En busca de que sea una salida definitiva a los problemas que afronta la Industria Licorera de Caldas (ILC), el gobernador Julián Gutiérrez Botero anunció que en esa empresa se aplicará lo que llamó “un plan de superchoque”, que le permita remediar lo que viene mal desde hace mucho tiempo. El actual gerente, Bruno Seidel Arango, será el encargado de adoptar las acciones del caso y buscar que haya claridad total acerca de lo que ocurre en la Licorera y emprender un camino más despejado.
El detonante de esta manifestación fue la decisión de la firma de auditoría Price Waterhouse de abstenerse de opinar acerca de los estados financieros del año pasado, por la cantidad de incoherencias contables que tienen, entre otros. Además, la situación se torna oscura debido a que ya está comprobado que en el 2014 la ILC alcanzó pérdidas por cerca de $4 mil 83 millones, algo que nunca había ocurrido en la larga historia de esa destilería.
Ahora bien, no puede caerse en el error de hablar de posible inviabilidad de una empresa que siempre ha sido viable. Otra cosa es que para corregirle el rumbo haya que tomar medidas que debieron haberse asumido antes, pero que no se han adoptado para no tener que cargar con costos políticos, por ejemplo. Ha sido una empresa tan viable que se le llegó a llamar el banco del Departamento, y que ha sido sustento de buena parte de las inversiones que acá se han hecho en las últimas décadas.
Así, que no puede olvidarse que los problemas de la empresa no son nuevos, se trata de situaciones que surgieron de malas administraciones pasadas, de interferencias políticas en el manejo comercial, de ineficiencias operativas, y ahora toca encontrar los remedios. Sin embargo, no solo hay que mirar hacia atrás y ver cómo se cubren las falencias que vienen, sino que es fundamental otear hacia el futuro y adoptar una estrategia que sea ganadora, más ahora cuando los gobernadores de Colombia avanzan en acuerdos para romper con las fronteras artificiales que se han generado para limitar la comercialización de licores como el Ron Viejo y el Aguardiente Cristal.
El gobernador y el gerente deben tener claro, además, que el único “superchoque” que puede servir en estos momentos a los objetivos de recobrar el vigor de la empresa es el de garantizar mayores ventas. Desde luego que hay asuntos administrativos y financieros, cuyos manejos pueden ayudar a llegar más pronto a la meta propuesta, pero lo sustancial es que los aparatos comercial y de mercadeo funcionen bien. Si para llegar a ello se necesita conseguir un socio con experiencia en esas tareas, no se puede perder más tiempo, y hay que conseguirlo de inmediato.
El compromiso de la Gerencia en la Asamblea Departamental fue entregar a mitad de año su Plan Estratégico. Creemos que es vital definirlo lo más pronto posible y comenzar a ejecutarlo para evitar que se profundicen los problemas que hoy afronta la ILC. Además, se debe garantizar que todo el equipo, desde los trabajadores de planta hasta los mandos medios administrativos, estén remando hacia la misma dirección, pues de otra manera no será posible salvar la empresa y los perjuicios no serán solo económicos, sino hasta sociales, con pérdidas de numerosos empleos.
Hay tiempo y posibilidades de sacar la empresa a flote, pero se tiene que actuar con celeridad. Mientras se traza un camino seguro de comercialización hay que corregir las falencias anotadas por la auditoría, pues allí podrían existir grietas que facilitan que los recursos no rindan o se pierdan. Es el momento en que, sin egoísmos, con la participación de todos los dolientes de Caldas, se acompañen las transformaciones que hay que aplicar en la Licorera.
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