les satisface y exigir que les respeten sus inclinaciones.
En el caso de Manizales, hay que seguir luchando para posicionarla ante el mundo como la capital taurina de Colombia. Nadie puede negar que esta ciudad tiene una relación profunda con los toros y que en el ser de sus ciudadanos hay claros vínculos con el gusto por dicho arte, lo que tiene que ser defendido como un tesoro cultural.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015